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Victoria raquítica del Valencia

Metidos toda la segunda parte en su campo, los de Djukic vencen a un Rayo sin remate

Jonas celebra su tanto con Pereira y Bernat.
Jonas celebra su tanto con Pereira y Bernat. Kai Försterling (EFE)

Esta es la historia de un portero cojo vestido de rojo a quien no pudieron batir los jugadores del Rayo. No le tiraron o lo hicieron con una inocencia infinita. Diego Alves atrajo las miradas por sus andares renqueantes y porque el Valencia apenas abandonó su área en toda la segunda parte. Esta es la tercera victoria consecutiva del cuadro de Djukic, especialmente raquítica por cómo la logró: subyugado por la medular del Rayo, achicando agua y pidiendo la hora, sin una jugada meritoria que echarse a la boca. Mestalla reaccionó con una mezcla de indignación y de nostalgia, al reconocer a Kempes, presente en el palco.

Señalado el final del primer tiempo, Banega se descalzó antes de llegar al vestuario. Exhausto. Su deficiente estado físico no le permite disfrutar del juego. Tampoco la manera de proyectarse el equipo, a pelotazo limpio desde la portería o los centrales. El centro del campo es un agujero negro. Esto no es lo que practicaba Djukic en el Valladolid. El Rayo fue conquistando la medular a partir de la calma y la visión de Trashorras. Lástima para Jémez que sus delanteros no asusten ni a Caperucita. Salvo alguna internada por la derecha de Lass, el resto fue un ataque pusilánime.

VALENCIA, 1-RAYO, O

Valencia: Diego Alves; João Pereira (Barragán, m. 85), Víctor Ruiz, Mathieu, Bernat; Fede (Feghouli, m. 69), Javi Fuego, Banega (Míchel, m. 80), Canales, Pabón; y Jonas. No utilizados: Jaume, Romeu, Alcácer, Parejo.

Rayo Vallecano: Rubén; Arbilla, Zé Castro, Saúl (Castillo, m. 88), Mojica ; Lass, Raúl Baena (Bueno, m. 76), Trashorras, Adrián, Sebas Fernández (Perea, m. 63); y Larribey. No utilizados: Cobeño, Nacho, Galeano y Cueva.

Goles: 1-0. M. 38. Jonas, de tiro cruzado tras aprovechar un fallo de Saúl.

Árbitro: Fernández Borbalán. Amonestó a Baena, Víctor Ruiz, João Pereira, Arbilla, Fede, Saúl y Zé Castro.

Unos 30.000 espectadores en Mestalla.

Fede, ese volante zurdo surgido de la nada, se mueve como un veterano en Primera pese a tratarse de su cuarto encuentro en la máxima categoría. El espectador siempre espera su entrada en escena. Por lo que pueda pasar. O una diagonal desde el interior derecho, o un caño a Saúl en carrera larga, o un tirazo al palo largo repelido por la bella estirada de Rubén. Representa lo mejor de un Valencia paupérrimo en casi todo lo demás.

Junto a Jonas, tanto tiempo de segunda punta o de centrocampista cuando, en realidad, es un goleador afilado. Lo comprobó Saúl, el central rayista, al escapársele un control dentro el área. Se lo arrebató Jonas para marcar de tiro cruzado.

El amor propio de Diego Alves le llevó a jugar dolorido gran parte del encuentro. Aguantó con una lesión en el muslo porque en el banquillo no estaba Guaita sino el chaval Jaume. Alves fue el saco de todos los golpes: Adrián le propinó primero un manotazo y después un costalazo.

Trashorras siguió gobernando el choque mientras Banega miraba al banquillo suplicando el cambio, aunque Djukic no se diera por aludido hasta más adelante. A falta de acciones de ataque, Mestalla jaleó un zapateado de Bernat en su lateral izquierdo: un puñado de regates a Perea en un cuadrante. El Rayo aumentó su dominio y también su inocuidad atacante: Perea, solo ante Alves, le disparó suave a las manos. El meta cojo se sintió el héroe ante su equipo desastroso.

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