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Ancelotti transforma el paisaje

El técnico italiano revuelve el centro del campo con una exhibición de osadía respecto a los tres años anteriores

D. TORRES
Ancelotti, con Casillas detrás, en el banquillo.
Ancelotti, con Casillas detrás, en el banquillo.JON NAZCA (REUTERS)

Viliam Vecchi es un hombre achaparrado, de piel curtida por el sol y pelo blanco. Es el entrenador de porteros del Madrid, tiene 65 años y en Italia hay quien le considera una especie de gurú en materia de guardametas. Ayer se movía nervioso, frente al fondo sur de Los Cármenes, ejercitando a Diego López. Le remataba desde diez metros y el meta gallego se estiraba, caía, se levantaba y caminaba clavando la mirada en la hierba pisoteada. Parecía agobiado. Desde la tribuna bajaba un grito machacón: “¡Iiiiikeeeeerrrr…!”.

Una de las versiones que circulan desde Valdebebas al Bernabéu es que a Vecchi le gusta más Diego López que Casillas. Esta versión señala que la causa desencadenante de la crisis de la portería es, sencillamente, la ciencia, el ojo clínico, de este hombre experto en los arcanos de los porteros que ayer volvió a ser causa desencadenante de la suplencia de Casillas. Una decisión que asume el entrenador, Carlo Ancelotti, valedor de Vecchi, y que, tras la jornada de Granada, adquiere matices definitivos. La ley del fútbol recomienda estabilidad en la portería y el elegido es López.

Vecchi se esfuerza en cada entrenamiento por rematar a puerta con cierta violencia, para simular, en lo posible, la pegada de un delantero. A sus 65 años, sus tiros no resultan tan potentes, como simulacro de competición dejan bastante que desear, pero al preparador le permite examinar a los muchachos en primera línea. Eso hizo ayer con López antes del partido en una sesión en la que colaboró Casillas tirando centros desde el costado y la frontal del área para que el titular los descuelgue. Mientras tanto, la afición local animaba, o confundía, según cómo se mire, a los presentes: "¡Iiiiiikeeeeeeerrrr…!".

Ancelotti revolvió la portería y el centro del campo, obrando una transformación completa del paisaje. Si José Mourinho, el mánager saliente, repasa el vídeo del partido, no reconocerá en casi nada al equipo que dejó. No hubo ni rastro del doble pivote, Özil jugó de enganche puro; y Benzema y Cristiano ayudaron muy poco a recuperar la pelota. Total, que el Madrid jugó con un esquema de 4-4-2 clásico, con cuatro futbolistas que podrían ser medias puntas y dos delanteros. Una exhibición de osadía que contradice el prejuicio general sobre los entrenadores italianos. El resultado fue satisfactorio, a falta de algunos ajustes, y supuso una ruptura total respecto al planteamiento de los tres años anteriores.

Una versión apunta a que al preparador de porteros le gusta más el meta gallego

Apenas pudo reaccionar el Granada ante la prepotencia del Madrid. El campo, empapado por el chaparrón reciente, se volvió pesado, dificultando las combinaciones precisas. Los más técnicos prevalecieron sobre los menos, los jugadores locales retrocedieron, y Diego López vivió una tarde apacible. Solo un balón rebotado permitió una ocasión clara al Granada. Le quedó la pelota limpia a El Arabi, el nueve. Solo y con la zaga del Madrid descolocada por una falsa salida. Mano a mano con el portero, El Arabi se puso rígido. Ante la duda, remató al primer palo, sin demasiada fuerza, y Diego López le sacó el disparo con la pierna derecha, como un portero de balonmano.

La decisión de dejar en el banquillo a Casillas adquiere matices definitivos

Avanzado el segundo tiempo, con el 0-1 (Benzema) firme en el marcador, Ancelotti resolvió añadir al medio campo un experto en defender. Quitó a Özil y metió a Casemiro. El semblante del alemán se ensombreció nada más ver el cartel luminoso con el diez de su dorsal. Recorrió los 30 metros que le separaban de la raya a paso lento, taciturno, y cuando Ancelotti le extendió la mano para que se la chocara, en gesto afable, le respondió con una desidia evidente. En lugar de sentarse en el banquillo, como había hecho el sustituido Marcelo hacía unos minutos, enfiló directamente el túnel de vestuarios. Özil lució la liturgia sutil de los futbolistas fastidiados. Hay algo en su situación en el Madrid que no le gusta y el cambio confirmó sus suspicacias.

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Sobre la firma

D. TORRES
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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