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DESDE MI SILLÓN
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Batallas secundarias

Marcel Kittel (d) esprinta para vencer a su compatriota Greipel, en la llegada a Saint Malo.
Marcel Kittel (d) esprinta para vencer a su compatriota Greipel, en la llegada a Saint Malo.NICOLAS BOUVY (EFE)

Cambio de escenario, cambio de paisaje, pero vuelta a las mismas historias de la primera semana. Tras el paréntesis del día de descanso y de las dos etapas pirenaicas, volvemos a la lucha por las victorias parciales, algo que en las etapas de montaña no dejaba de ser más que un premio secundario. El Sky sigue en carrera comandado por Froome y recuperando sus efectivos de cara a la última semana. El Movistar, Garmin, Belkin, Saxo y compañía, ídem.

Por el camino de esta semana de transición, tan sólo nos encontramos con dos etapas trascendentes, la crono individual de mañana en Mont-Saint-Michel y la siempre traicionera llegada del domingo en el Ventoux. Mientras tanto, batallas secundarias en las que hay equipos que no obstante se lo juegan todo. Batallas cruentas, violentas e incluso como la de ayer, sangrientas.

La caída de Veelers se ha debido de gestar en los últimos kilómetros

El Argos ya se podía ir de este Tour con la sonrisa de satisfacción, al igual que el Orica, pero hay que aprovechar el momento dulce de sus hombres, especialmente el de Marcel Kittel, su velocista estrella. Pero la sonrisa de su compañero Veelers no arrancará con facilidad esta noche a pesar de la alegría que supone la segunda victoria del equipo. Porque si ya caerte en pleno sprint duele desde el punto de vista físico, que te hayan tirado aumenta aún más el dolor al plano moral.

La caída de Veelers se ha debido de gestar en los últimos kilómetros de la etapa. Cavendish y Veelers, y quizá Kittel como espectador, sabrán cómo se ha cocinado la historia. Si es que ha habido intrahistoria, que Cavendish ya ha dicho que su gesto ha sido totalmente involuntario. Lo que hemos visto es que en pleno pasillo de sprint Cavendish se encontraba a rueda de Veelers, el lanzador de Kittel. El holandés ha mirado hacia atrás buscando a su líder, y en ese momento ha dejado un pequeño hueco sobre Greipel. Kittel entonces ha arrancado su sprint por la izquierda mientras que Cavendish ha hecho lo propio por la derecha pero variando su trayectoria hacia la izquierda de forma brusca; no se sabe si para recriminar a Veelers por su actitud, o para aprovechar mejor la estela de Greipel. O ambas cosas a la vez.

El caso es que su cuerpo ha tocado el manillar de Veelers, y este ha terminado con sus huesos en el suelo de forma violenta. No parece que se haya hecho nada importante —a veces las caídas rápidas son las menos lesivas—, pero el golpe ha sido de los que asusta. La cara de Cavendish al cruzar la meta era de decepción, pero no sé hasta qué punto no había una mezcla de esto último con un sentimiento de culpa. El jurado ha decidido no sancionar a Cavendish, y no seré yo el que le juzgue sin saber bien lo ocurrido, pero vista la repetición desde la toma cenital, el gesto ha sido feo, muy feo. Quizá involuntario, es posible, pero feo e irrespetuoso con sus rivales, eso es innegable.

Y ahora, después de que el recorrido de ayer sirva para arrancar de un tirón la inmensidad de la Bretaña del mapa de Francia, giramos la vista a la roca granítica de Mont-Saint Michel. Maravillosa vista desde luego, así que espero que el espectáculo de la etapa no desmerezca este impresionante escenario.

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