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El Bayern descubre la pasión

El equipo de Guardiola, en plena transición hacia otro modo de entender el juego, sufre hasta el último minuto de la prórroga ante el Chelsea para alcanzar los penaltis gracias a un gol de Javi Martínez

Ramon Besa
Javi Martínez marca en el último minuto de la prórroga.
Javi Martínez marca en el último minuto de la prórroga.A. H. (GETTY)

No hubiera habido quejas si la final hubiera durado tres horas o un día. Ocurre que después de la prórroga y los penaltis ya no queda ni la moneda al aire para resolver la contienda. El caso es que el Bayern y el Chelsea se batieron anoche con la grandeza que solo se da en los partidos históricos de la Copa de Europa. No es fácil igualar emocional y futbolísticamente un duelo Guardiola-Mourinho. Igual da el rango del torneo. Incluso sucede en la Supercopa de Europa. La cuestión es que el Edén de Praga se estremeció ayer con la fe del equipo de Pep y el desafío de Mou. Y, naturalmente, con el gol del Niño Torres para empezar, y para acabar el de Javi Martínez. Fue una noche deliciosamente agotadora y enriquecedora, mitad inglesa y mitad alemana, con un hilo conductor de los jugadores españoles. El Bayern ha descubierto la pasión con Guardiola.

Aunque el marcador por una vez no le dio la razón, el fútbol sonríe de nuevo a Mourinho. A veces parece incluso como si la vida se hubiera parado en Stamford Bridge a la espera de que regresara The Special One. La sensación es que el Chelsea llevaba seis años aguardando a que regresara el mánager portugués sin importar los títulos ganados entretanto, incluso cuando alcanzó la deseada Champions en Múnich con un técnico puente como Di Matteo. La interinidad se ha mantenido hasta que ha vuelto Mou y se ha reencontrado con Cech, con Terry, con Lampard, con su entrañable y añorado Chelsea. Nadie duda de que el nuevo Chelsea es ya hijo del viejo Chelsea.

BAYERN, 2 (5) - CHELSEA, 2 (4)

Bayern: Neuer; Rafinha (Javi Martínez, m. 56), Boateng, Dante, Alaba; Lahm, Müller (Götze, m. 71), Kroos; Robben (Shaqiri. m. 96), Mandzukic y Ribéry. No utilizados: Starke; Van Buyten, Contento, y Pizarro.

Chelsea: Cech; Ivanovic, Cahill, David Luiz, Cole; Lampard, Ramires; Schürrle (Mikel, m. 87), Oscar, Hazard (Terry, m. 112); y Torres (Lukaku, m. 98). No utilizados: Schwarzer; Azpilicueta, Essien y Mata.

Goles: 0-1. M. 8. Torres. 1-1. M. 47. Ribéry. 1-2. M. 93. Hazard. 2-2. M. 120. Javi Martínez.

Penaltis: 1-0. Alaba. 1-1. David Luiz. 2-1. Kroos. 2-2. Oscar. 3-2. Lahm. 3-3. Lampard. 4-3. Ribéry. 4-4. Cole. 5-4. Shaqiri. 5-4. Neuer para el tiro de Lukaku.

Árbitro: Jonas Eriksson. Expulsó a Ramires por doble amarilla (m. 84), y mostró la tarjeta amarilla a Ribéry, Cahill, David Luiz, Boateng, Torres, Lukaku, Cole e Ivanovic.

Eden Arena: Unos 19.000 espectadores.

También se sabe de las pretensiones de Guardiola en el Bayern. La suya, sin embargo, es una tarea que requiere tiempo y comprensión sin saber todavía si acabará mal o bien. No es fácil cambiar la manera de jugar de un equipo que ha ganado la Champions, la Liga y la Copa con Heynckes. Jubilado el anterior entrenador, el club había perdido con el nuevo la Supercopa de Alemania y se le exigía más o menos la de Europa. Y la ganó como si le fuera también la vida como a Mourinho. La mayoría de aficionados reconocen ya al nuevo equipo de Guardiola sin extrañar al viejo Bayern. La apuesta es a medio plazo y no admite negociación ni especulación en un técnico tan reconocido y moderno como Guardiola. Le avala su majestuosa trayectoria en el Barcelona y ahora la Supercopa ganada a Mourinho.

