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Horner rompe todas las barreras

“Será difícil conseguir un equipo con 42 años”, dice el estadounidense tras ganar la prueba ciclista española dos años después de sufrir una embolia pulmonar en el Tour

Horner, en el podio junto a Nibali (izquierda) y Valverde.
Horner, en el podio junto a Nibali (izquierda) y Valverde.Carlos Rosillo

Una Vuelta alborotada y anárquica (en el sentido literal de la palabra) debía tener un campeón sorprendente y perplejo. Por eso hasta Christopher Horner (Okinawa, 1971) se extrañó de Christopher Horner y en un acto sincero y humilde declaró en la salida de Leganés: “Esperaba luchar con los mejores, aunque la victoria no formaba parte de mis expectativas. Si acaso, pensaba en ir algunos días de líder”. Fue antes de darse el paseíllo por Madrid con el jersey rojo que ya nadie le quitaría y exhibirlo en el podio. Pero el debate le persigue: ¿puede un ciclista de casi 42 años ganar una de las tres grandes carreras por etapas en un deporte de extrema dureza sin exhibir, además, un palmarés previo de lustre? Más aún, ¿puede alguien ganar con 42 años en deportes de exigencia máxima?

La sorpresa es general. “Hay que acostumbrase a circunstancias como esta o similares, por extrañas que parezcan”, afirma Xabier Leibar, director del Centro de Alto Rendimiento de Fadura, que dirige a deportistas olímpicos de distintas modalidades. “Hay que tener siempre en cuenta la genética, que influye en la velocidad, por ejemplo, la resistencia, que tiene que ver con el entrenamiento y el cuidado profesional, y el desgaste realizado en los picos de la temporada”.

Horner cuenta con una genética apropiada, su entrenamiento ha sido el adecuado, su cuidado personal ha mejorado desde que engullía donuts y hamburguesas con la pasión de un adolescente, y, sobre todo, su desgaste ha sido escaso antes de la Vuelta. Este año, desde la Tirreno-Adriático, en marzo, donde fue sexto, solo ha participado en una carrera, el Tour de Utah, segundo por detrás de Danielson, por culpa de una lesión de rodilla que le ha tenido cinco meses de baja. Sus fuerzas energéticas, por tanto estaban intactas, aunque aún así estaba muy lejos de entrar en los pronósticos de la Vuelta. Si acaso aspiraba a ser un subversivo frente al poder oficial (Nibali, Purito Rodríguez y Valverde).

Porque su hoja de ruta era escasa. Tras aventurillas aficionadas y semiprofesionales, Horner llegó al ciclismo profesional con 26 años cuando sorprendió a Madiot, el director de La Française des Jeux, en el aeropuerto de París, adonde llegó con una mochila por todo equipaje, tras haber sido descubierto por Alain Gallopin en Sudáfrica. Allí aterrizaba un hippy, portentoso en la bicicleta, pero que, sin embargo, no cuajó en el ciclismo europeo y tuvo que regresar a EE UU, a vivir en una caravana con pequeños éxitos locales como el Tour de Langkawi, el Tour de Georgia o el Gran Premio San Francisco.

Tan alborotada y anárquica ha sido esta Vuelta que el mejor está casi en el paro

Con 33 años, en realidad nació Chris Horner, cuando el Saunier Duval español le reclutó en sus filas “porque era estadounidense”. Su papel de gregario se saldó con una etapa en la Vuelta a Suiza de 2005, pero quizás entonces nació un ciclista para las grandes citas europeas, aunque su función fue también secundaria al año siguiente en el Lotto (con un triunfo de etapa en el Tour de Romandia) y en el Astana, dos años después, antes de recalar en el Radioshack, donde ha convertido la perplejidad en certezas con el triunfo absoluto en la Vuelta al País Vasco (2010) y ahora en la Vuelta a España. Horner va a cumplir el 23 de octubre 42 años, pero su carné de ciclista de máxima exigencia tiene una hoja de cálculo de ocho años. ¿Explica eso su longevidad? No hay varitas mágicas.

“Hay tres aspectos fundamentales”, señala Juan Mari Irigoyen, médico de la Vuelta desde 1976 hasta el año pasado. “La genética que influye en lo físico, la técnica y la experiencia que dan los años, y el factor psicológico que influye en la motivación”. Cuando los tres confluyen puede explicarse una situación como la de Horner aunque sorprenda que sea un ganador y no un participante. Ha habido futbolistas que han llegado a los 40 (o superado, como Stanley Matthews que se jubiló con 50 años). Meneghin, en baloncesto, jugó hasta los 45. Augusto Ibáñez, Titin III, pelotari, sigue jugando partidos estelares con 44. Fernando Hernández, lateral del Balonmano Valladolid, participa en Primera con 40 años. El ciclista Íñigo Cuesta se retiró con 41, pero fue secundario en el pelotón.

Su cuidado personal ha mejorado desde que engullía donuts y hamburguesas

Horner ha ganado la batalla, como ganó la de la vida cuando venció a un coágulo cerebral que le produjo una embolia pulmonar tras una caída en el Tour de 2011. Él tiene su propia explicación: “Hay muchos factores que cuando se alinean, ayudan a conseguir la victoria. No solo decide la edad”, afirma. Eufórico, con la sonrisa permanente que ni siquiera pierde en las grandes ascensiones, ya se ha planteado otro reto: “Quiero seguir en el ciclismo profesional otros dos o tres años más, si es posible en un equipo ProTour. Si las piernas me responden, mi cabeza es buena para la bicicleta, pero sé que con 42 años es difícil conseguir un contrato”. Porque el campeón de la Vuelta de 2013 acaba su contrato y su equipo aún no se ha planteado su renovación o su despedida.

Tan alborotada y anárquica ha sido esta Vuelta que el mejor está casi en el paro. Quizás por eso los sprinters ganaban en la montaña y los escaladores en los sprints. Quizás por eso Movistar se iba de una gran vuelta sin un triunfo de etapa. Quizás por eso Euskaltel se despide del ciclismo siendo el mejor equipo de la carrera. Quizás por eso Francia ha descubierto a su nuevo ídolo, el joven Barguil, y el país galo acumula cuatro victorias parciales. Menos extraño fue que en Madrid ganara al sprint Matthews. Quizás porque también pueda dejar de ser extraño que se pueda ganar la Vuelta con 42 años. Porque como dice Xabier Leibar, “la frontera de los 40 no es el muro de Berlín”.

El más veterano en vencer una gran vuelta

Hasta ayer, Tony Rominger era el ciclista más veterano en ganar la Vuelta (1994), con 33 años y dos meses, una marca que pulverizó Chris Horner, al subirse a lo más alto del podio a los 41 años y 10 meses.

El estadounidense es también el corredor más veterano en ganar una gran vuelta ciclista: Firmin Lambot venció en 1922 el Tour con 36 años y 4 meses y Fiorenzo Magni se enfundó la maglia rossa de ganador del Giro con 34 años y 6 meses, en 1955.

El maillot verde de vencedor de la clasificación por puntos se lo llevó Alejandro Valverde, con 152, por delante del ganador de la ronda.

El ganador de la clasificación de la montaña fue el francés Nicolas Edet, que logró el maillot de lunares con 46 puntos, por los 32 de Horner.

El Euskatel, que poco antes de que comenzase la Vuelta anunció que desaparecería al final de la temporada —la licencia del equipo la ha comprado el piloto Fernando Alonso— fue el primero en la clasificación por equipos, por delante del Movistar y del Astana, del italiano Nibali.

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