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El Alpe de la verdad

Pese a sufrir una crisis en la última ascensión, Froome aumenta su ventaja sobre Contador, mientras que el Movistar lleva a Quintana hasta la tercera plaza del podio

Carlos Arribas
Froome, agotado en el Alpe D'Huez
Froome, agotado en el Alpe D'HuezDoug Pensinger (Getty Images)

Aunque muchos digan lo contrario, ni lo dantesco lo inventó Dante, que nunca utilizó tamaño adjetivo tan abusado, ni para ser lacónico hay que leer a Lacan, aunque sí hay que ser inteligente, como el muy lacónico (el laconismo como un arma cargada de futuro, por supuesto) y muy buen ciclista llamado Nairo Quintana, que ayer culminó la estrategia colectiva de su equipo Movistar en una etapa que no fue dantesca (ni caídas, ni rayos ni vendavales: solo esfuerzos puros para atacar, para defender, e inteligencias en los planteamientos), sino hermosa (y sin sombras, luz de lluvia que no terminaba de animarse a caer sobre los ruidosos hinchas habituales del Alpe d’Huez, donde hasta los policías plantones forman parte del show: la naturaleza, tan imponente alrededor, se bate en retirada ante la algarabía presentida de turistas en la base del puerto, en Bourg d’Oisans) y de ida y vuelta, o vaivén (como Porte), y que acabó con una noticia (un francés ganó la etapa, Christophe Riblon, de los de la primera lejana y resistente fuga, con lo que se ganó también el derecho a poner su nombre a una de las 21 curvas, lo que será un hecho cuando los de la estación de esquí borren a Armstrong), con tres certidumbres (Quintana llegó al podio, Purito está que se sale, Contador sufre en los grandes puertos) y una paradoja: en su peor día de su Tour, Froome, que desfalleció por atacar de lejos y por seguir a los desencadenados Purito y Quintana (quién lo iba a pensar), aumentó más su ventaja sobre Contador, ya a más de 5m, aún segundo en la general.

Mientras la lluvia pesada caía la noche anterior, y empapaba la hierba en el jardín del hotel que compartían Sky y Movistar, los directores (y amigos) de ambos equipos, Portal y Arrieta, se tomaban una cerveza y hablaban del Alpe, hablaban de Contador y Purito, intentaban anticipar (ese juego que tanto gusta a los técnicos, y que también es su oficio) lo que ocurriría el día siguiente, lo que harían ellos. Las tropas españolas habían salido crecidas de la contrarreloj y amenazaban con motines. Lo que pudiera hacer el Movistar, y no por su español, Valverde, un peón básico en cualquier estrategia, sino por su colombiano callado, Quintana, ya lo sabían ambos (desde el primer gran puerto, ya en los lejanos Pirineos, lo saben Froome y su Sky: atacará y hará daño, y moverá toda la carrera). “Yo tendría mucho cuidado con los Katusha, con Purito”, creo que será la rueda que más se mueva”, dijo Arrieta, lúcido pese a que la cerveza, una Heineken flojita, no era de las que ayudan a concentrarse. “Evidentemente, la de Contador no será la rueda buena”, añadió, fría pero no amablemente, Portal. “Solo ha sacado tiempo en el llano, en el abanico, y solo ha atacado en lugares de peligro, no de fuerza. Creo que es ahora una especie de producto de marketing: después de su Vuelta en Fuente Dé le han colgado ese cartel y tiene que responder a él. Atacará bajando, pero no nos preocupa”.

Clasificaciones

Etapa:

1. Christophe Riblon (AG2R) 4h.51:32

2. Tejay Van Garderen (BMC) a 59

3. Moreno Moser (Cannondale) a 1:27

4. Nairo Quintana (Movistar) a 2:12

5. Joaquim Rodríguez (Katusha) a 2:15

6. Richie Porte (Sky) a 3:18

7. Christopher Froome (Sky) a 3:18

8. Alejandro Valverde (Movistar) a 3:22

9. Mikel Nieve Iturralde (Euskaltel) a 4:15

10. Jakob Fuglsang (Astana) a 4:15

11. Alberto Contador (Saxo) a 4:15

12. Roman Kreuziger (Saxo) a 4:31

General individual:

1. Christopher Froome (Sky) 71h.02:19

2. Alberto Contador (Saxo) a 05:11

3. Nairo Quintana (Movistar) a 05:32

4. Roman Kreuziger (Saxo Tinkoff) a 05:44

5. Joaquim Rodríguez (Katusha) a 05:58

6. Bauke Mollema (Belkin) a 08:58

7. Jakob Fuglsang (Astana) a 09:33

8. Michael Rogers (Saxo) a 14:26

9. Michal Kwiatkowski (Omega) a 14:38

10. Laurens Ten Dam (Belkin) a 14:39

11. Alejandro Valverde (Movistar) a 14:56

12. Andrew Talansky (Garmin) a 16:24

La dialéctica entre sus respectivos equipos para afrontar el Alpe de la verdad la resolvieron a lo marxista: objetivos coincidentes (la aspiración de Quintana de podio no molesta a Froome, seguro con su colchón de minutos), aliados circunstanciales. “A nosotros nos viene bien el Movistar”, dijo Portal, “porque los ataques de Quintana seleccionan la carrera, al grupo más fuerte, y ahí Froome se siente mucho más cómodo, manejándose solo con los mejores, no con juegos de equipos y emboscadas. Y ahí no necesita equipo”.

Como ocurre casi siempre, y por eso conviene no despegar los ojos de la pantalla durante las grandes etapas, lo previsto se fue sucediendo: en el serenísimo col de la Sarenne, silencioso, sin bulla, pues es espacio protegido y no se permitió hinchas, atacó Contador bajando y Froome no movió ni un pelo; en el falso llano hacia la segunda ascensión al Alpe d’Huez, detrás de una escapada buena que pese a contar con un margen máximo de 8m llegó, el Movistar empezó sus movimientos de separación de grano y paja, de desencantamiento de la pareja Saxo Contador-Kreuziger, su objetivo camino del podio, que culminó Valverde atacando ligero y fuerte casi antes de llegar al primero de los famosos 21 virajes… Y ahí se acabó el guion y comenzó lo inesperado, lo hermoso deportivamente, aunque terrible para los que más sufrieron: Froome se soltó el pelo tan corto, tan fuerte debía de sentirse, que atacó desde tan lejos que ni se veía la pared frontal en cuya roca se excavó la carretera tan bonita. Llegó a Valverde y por detrás aparte del esperado Mollema también empezó a fallar Kreuziger, un acicate. Después de varios movimientos se quedaron solos delante Froome, Purito y Quintana, los tres más fuertes. Y la etapa parecía que se iba a reducir a una triple carrera –los tres buenos por alcanzar a la fuga y ganar la etapa y al mismo tiempo para distanciar a Contador--, pero Froome levantó la mano (ay mis glúcidos, están por los suelos, quiero chocolatinas, le dijo a su Porte, su mensajero alado, que se las llevó volando al coste de 20s de penalización) y Purito atacó. Froome, vacío, terrible me siento, dijo, se agarró al ritmo de Porte (qué bueno tener un amigo justamente en ese momento), y Quintana alcanzó a Purito y él, el debutante que nunca hasta ayer había subido el Alpe d’Huez, jugó con el veterano catalán, al que desesperó con su mutismo, la magnífica falta de expresión de su rostro, su inteligencia, claro.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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