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Agente 000

Serena suma su quinto 6-0 del torneo ante Li (6-0 y 6-3) y se cita con Azarenka en la final

J. J. M.
Serena, durante el partido ante Li Na.
Serena, durante el partido ante Li Na.Charles Krupa (AP)

Tras llegar a su tercera final seguida en el Abierto de EE UU, Serena Williams ruge, grita, brama en la central. Ha tenido que apurar hasta el séptimo punto de partido ante la china Na Li, que le estira hasta casi una hora en ese segundo parcial tras digerir un 0-6 en el primero. Fue el quinto 6-0 recibido por una rival de la estadounidense en lo que va de torneo. A caballo del 0-6 y 0-6 que encajó Carla Suárez en cuartos, la número uno mundial volvió a dejar otra actuación granítica, rebosante de deseo, que le sirvió para contener a la número seis del mundo, que vendió cara su piel en el set decisivo. Todo un aviso para Azarenka, la segunda mejor jugadora del planeta, que llegó a la lucha por el título tras ganar 6-4 y 6-2 a la italiana Penetta pese a un horrible día al servicio.

“Me puso nerviosa, fue duro al final”, reconoció la estadounidense, que solo ha cedido 16 juegos camino del último duelo. “Jugar aquí y escuchar constantemente '¡Vamos Serena! ¡Vamos Serena!', es genial, algo que me hace sentirme muy especial. Lo digo sinceramente. Gracias”, continuó. “Azarenka mejora su juego cuando de verdad importa, por eso está en la final”, cerró.

Jugar aquí y escuchar constantemente '¡Vamos Serena! ¡Vamos Serena!', es genial, algo que me hace sentirme muy especial"

Azarenka y Serena ya se enfrentaron en la final de 2012. Probablemente fue el mejor partido del curso. Se coronó la estadounidense, pero tras un pulso espectacular. La bielorrusa, además, viene de ganar a la número uno en sus dos últimos duelos en pista rápido, el más cercano en el torneo previo (Cincinnati). En el vestuario creen que esa derrota es la que espolea el magnífico torneo que está firmando Serena. Solo así se explican algunos entrenadores que a las 8.30 de la mañana, cuando llegan las jugadoras más madrugadoras, se encuentren ya con la número uno entrenándose en la pista y haciendo cubos para limar sus golpes; o que después de ganar su partido de cuartos se fuera directa al gimnasio.

A los 31 años, la estadounidense busca su 17º grande, tantos como Roger Federer. Su temporada, llena de trofeos medianos (siete, para ocho en total), necesita ese broche para alcanzar el sobresaliente, porque solo levantó los brazos en Roland Garros de entre los torneos grandes. En Nueva York, Serena está hambrienta. De 6-0 en 6-0, devora rivales.

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Sobre la firma

J. J. M.
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.

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