_
_
_
_
_

De promesa a accionista

Díaz de Cerio, ex de la Real y el Athletic, contribuye al milagro salvador del Mirandés

Ladislao J. Moñino
Díaz de Cerio, tercero por la izquierda, con el resto de jugadores.
Díaz de Cerio, tercero por la izquierda, con el resto de jugadores.WEB DEL MIRANDÉS

A las cuatro de la tarde del pasado 31 de julio, Íñigo Díaz de Cerio (San Sebastián, 29 años) se presentó en las instalaciones del Mirandés para entrenarse. Pocos minutos antes de las 12 de la noche salió de allí como accionista. Su entrada en el accionariado, junto a la de otros compañeros, fue vital para que el club pudiera afrontar la transformación en sociedad anónima que le ha permitido permanecer en Segunda División. “La cifra de 150.000 euros que se ha dicho que aporté no es correcta y tampoco que haya sido el jugador que más acciones ha comprado, hay otros que han aportado lo mismo”, explica.

El vestuario del Mirandés ha firmado un pacto de silencio para evitar que las diferentes aportaciones de unos y de otros pudieran hacer recaer el título de salvadores de la entidad entre aquellos, entre los que sí está Díaz de Cerio, que más dinero desembolsaron. “Cada cual ha dado lo que ha podido y cuando uno da todo lo que tiene es dar como el que más. Algunos hemos tenido la suerte de firmar mejores contratos en otros momentos de nuestra carrera, pero más allá de las cantidades, esto ha sido obra de todos”.

Las ocho horas que convirtieron a Díaz de Cerio y a sus compañeros en accionistas fueron frenéticas. A las cuatro de la tarde, el Mirandés descendía al no poder reunir los 1,3 millones que necesitaba. A las seis de la tarde, parecía solucionado, pero a las nueve de la noche la directiva le comunicó al plantel que era imposible reunir el dinero tras echarse atrás un empresario local. “Dimos el paso adelante porque los jugadores no queríamos que el club desapareciera, perdiera la permanencia que tanto nos había costado lograr con el presupuesto más bajo de la categoría y muchos fuéramos al paro. Fue todo muy rápido, con carreras, coches de policía, viajes a Hacienda”.

Cada cual puso lo que pudo y si uno da todo lo que tiene da como el que más”

El gesto de los futbolistas del Mirandés aúna el retrato de las arcas del fútbol español y una solución insólita porque convierte a jugadores en dueños del club que debe pagarles. “Me considero más futbolista que accionista. ¡Ojalá no hubiéramos tenido que comprar acciones o que alguien nos las compre rápido!”, exhorta un delantero que llegó a ser una de las grandes esperanzas de la Real Sociedad y una apuesta del Athletic. “Mi carrera ha sido un tobogán. Me llegó todo muy rápido cuando ni siquiera yo tenía expectativas altas en el fútbol. Hasta los 17 estaba jugando en el equipo de mi barrio. Llegué a la Real y estuve a punto de marcharme a los cinco partidos porque no jugaba. Hablé con Zubillaga \[por entonces director de la cantera\] para irme, pero cambiaron las cosas porque hubo un hueco en la delantera del juvenil. Luego en el Sanse metí 25 goles y estuvimos a punto de ascender a Segunda en un equipo en el que estaba la base de esta Real que se ha metido en Champions. En ese equipo estaban Carlos Martínez, Mikel González, Estrada, Markel Vergara, Elustondo, Agirretxe...”.

Soy un afortunado, ahora juego como cuando tenía 18 años; entre amigos”

En la Real vivió el descenso de 2007 y en la primera temporada en Segunda hizo 16 goles que despertaron el interés del Athletic. En la siguiente campaña, Zigor, portero del Eibar, le rompió la tibia y el peroné. Hubo aficionados en Anoeta que lloraron entre impresionados y acongojados por la desgracia del que consideraban uno de los suyos. Ya se hablaba de que podía cambiar San Sebastián por Bilbao y el Athletic, pese a su grave lesión, no se echó atrás. “Terminaba contrato con la Real y la oferta deportiva del Athletic y la económica, también hay que decirlo, eran un tren que no podía dejar pasar. En la Real había impagos, Ley Concursal... Entiendo que los aficionados lo consideraran una traición, forma parte de lo que es ser futbolista”.

En el Athletic no le fue bien. “Con Caparrós, Llorente y Toquero hicieron dos grandes temporadas”. Luego, llegaron cesiones al Córdoba y al Numancia hasta que Bielsa le dijo que no contaba con él: “Puede que las formas no fueran las correctas, luego pidió disculpas, pero le estoy agradecido porque es preferible que te digan que no cuentan contigo el 10 de julio que el 20 de agosto. La lesión me metió en un túnel que no parecía tener salida. He tardado tres años en poder disputar tres partidos seguidos. En febrero, me metía en La Concha, con el agua helada para acelerar mi recuperación. En el tiempo que estuve lesionado fue cuando más aprendí de la vida”.

En el Mirandés, la temporada pasada, hizo ocho goles. “No fueron muchos, pero cuando se logra el objetivo colectivo, que era no descender, te llena más. Ahora me siento un afortunado. Estoy en un club que me quiere y juego como cuando tenía 18 años, entre amigos. Esa es la fuerza del Mirandés”.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Ladislao J. Moñino
Cubre la información del Atlético de Madrid y de la selección española. En EL PAÍS desde 2012, antes trabajó en Dinamic Multimedia (PcFútbol), As y Público y para Canal+ como comentarista de fútbol internacional. Colaborador de RAC1 y diversas revistas internacionales. Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Europea.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_