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Nadal asalta la Gran Manzana

El español tumba a Gasquet en semifinales del US Open y se medirá el lunes a Djokovic en su 18ª final grande

Nadal devuelve la pelota ante Gasquet.Foto: atlas | Vídeo: STAN HONDA
Juan José Mateo

De la noche fría emerge Rafael Nadal sin heridas: gana 6-4, 7-6 y 6-2 al francés Richard Gasquet, que le rompe el saque por primera vez en el Abierto de Estados Unidos, y llega a la final de Nueva York, donde se enfrentará este lunes (23.00) al serbio Novak Djokovic, que mantendrá el número uno pase lo que pase en el cruce decisivo tras remontar 2-6, 7-6, 3-6, 6-3 y 6-4 al suizo Stan The Man Wawrinka. “Es increíble estar de vuelta en una final”, dice el mallorquín sobre la pista. “Novak es un competidor alucinante, uno de los mejores jugadores que nunca he visto. Un gran campeón. Espero estar listo”, añade el número dos sobre el duelo por la Copa. Antes, Nadal jugando con Gasquet entre el ulular del viento.

El Nadal decidido del inicio, despiadado en el golpeo, ese que parece dispuesto a coger el encuentro por la solapa y llevárselo al vestuario en un suspiro, deja paso a otro dubitativo. Sopla el viento. Baja el mercurio del termómetro. El público se calienta con rebecas y al mismo tiempo va el español emborronando su juego con decisiones a veces sorprendentes, que no suelen estar en su repertorio ni responden a su adn: deja varias dejadas mal tiradas, un puñado de pelotas mordidas y un buen surtido de tiros que carecen de su impresionante pegada porque nacen enredados en las cuerdas de su raqueta, que los despide sin limpieza. Nadal, ya se sabe, es un tenista de fuego, disfruta en el calor, se crece con el sol, que acuna sus efectos y le da un extra de picante a sus tiros. Con frío, sin embargo, se siente incómodo, porque le corre menos la pelota, se le quejan más los tendones y las articulaciones, y el conjunto de su propuesta se resiente.

Novak es un competidor alucinante, de los mejores que nunca he visto

Nada de eso le frena ante Gasquet, porque el español está para lo fino y para lo grueso, listo para asaltar la Gran Manzana, afinado para pelear por el título. Sin los brillos de otras tardes, al español le bastó con un estupendo nivel medio para derribar al francés, un tenista con golpes para los museos y sin triunfos para el recuerdo. Pocos jugadores reflejan mejor que el número nueve que en el tenis del siglo XXI no se gana solo con la raqueta, dependiendo del talento puro y de la correcta aplicación de la estrategia. Frente a competidores voraces como el mallorquín o el temible Djokovic pesan tanto o más el corazón y la cabeza, cuenta mucho el autocontrol que permita domar al miedo, acallar al pánico, cerrar los ojos al vértigo que provocan los genios. Sin el convencimiento necesario para pelear de tú a tú, el francés carece de dictado en los grandes escenarios, se diluye ante la presión, dimite sin siquiera darse cuenta. Nadal, ya se sabe, es justo lo contrario.

La fortaleza mental y el equilibrio interior de Gasquet, que desaprovecha cinco bolas de break (1 de 6), quedan reflejados en el tie-break de la segunda manga, hasta la que llega impulsado por un magnífico segundo set en el que remonta un break de desventaja y disfruta de dos pelotas para conseguir otra rotura: comete doble falta en el primer punto del desempate y repite el doble error en el que cierra el debate. En medio, Nadal, hambriento e intenso, le devora. Insaciable, el caníbal asalta cada pelota y se lanza como un cohete a por la 18ª final grande de su carrera. A los 27 años, el español, que en febrero volvió a las pistas tras superar una lesión de rodilla que le tuvo apartado del circuito durante siete meses, vuelve a conseguir un imposible: ser pasado, presente y futuro de su deporte; tener cosas que decir en el hoy y en el mañana cuando han pasado tantas cosas desde que ganó su primer grande (2005).

Ahora, en el partido decisivo le espera Nole, el terrible, que llega tras un tremendo esfuerzo de 4h 09m. Será una final decidida por milímetros. Un encuentro para fuertes. Una tarde en la que Nadal y Djokovic se echarán un pulso con raqueta, corazón y cerebro.

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Sobre la firma

Juan José Mateo
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.

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