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Alonso: “No podemos hacer nada”

El piloto asturiano, a pesar de la remontada, vuelve a mostrar su frustración ante el rendimiento de su F138

Oriol Puigdemont
Alonso, durante el Gran Premio de Singapur.
Alonso, durante el Gran Premio de Singapur. JOHN HENG (EFE)

Ya puede estar empeñado Luca Cordero De Montezemolo en demostrarle a Fernando Alonso que quien manda en la Scuderia es el presidente y no el piloto por más bueno que sea, que el español se supera cada domingo de carrera y deja en evidencia un monoplaza que ha sumado muchos más puntos de los que se merece. Si uno atiende a que el jugo que Sebastian Vettel le saca al Red Bull no tiene nada que ver con lo que consigue Mark Webber, se corresponde también realizar esa comparativa entre Alonso y Massa, y la diferencia entre ambos (100 puntos) es casi tan abismal como la que separa al alemán del australiano (117 puntos).

El ovetense se ha hartado de repetir que pelear por el pasado Mundial hasta el último gran premio fue algo milagroso dada la escasa chicha que el F2012 escondía en su panza. A pesar de que el F138 nació mucho más sano que su antecesor, hace un par de semanas que Ferrari detuvo su desarrollo, y ya nadie en Maranello cree a estas alturas que el asturiano pueda llegar a Brasil el próximo 24 de noviembre con opciones matemáticas de ganar.

La frustración de Alonso es evidente y se hace comprensible cuando se le observa en carreras como esta última. Arrancó el séptimo, en la primera curva se colocó el tercero después de merendarse a cuatro coches (Massa, Grosjean, Hamilton y Webber), y más adelante a Rosberg, gracias a un buen zigzag de sus estrategas, que le reclamaron al taller cuando el coche de seguridad asomó en la pista (vuelta 25). Ese volantazo le obligó a completar las 36 vueltas que faltaban con el mismo juego de neumáticos y sin ninguna garantía de que pudiera resistir las embestidas de los demás, que calzaban compuestos más frescos.

El subcampeón aseguraba estar convencido de poder llegar a Interlagos a menos de 25 puntos del campeón, pero esa convicción ha pasado a ser una quimera

“Sabíamos que teníamos que inventar algo y eso pasaba por salir bien y seguir una estrategia distinta. Si tenemos en cuenta la poca competitividad del Ferrari, este resultado sabe a victoria. Si el viernes o el sábado me dicen que terminaría el segundo no me lo hubiera creído”, dijo Alonso.

Hasta ahora, el subcampeón aseguraba estar convencido de poder llegar a Interlagos a menos de 25 puntos del campeón, pero esa convicción ha pasado a convertirse en una quimera. “Tenemos que ser realistas. Aún hay seis grande pruebas por delante, pero la diferencia no para de crecer (ahora es de 60 puntos). Debemos ser honestos, si somos un segundo más lentos [que Vettel] necesitamos mucha suerte. Pero no solo en Korea, también en Japón, en India y en Abu Dabi”, añadió, resignado. “No podemos hacer nada. Lo hacemos lo mejor posible, tratamos de mejorar pero no lo hacemos lo suficiente. Red Bull lo está haciendo mejor y se lo merecen”, zanjó Alonso, que en la vuelta de honor le hizo de taxista a Webber, que se cargó el cambio de su RB9, y por ello recibió una reprimenda. El australiano también fue amonestado, pero como en su caso fue la tercera vez que le llaman la atención, se le aplicará una penalización de 10 puestos en la parrilla de salida de la próxima cita, en Corea, dentro de dos semanas.

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