Por donde sube Purito no sube nadie

“Por donde pasa una cabra pasa un soldado; por donde pasa un soldado pasa un regimiento”, decía, reinterpretando a Bonaparte, el general Giap, que derrotó a los franceses y a los americanos en Vietnam, y no sería el pelotón ciclista, el regimiento tan acostumbrado los últimos años a los caminos de cabras en las montañas, quien le llevara la contraria. Con una excepción, si ese día llueve, y el paisaje es de otoño, y hay un lago al final de la escapada, y el camino de cabras sube al 15% hasta un pueblecito mínimo, agarrado como con las uñas a las peñas, que se llama Villa Vergano, la fórmula es otra, más o menos esta: por donde sube una cabra sube Purito, y por donde sube Purito no sube nadie, ni siquiera Valverde, que lo intentó y se lanzó a por él en la bajada final, pero lejos.

Como el año pasado, en el mismo lugar casi metro por metro, donde la carretera se empina hacia el infinito y se estrecha hasta la nada, a 10 kilómetros de la meta en Lecco, donde el lago, Purito Rodríguez atacó, exhibió su minuto y medio incontenible, abrió hueco y se lanzó descenso húmedo abajo solo y feliz, sin temor a traiciones ni a cuchillos afilándose a sus espaldas. Una semana después de su Mundial más amargo, el ciclista catalán del Katusha logró una victoria consoladora, que, le ofrece además, los puntos necesarios para ser primero del ránking mundial por delante del ganador del Tour, Chris Froome. Y, por si faltaba poco, segundo fue Valverde, a quien en Florencia, en el final más discutido de los últimos tiempos, acusó de no haber sabido hacer de stopper para frenar el contraataque demoledor y victorioso del portugués Rui Costa.

“Ha estado bien, sí, pero me habría gustado más ganar con el maillot arcoíris de campeón del mundo”, dijo Purito que llegó a su momento decidido en una posición ideal gracias, por un lado, a la caída que eliminó a Nibali, otro de los del final del Mundial, a 90 kilómetros de la meta, y, por otro, a la táctica sorpresa del Movistar que rompió la carrera con Nairo y Valverde en el muro de Sormano, y al trabajo de su Katusha, que acabó con la fuga de escaparate de Voeckler en el Ghisallo, con la que al menos obtuvo el privilegio de que las campanas de la capilla redoblaran en su honor solitario.

En el descenso final también andaba persiguiendo el irlandés Daniel Martin, con lo que aquello cobró también un aire de Lieja. Entonces, en abril, fue Martin quien alcanzó a Purito en los últimos metros, en la puerta de la meta de Ans, con Valverde también como espectador. Fue el primer segundo-tercero, Purito-Valverde, de la temporada. Ayer, finalmente, Valverde no fue espectador sino protagonista. Se lanzó a buscar la victoria y acabó segundo, mientras Martin terminó cuarto.

El primer puesto en el ránking mundial, que debería defender Purito la próxima semana en Pekín para terminar por tercera vez un año en lo más alto del WorldTour, es, sobre todo el reconocimiento de la regularidad del ciclista catalán, de 34 años, quien apenas ha levantado los brazos este año, pero a sus puestos de honor en las clásicas suma un podio en el Tour tras Froome y Quintana. “Y en 2014 espérenme en el Giro”, anunció Purito a los aficionados italianos, que hoy conocerán el recorrido de la próxima corsa rosa.