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El reino de Uchimura

El japonés se ha convertido en el primer gimnasta en sumar cuatro títulos consecutivos gracias a un cuerpo privilegiado y al programa más difícil del mundo

Amaya Iríbar
Uchimura, durante su ejercicio de barras paralelas
Uchimura, durante su ejercicio de barras paralelas JOHN THYS (AFP)

En los últimos meses todo ha cambiado en la vida de Kohei Uchimura. Se ha casado y ha sido padre. Pero hay cosas que no cambian. El japonés sigue siendo el mejor gimnasta del mundo, como ha demostrado en Amberes (Bélgica), donde ha logrado su cuarto título mundial consecutivo, una proeza que nadie había logrado antes y que el diminuto deportista promete aumentar porque solo tiene 24 años.

El secreto del largo reinado de Uchimura empieza en su cuerpo, perfecto para la gimnasia. Aunque a simple vista podría parecer un poco escuchimizado, sin tantos músculos superdesarrollados como algunos de sus rivales, sus medidas son perfectas: apenas sobrepasa el 1,60m y pesa 55 kilos, según su ficha. “Es pequeñito, ágil, fibroso y muy explosivo”, resume Pablo Carriles, juez internacional y que conoce bien a la estrella. Y aunque podría parecer que ese cuerpo le impediría brillar en aparatos de pura fuerza como las anillas, como su tren inferior es muy ligero, no necesita tanto brazo para hacerlo.

El japonés ganó su primer título mundial con solo 20 años

Si a ese cuerpo se añade la técnica de una de las mejores escuelas del mundo, la japonesa, con tantos ilustres campeones (muchos de ellos ahora entrenadores), y un programa que es el más difícil del mundo, la ecuación se completa. Uchimura no es el mejor en ninguno de los seis aparatos, aunque en suelo colecciona triunfos, pero está entre los cinco mejores en varios. En Amberes, está clasificado para las finales de suelo, paralelas y barra fija, pero solo en este último aparato logró la mejor nota. En salto también sumó más puntos que nadie, pero como solo entrena un salto no estará en la final.

“Es supercompleto, no hay un solo aparato en el que flojee”, continúa Carriles, “en todos tiene notas de partida muy altas”. Esa es otra de las razones de su hegemonía. Desde que desapareció el 10,00 de la gimnasia las notas son el resultado de sumar la dificultad y la ejecución. El programa del japonés es tan complicado que antes de salir al tapiz ya tiene casi un punto de ventaja. Una ventaja que suele consolidar no solo porque técnicamente es impecable, sino también porque es muy difícil verle fallar. Casi tanto como verle sonreír. Dice Carriles que fuera del gimnasio Uchimura es “muy callado. No le sacas una sonrisa ni a tiros. Es muy introvertido”.

Es supercompleto, no hay un solo aparato en el que flojee” Pablo Carriles, juez internacional

Pero hay algo más que el físico, la técnica y un programa de vértigo que ejecuta con la tranquilidad de un maestro, en la explicación del dominio de Uchimura, que empezó un año después de los Juegos de Pekín 2008, donde fue segundo. Algunas tiene que ver con la propia evolución de la gimnasia, que en los últimos años se ha convertido en un deporte de especialistas. Antes todos los gimnastas tenían que hacer los seis aparatos, pero ahora no y esto ha provocado que muchos decidan renunciar al concurso completo. Y la federación ha decidido celebrar mundiales todos los años, menos el olímpico, mientras que antes la gran cita era cada dos años.

En cualquier caso, la gesta de Uchimura es difícil de repetir. Porque el japonés además ha mostrado una precocidad increíble. Ganó su primer título mundial con solo 20 años, cuando muchos gimnastas están aún a medio hacer, y solo tiene 24, por lo que aún le quedan muchos años de gimnasia en el cuerpo. Si no se cansa de las exigencias del deportes, su reinado puede continuar.

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Sobre la firma

Amaya Iríbar
Redactora jefa de Fin de Semana desde 2017. Antes estuvo al frente de la sección de Deportes y fue redactora de Sociedad y de Negocios. Está especializada en gimnasia y ha cubierto para EL PAÍS dos Juegos Olímpicos y varios europeos y mundiales de atletismo. Es licenciada en Ciencias Políticas y tiene el Máster de periodismo de EL PAÍS.

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