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El día clave de Ancelotti

El técnico fija Estambul como punto límite para decidir si insiste en desarrollar el juego asociativo o vuelve al contragolpe

D. TORRES
Estambul -
Ancelotti dirige el entrenamiento en Estambul.
Ancelotti dirige el entrenamiento en Estambul.tolga bozoglu (EFE)

Carlo Ancelotti jamás imaginó que podría suceder lo que vio en El Madrigal el sábado pasado. El técnico del Madrid confesó en el vestuario, tras el partido contra el Villarreal (2-2), que jamás pensó que le pudieran rematar tanto en su área; que fue inconcebible que el rival atravesara sus líneas con tanta facilidad sin dar un pelotazo, y que su centro del campo fuera incapaz de cerrar los espacios en un campo tan estrecho. “Si hoy no hemos robado un balón, ¿dónde los vamos a robar?”, se preguntó. La desazón del italiano es tan grande que se plantea proponerle al club un cambio de estrategia. El partido contra el Galatasaray es el último escalón de una sucesión de pruebas que han resultado fallidas. Si hoy el equipo no responde, Ancelotti propondrá dar un volantazo.

Lo dicen los jugadores, lo repiten los empleados, y lo celebran los directivos: “Ancelotti es un hombre de club”. Esto significa que el nuevo entrenador del Madrid pone la voluntad del club por encima de todo y la institución está encarnada en la figura del presidente Florentino Pérez. Técnico y mandatario han trazado un plan maestro desde que comenzaron a contactar, cuando todavía Ancelotti trabajaba para el PSG. Uno de los principios rectores de este plan fue simple: el equipo con la mejor plantilla y el mayor presupuesto mundial no podía edificar su estilo supeditándolo todo a la provocación de errores en el rival. Porque, ¿y si el adversario no cometía errores? Florentino Pérez insistió en que era preciso que el equipo desarrollara un funcionamiento más sofisticado que el contragolpe. Era preciso volver a llevar el peso de los partidos y para esto había que elaborar más el juego.

La llegada de Bale y la venta de Özil han desajustado su esquema previsto

Había pasado un mes desde que ocupaba el banquillo cuando las probabilidades de desarreglos comenzaron a ser elevadas en las proyecciones de Ancelotti. Comenzó a percibir desequilibrios desde el amistoso contra el Lyon, en pretemporada, y la venta de Özil y la llegada de Bale acabaron por desajustar su esquema de 4-4-2. El técnico repasó su plantilla, hombre por hombre, rememoró los requerimientos de la institución, y concluyó que alcanzar los objetivos con estos jugadores sería complicado a menos que se amoldaran al único sistema posible: un 4-3-3 muy sui generis. Un 4-3-3 que resolvió examinar definitivamente contra el Villarreal y el Galatasaray, dos partidos que ha considerado fundamentales para decidir el rumbo definitivo. La primera prueba, en El Madrigal, le espantó.

Antes del inquietante empate en Vila-real, Ancelotti ya consideraba distintos factores que dificultaban su tarea de convertir al Madrid en un equipo que se ordene alrededor de la pelota. Primero, destaca que la plantilla está sobrecargada de delanteros y mediapuntas sin instinto para defender. Segundo, considera que parte con tres titulares fijos, Cristiano, Bale y Benzema, y que todos ellos se caracterizan por esperar a que les suministren balones para atacar. Por detrás de la primera línea, entre los volantes, observa a Modric, Illarramendi, Di María e Isco, y le cuesta encontrar suficientes cualidades defensivas para sostener el armazón. Si al lateral derecho se suma Carvajal, inexperto para la marca, el castillo se tambalea.

No tendremos problemas para marcar. Necesitamos defender mejor”

¿Por qué tanta obsesión con defender? La explicación del entrenador es una nítida reflexión de escuela italiana. Dice que en la plantilla prevalecen los jugadores de corte artístico, y que este tipo de futbolistas necesitan el contacto continuado con el balón para estar mentalmente ágiles y seguros. Si no se esfuerzan por recuperar la pelota lo antes posible, como ocurrió contra el Villarreal, acaban desconectados, se desmoralizan, y engranan un círculo vicioso. No atacan porque no defienden y no defienden porque no atacan. Por esto, para Ancelotti es importante restituir a Khedira y Alonso. Por esto tiene dudas sobre Isco, a quien considera un delantero, y sobre Modric, en quien advierte un deficiente fondo físico.

Ancelotti lleva dos meses intentando mentalizar a Isco, Modric, Di María e Illarra de que deben correr mucho más en defensa. De momento, no lo consigue. “No estoy contento porque en Vila-real nos ha faltado equilibrio”, lamentó ayer. “No tendremos problemas para marcar goles. Lo que necesitamos es defender mejor. Y no es solamente un problema de los cuatro de atrás. Es un problema de los centrocampistas, que deben ayudar más”.

“Contra el Galatasaray”, concluyó, “será un test muy importante para nosotros, para medir el carácter y la personalidad del equipo”.

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Sobre la firma

D. TORRES
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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