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La ley del más fuerte

Murray, que remonta dos sets de desventaja, y Del Potro, con una lesión en la rodilla, derrotan en cuartos a Verdasco y Ferrer

Juan José Mateo
Fernando Verdasco, en el suelo tras intentar alcanzar una pelota en la red en su partido de cuartos de final contra Andy Murray.
Fernando Verdasco, en el suelo tras intentar alcanzar una pelota en la red en su partido de cuartos de final contra Andy Murray.ADRIAN DENNIS (AFP)

Ni el tronar de la central de Wimbledon parecía poder rescatar a su héroe. En los cuartos, Fernando Verdasco dominaba 6-4 y 6-3 a Andy Murray, que se quejaba de la cadera y sufría sus embestidas, propulsadas por su servicio. El partido estaba en las manos del número 54, que por momentos recordó al tenista que llegó a ser el siete del mundo. Como entonces, sus aciertos y sus fallos escribieron el guion del duelo. Murray sufría delante de los suyos. Atrincherado en la línea de fondo, fue un espectador privilegiado de lo bueno y lo malo que hacía Verdasco. El español, sin embargo, llevaba tiempo sin dejar huella en el circuito, y nadie recobra de la noche a la mañana la consistencia que exigen los mejores. En cuanto bajó su nivel al saque (11 acesy nueve dobles faltas), Murray remontó (6-4, 6-3, 1-6, 4-6 y 5-7) y se citó en semifinales con Jerzy Janowicz. Novak Djokovic jugará con Juan Martín Del Potro, renqueante de una rodilla durante su victoria (6-2, 6-4 y 7-6) sobre David Ferrer, dolido en un tobillo.

El ambiente era eléctrico. Cada vez que el número dos se apuntaba un tanto, se erizaba de puños la grada, temblaban los viejos pilares de cemento de la central de Wimbledon y pateaban los pies patriotas contra el suelo. Las gargantas que animaban al campeón olímpico invadieron los peloteos, sin hacer caso de la etiqueta, olvidando la ley del silencio durante los puntos, intentando llevar en volandas a su chico. El juez de silla tuvo que pedir “respeto”.

Verdasco vivió el espectáculo sin torcer el gesto. Él, que siempre fue propenso a los aspavientos, apenas abrió la boca, compitió en la burbuja de sus pensamientos. Cada uno de los parciales se decidió por una misma estadística. Quien gobernó el segundo saque del contrario y se apuntó ahí más puntos es quien dominó el partido. Como en las dos primeras mangas fue Verdasco quien se impuso en el apartado, el arranque de la tercera manga le puso el partido en bandeja.

El madrileño se quedó a dos puntos de sacar por estar en las semifinales

Ahí, el madrileño vio cómo su contrario parecía dispuesto a entregar la cuchara con una ristra de errores impropia de su alcurnia. Fue un juego bisagra. Verdasco lo perdió e inmediatamente cedió su servicio. En un suspiro, se marchó un set que ya podía haber sido definitivo.

En cuando se dio cuenta, Murray estaba de vuelta en el partido. El británico, que aún se llevó un buen susto en la cuarta manga (Verdasco desaprovechó cuatro bolas de rotura), pronto le explicó al español las razones que han hecho de él uno de los mejores restadores del mundo: manos rápidas e intuición asesina para anotarse el 55% de los peloteos sobre su segundo servicio. Minimizado el saque del madrileño, el pulso cambió de sentido.

Según creció el británico, el español menguó, aunque siguieron siendo sus aciertos (45 ganadores por los 36 de su contrario) y sus errores (otros 45 por 27) los que definieron el marcador. Lo vio todo el legendario Rod Laver en el palco real, donde también se sentó Sir Alex Ferguson. A los 29 años, Verdasco, que estuvo a dos puntos de sacar por el encuentro, se quedó seco. Finalmente, por sexto grande de los últimos siete, se despidió en una quinta manga, el reino de los mejores.

Por quinto año seguido, Murray pisará las semifinales. Ahí no estará Ferrer, superado por la maza y el talento de Del Potro, estupendo al saque en un encuentro marcado por los dolores de los dos rivales. Murray remontó por séptima vez en su carrera dos sets de desventaja. Delpo superó los dolores de su rodilla aparatosamente vendada, además de un resbalón a los cuatro minutos de partido que, según confesó luego, le dejó al borde de la retirada. Ocurrió sobre la hierba de Londres. En Wimbledon, como en todos los grandes, se impuso la ley del más fuerte.

“Murray te obliga a arriesgar”

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J. J. MATEO, Wimbledon

Las derrotas de los españoles en cuartos no llegaron por caminos rectos. David Ferrer no pudo calentar para su partido, tanto le dolía el esguince que tiene en el tobillo izquierdo, y compitió contra Juan Martín Del Potro tras infiltrarse. Con ventaja de dos sets a cero, Fernando Verdasco se vio ganador ante Andy Murray, con cuatro puntos de break en la cuarta manga, y se topó con los cuatro mejores saques del británico.

“Necesito descansar tres o cuatro semanas”, explicó Ferrer, que no jugará la cita de Bastad, en la que se había alistado. “Tengo 31 años y necesito tomarme este tiempo. La sensación de jugar (infiltrado) es diferente. Al plantar el pie, a la hora de apoyar, no lo sentía. Ya es difícil ganarle a Del Potro jugando a un grandísimo nivel, así que a la mínima que bajas un poco la guardia, lo pagas caro, porque es un jugador muy bueno”, añadió. “Él fue mejor en todo. Lo tiene todo para ganar otro grande”, cerró, sin quererse escudar en el tobillo y tras ver cómo su contrario sufría de la rodilla izquierda.

“Estuve muy cerca de retirarme, sentí muchísimo dolor al principio del partido, pero el doctor me dio unas píldoras mágicas”, dijo Del Potro, que se dañó la articulación en tercera ronda y luego se volvió a caer a los cuatro minutos de su cruce con Ferrer. “He ganado a un oponente muy duro. De nuevo estoy en la lucha con los top”.

Ahí, en la lucha con un top, propinándole un 5-0 a Andy Murray (de 1-3 a 6-3 en la segunda manga), se encontró Fernando Verdasco tras ganar solo nueve partidos en 2013. “Se me ha escapado por poco. Yo soy un jugador de ataque y Murray te obliga a arriesgar”, dijo sobre sus fallos (45, tantos como ganadores) el madrileño, que pudo hacer suyo el partido en el segundo y el sexto juego del cuarto set (bolas de break en ambos), y en el octavo del quinto (3-4 y 0-30). “Él ha estado muy acertado ahí”, radiografió Verdasco tras pedir el Ojo de Halcón en el último punto, cuando ya había perdido. “Ha metido todos los primeros saques. Es una pena. No he tenido ni una oportunidad de jugar una de esas bolas. Estoy dolido y triste por la derrota”.

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Sobre la firma

Juan José Mateo
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.

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