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El oficio tumba a la Real

El grupo de Arrasate malgasta sus pocas ocasiones y sucumbe en la segunda mitad

Los jugadores del Shakhtar celebran el primer gol.
Los jugadores del Shakhtar celebran el primer gol.ANDER GILLENEA (AFP)

Los estilos no se cambian salvo que las circunstancias toquen a rebato y la Real tiene un estilo, no solo de dibujo, de geografía en el campo, sino sobre todo de actitud que se manifiesta por igual en la Liga, en la Copa o en la mismísima Champions. Sobre todo impera la calma, el mejor antídoto contra la hipertensión, en espera de que una jugada colectiva o individual rompa el partido y el marcador. El contragolpe es el primer argumento y para ello cuanta con un futbolista impecable. Todo lo que toca Griezmann anuncia peligro con esa carrera de menos a más y esa zurda cuyo pie protege con una bota que se antoja la zapatilla de un bailarín. De sus botas nació un pase profundo, vertical, hacia Vela, que el mexicano redondeó con una vaselina que solo tuvo el infortunio de rozar la oreja de un defensa para no ser gol. De su bota o zapatilla salió otro disparo cruzado, una triangulación con Vela y Rubén Pardo. Por donde andaba Griezmann había minas de oro.

R. SOCIEDAD, 0 - SHAKHTAR, 2

Real Sociedad: Bravo; Estrada, Mikel González, Íñigo Martínez, De la Bella; Bergara, Rubén Pardo (Granero, m. 81); Vela, Xabi Prieto, Griezmann (Chory Castro, m. 74); y Seferovic (Agirretxe, m. 69). No utilizados: Zubikarai; Ansotegi, José Ángel y Ros.

Shakhtar Donetsk: Pyatov; Srna, Rakitskiy, Kucher, Skevchuk; Fernando (Fred, m. 87), Hübschman (Stepanenko, m. 67; Douglas Costa (Bernard, m.77), Teixeira, Taison; y Luiz Adriano. No utilizados: Kanibabolotskiy; Volovyk, Eduardo y Krivtsov.

Goles: 0-1. M. 65. Teixeira. 0-2. M. 87. Teixeira.

Árbitro: Ovidiu Hategan (Rumania). Amonestó a Luiz Adriano, Fernando, Teixeira, Rakitskiy, Bergara e Íñigo Martínez.

Unos 27.000 espectadores en Anoeta.

Pero la Real era la calma, no el volcán. Quería el contragolpe, y el Shakhtar quería el orden, el control, mucha presencia en el campo aunque al final disparase perdigones. El equipo de Lucescu está construido con veteranos por detrás, nacionales (Srna es croata pero es el capitán por jerarquía y años de estancia) y brasileños muy jóvenes, dirigidos por uno de ellos, Fernando. El clásico mediocentro brasileño cincelado a troquel.

Entre la calma de la Real y el orden del Shakhtar, mediaron esas oportunidades manifiestas del equipo de Arrasate, incluido un penalti de Srna sobre Xabi Prieto que el árbitro sacó del área. El plan A parecía funcionar aunque le faltaba algunos centímetros para llegar a la red o un afinamiento de puntería para superar a Pyatov, que había dado muestras de inseguridad. Y le faltaba Carlos Vela, demasiado oculto en todas las zonas del ataque. Sin Vela a la Real se le funde una bombilla y juega medio a oscuras. Griezmann acompañaba su verticalidad con la de Pardo, incisivo pero aún con la punta un tanto roma.

La Real suele abandonar la calma —no perderla— en las segunda mitades. Pero cuando estaba engrasando el motor, Srna, omnipresente el veterano croata, puso el balón en el área para que lo rozase Douglas Costa y el latigazo lo diera Teixeira. Tras tantos perdigones, el Shakhtar saltó el primer disparo y dio de lleno en el garaje. A la Real se le gripó entonces el motor. La calma que estuvo a punto de abandonar decidió perderla. Tocaban a rebato y ya el plan A había encallado. Así que la trompeta sustituyó al tacto.

Pero el Shakhtar, a pesar de su mayoritaria juventud, es un equipo con oficio y trabajado por la mano implacable de Lucescu. Con Vela apagado y Griezmann más tarde retirado, en una extraña decisión de Arrasate, la heroica era un suicidio. Se desequilibró la Real. Se rompió y al contragolpe el equipo ucraniano hizo estragos. Luiz Adriano era un puntal elevado para proteger el balón y Alex Teixeira, un cuchillo demasiado fino, ágil. Un punzón de joyero. La segunda que tuvo también la llevó a la red en un contragolpe fulgurante.

El gol remató a la Real que, en realidad, había muerto mucho antes. Murió primero por falta de puntería, después de desorientación, al final de desconcierto. El Shakhtar había sido una excavadora que hurgó en sus carencias y solo sufrió cuando Griezmann cogió el catalejo y afinó su recital de pases, largos y cortos. Pero lo que empezó siendo un partido suyo acabó con él en el vestuario y con Teixeira ocupando su lugar en el trono. El debut realista fue un estacazo en toda regla. El primer susto no se lo dio el coco (presuntamente el Manchester), sino un equipo presuntamente de su nivel, pero que hizo gala de un oficio ejemplar. Y el oficio también gana partidos.

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