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Ferrer choca con Gasquet

El francés, que solo se había impuesto una vez al alicantino en nueve partidos, aguanta la embestida final del español para llegar 6-3, 6-1, 4-6, 2-6 y 6-3 a semifinales

J. J. M.
Ferrer no consigue devolver una bola ante Gasquet.
Ferrer no consigue devolver una bola ante Gasquet.Julio Cortez (AP)

Todo parece perdido para Richard Gasquet, tenista con fama de perdedor sin colmillo. Ya está olvidado su brillante inicio en los cuartos de final contra David Ferrer. El español, la bestia negra que puebla sus pesadillas, ya ha enjugado los dos sets de desventaja, ya le enseña los dientes en la quinta y ya le recuerda que él, Gasquet, el chico del revés de oro, es el peor del top-15 en ese parcial decisivo (solo 6 victorias en 18 oportunidades). Este es otro Gasquet, en cualquier caso. Uno que a sus chispazos de siempre es capaz de unirle carreras y defensas como no ha hecho en su vida. Uno con la calma necesaria para detener a Ferrer y forzarle a buscar la red en varios puntos decisivos de la quinta manga, en los que el español pierde el servicio. Más que sus grandes tiros, más que sus sutilezas de museo, son esas voleas a las que obliga al número cuatro las que le dan 6-3, 6-1, 4-6, 2-6 y 6-3 las semifinales del Abierto de Estados Unidos.

“Creo que él estaba muy nervioso con el viento, y me di cuenta”, dijo Gasquet, de 27 años, que venía de jugar otro partido a cinco sets en octavos con Raonic. “Él es un luchador y sabía que intentaría volver. Increíble victoria”.

La derrota del español comienza en su desbravado inicio. Ferrer abre los brazos lanzando preguntas y buscando explicaciones en su banquillo, que acaba siendo advertido por el juez de silla. Gasquet juega en ese arranque muy fácil, ligero, sin verse sometido a presiones. Su revés paralelo causa una sangría en las defensas de Ferrer, que una y otra vez es el espectador privilegiado de golpes primorosos. El español le da mecha al francés cuando empieza a fallar reveses en cadena, juega sin filo y nunca encuentra una quinta marcha que le permita dominar el duelo. Durante grandes tramos, Ferrer no se parece a Ferrer. De hombrada en hombrada para llegar hasta los cuartos, porque sus partidos tuvieron una dureza muy por encima de los marcadores, pareció apagado, como pagando las consecuencias de culminar su partido de octavos (3h 57m), en el que Tipsarevic perdió dos sets en los que sacó con el parcial ya en su mano.

Hay otro elemento en la ecuación. Los dos tenistas sufren contra el viento. Los breaks se suceden desde el mismo lado, huérfanos ambos de un saque que les permita superar la barrera invisible del aire sin dejar la pelota a merced de su contrario. Eso provoca grandes tensiones. Como los dos rivales tienen fácil identificar en qué momento pueden venir curvas, ambos aprietan al mismo tiempo el acelerador. El resultado es una sucesión de juegos a cara de perro en el que se echan un pulso Ferrer, Gasquet y el viento.

Gasquet celebra su victoria.
Gasquet celebra su victoria.EDUARDO MUNOZ (REUTERS)

En esas circunstancias, y por una vez, el número cuatro del mundo está inconsistente. Acostumbrado a ser una roca desde el fondo, Ferrer no puede esta vez crear esa zanja que desespera a sus rivales. Gasquet se lo impide con algunos golpes brillantes. El francés aguanta las embestidas sobre su revés del español y castiga cada una de sus pelotas cortas. Como tantos franceses antes que él, aplica la estrategia que descubrió Gael Monfils en Roland Garros 2008: visto que Ferrer apuesta poco por el revés paralelo, Gasquet deja descubierto ese lado de la pista para defender mejor su propio revés. Cuando el español intenta aprovechar el hueco, falla más que acierta y se queda sin huecos. El francés, además, deja un par de voleas aptas para las videotecas más exigentes que acompañan a su magnífico arranque de partido: conquista las dos primeras mangas en poco más de una hora, no se castiga las piernas, y queda fresco para luchar cuando llegan los momentos decisivos.

Eso ocurre cuando Ferrer se lanza a degüello por el partido, iguala a dos sets y huele la sangre. Como un lobo, el alicantino se lanza a la yugular del francés en sus primeros servicios del parcial decisivo, en el que goza de la primera bola de break. Las cartas parecen marcadas a favor del número cuatro y en contra del número nueve. Entonces llega el espejismo: Gasquet corriendo como Ferrer para provocar unos errores de volea que le dieron el partido.

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Sobre la firma

J. J. M.
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.

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