A Mourinho le sobran futbolistas, todos a su disposición, los que ya llevan tiempo en Stamford Bridge y los que acaban de llegar como Willian y Eto’o. Tiene un plantel profundo y su plan es inequívoco, tanto para su equipo como para el contrario, no hay ningún titubeo. Todo el mundo sabe el partido que le espera cuando enfrenta al Chelsea. Los blues no tienen aparentemente más misterio que la alineación. A Mou le gusta jugar con la formación, sobre todo ahora, cuando cuenta con multitud de recursos, delanteros de mil colores. Acudió el lunes a Old Trafford con un falso nueve, el jueves fichó a Eto’o y ayer puso de ariete a Fernando Torres.

El Niño marca en las finales más exigentes, también en la Supercopa. Nada más empezar el partido, embocó una asistencia preciosa de Schurrle después de una transición vertiginosa de Hazard. El volante condujo el balón desde la medular, aceleró, habilitó para el extremo derecho y su centro al área quedó a merced de la llegada del delantero centro. Un gol muy bello por clásico, por conocido, por sabido y por repetido con Mourinho. Un contra de manual que no tiene antídoto cuando la maneja la segunda línea del Chelsea. El equipo se despliega con una velocidad difícil de defender, sobre todo cuando el costado está tapado por Alaba, ayer mejor extremo que lateral.

Praga se estremeció con la fe del equipo de Guardiola y el desafío de Mourinho

Alcanzado el descanso, la final sonreía a Mourinho para desdicha de Guardiola. Hubo momentos en que daba gusto mirar cómo ocupaba el campo el Bayern. La puesta en escena y la declaración de intenciones resultaban irreprochables: la salida de la pelota era limpia, los extremos se abrían a las bandas y percutían los interiores. La posesión, el control y el toque no garantizaron sin embargo el gol. A falta de Schweinsteiger y de Thiago, a los alemanes les faltó velocidad, sorpresa y malicia. A diferencia del Chelsea, que sabe que se juega el partido en cada remate, el Bayern cree que los encuentros se ganan a base de jugadas, así que todos acompañan el cuero por toda la cancha.

Apoyado en el triángulo Lahm, Kroos y Muller, el Bayern no se cansó de pasar y pasar la pelota hasta que Ribéry batió a Cech. Elegido mejor jugador de Europa, el francés desequilibró con reiteración la zaga del Chelsea. No atinó en un par de disparos y en cambio acertó en el tercero. Ribéry corrió como un poseso en busca de su entrenador para celebrar el 1-1. Ahora la alegría era para Guardiola. El tanto de su figura le había dado la razón como el de Torres a Mourinho. El marcador no alteró para el guion del encuentro. Acaso se arrimó más el Chelsea y explotó la ausencia de un medio centro que ayudara a los centrales en el Bayern. A falta de zagueros, emergió el gigante Neuer.

El Chelsea sabe que se juega el partido en cada remate; el Bayern, que se gana a base de jugadas

Intimidaba la planta y las maneras del portero, ayudado por los postes, y se achicó Oscar en un tiro fácil, cosa extraña en un hombre de Mourinho. La presión escalonada de los blues se impuso progresivamente al juego aseado del Bayern. No es lo mismo atacar en línea recta que en círculo. Los alemanes acusaron el desgaste y recularon hasta la expulsión de Ramires. El medio centro abusó de su físico, imprimió un plantillazo en la rodilla de Götze y, como es norma contra los equipos de Guardiola, dejó al de Mourinho con 10 en el cuadrilátero del Eden. No importó porque el Bayern no parecía mejorar ni con Götze ni Javi Martínez y, en cambio, el Chelsea resolvía al empezar la prórroga con un gol de Hazard.

El tiempo suplementario fue al inicio una extensión del final del partido, amenizado por el Chelsea, y en el último tramo resultó una copia del inicio del segundo tiempo, protagonizado por el Bayern, que no paró hasta que volvió a empatar, después de un recital de Cech. El factor campo estuvo de parte del checo, que sacó hasta tres remates de gol consecutivos antes de claudicar con el tiro de Javi Martínez, que forzó la tanda de penaltis en el último minuto de la prórroga. No se discutieron los méritos ni la mentalidad ganadora del Bayern. Alcanzados los penaltis ya eran la misma cosa. El gol de Javi Martínez tuvo un impacto decisivo en la resolución. Neuer le paró el tiro a Lukaku y el Bayern ganó por vez primera en su historia la Supercopa.

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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