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Neymar honra ‘el paraíso’

El brasileño, elogiado por el vestuario, recibe críticas del técnico rival por “exagerar” las faltas

Neymar trata de regatear a dos rivales.
Neymar trata de regatear a dos rivales.FERNANDO ZUERAS (DIARIO AS)

El juvenil del Celtic y el del Barcelona disputaron, a las tres de la tarde, hora local, un partido de la Champions Sub-20 en un viejo y trasnochado estadio, el Cappielow Park, el campo del Greenock Morton, a 40 kilómetros de Glasgow, río arriba, madera en los asientos y en las vigas, olor a viejo fútbol de barro y a cerveza los sábados por la tarde. Allí acudió el director deportivo Andoni Zubizarreta, pero ninguno de los directivos del Barcelona que, por la noche, asistieron al partido en el Celtic Park, la mítica puerta de entrada que recibió a Neymar en su primer partido europeo lejos del Camp Nou. “Buen sitio para que descubra y disfrute del mejor fútbol de siempre”, convino Zubi.

Llegada la hora de dar la talla, el brasileño supo honrar el campo donde un día el menudo Jimmy Johnstone, de regate en regate, rindió tributo al fútbol, y donde reciben las estatuas del extremo, del mítico entrenador Jock Stein y de Wilfred Kerins, el cura que fundó el Celtic en 1888 para recoger fondos para la caridad. En ese escenario tan especial, Neymar se hizo mayor. Sacó de centro el Barcelona y en un rondo de dos minutos, el brasileño tiró dos quiebros y un desmarque por la izquierda, ejemplo puro de lo que vendría después.

"No tengo duda de lo que aporta en ataque, pero también en defensa", le alaba Martino

Se abrochó el Barcelona a la jerarquía y pausa que le dieron Xavi, Iniesta y Busquets, al orden y mando de Piqué y Bartra, al criterio de Cesc al elegir y al picoteo de Pedro. Y, llegado el momento, le salvó otra vez un paradón de Valdés. Neymar, en su puesta de largo, llevó el peso de la fiesta encarando a Forster. No le perdió la cara al partido, abrió el campo, fue paciente y, consciente de que no puede quitarle el trono a nadie, y menos a Leo, empezó en Escocia a reivindicar su reinado. Encaró pero no abusó, supo jugar en corto y dar resuello al equipo, y se llevó más palos que nadie contra tipos que le sacan pescuezo y medio.

Por su culpa vio la amarilla Lustig y la roja Brown, en el minuto 59. A partir de ese momento, la grada se cebó con él y le abucheó. Insistía el técnico rival, Neil Lennon, después del encuentro, en lo mal que le habían parecido los aspavientos del brasileño, poco le importaba la patada que recibió después de aquella falta que mereció la expulsión. “Este es un juego físico, Neymar no hace ningún favor al fútbol exagerando este tipo de jugadas”, insistió para defender las pitas de la grada, la misma hinchada que se puso en pie para despedir a Iniesta, por cierto. Esa que dio la bienvenida al partido con un mosaico que decía “This is the paradise” [Esto es el paraíso].

Pero, ni por esas se distrajo. Neymar siguió a lo suyo, incisivo, vertical y valiente —“ha tenido la personalidad suficiente para seguir jugando de la misma manera”, le alabó el técnico—, hasta que armó la contra que terminó con el gol de Cesc. Fue la noche que descubrió de qué vaina va el fútbol en las islas, la noche que supo honrar el campo que pisó, la noche que solo dos paradones de Forster le negaron un gol en la mítica cueva de los católicos de Glasgow, allí donde tantas veces James Connolly Johnstone, el pequeño príncipe, honró al fútbol con velocidad y quiebros.

“Cada vez me adapto mejor al equipo”, concluyó Neymar. Martino le elogió: “No tengo ninguna duda de lo que aporta en ataque, pero además también aporta mucho defensivamente. Ante equipos que se cierran como el Celtic, jugadores como él y como Leo son muy necesarios”.

El fresco fútbol de Neymar tuvo aroma a fútbol de toda la vida. Y se enorgulleció el Barcelona por sacar adelante un partido tan complejo sin su estrella, Leo Messi. “Es imposible no echarle de menos, pero a veces se presentan este tipo de situaciones y tenemos que dar la cara. Preferimos jugar siempre con Leo, como pensaría cualquier entrenador y cualquier grupo de jugadores”, señaló Martino; “pero el Barcelona tiene suficiente plantilla para que cuando Leo falte no pongamos como excusa un mal resultado por su ausencia”.

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