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turf | Gran Premio Arco del Triunfo
Columna
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Otro arco en la familia

La carrera de L'Arc de Triomphe se disputa en el hipódromo parisino de Longchamp el primer domingo de octubre

Fernando Savater
La carrera se disputa en el hipódromo parisino de Longchamp.
La carrera se disputa en el hipódromo parisino de Longchamp.BENOIT TESSIER (REUTERS)

No dudo del legítimo entusiasmo con el que muchos japoneses habrán acogido la elección de Tokio como sede de los Juegos Olímpicos de 2020, pero estoy seguro de que algunos habrán suspirado: “Sí, está muy bien, aunque aún hubiera sido mejor ganar por fin el Arco…”. Porque el Arco, l'Arc de Triomphe, la gran carrera que se disputa en el hipódromo parisino de Longchamp el primer domingo de octubre ha llegado a convertirse en una especie de obsesión sagrada para los turfistas nipones, su Santo Grial. Año tras año envían a alguno de sus mejores caballos y de sus buenos jinetes para intentar conseguirlo y siempre se quedan a las puertas del éxito perdido in extremis, segundos por una cabeza o terceros, tantálicamente cerca… Supongo que los hípicos japoneses son quienes mejor pueden entender lo que sienten los alcaldes madrileños respecto a las olimpiadas.

La ganadora ha sido una yegua de tres años, ‘Treve’, invicta en sus cinco salidas a la pista

Sin duda el aspirante al Arco más sólido que nunca ha llegado de Japón es Orfevre, un espléndido alazán tan espectacular de lámina como arrollador de galope. El año pasado se quedó a las puertas del triunfo: a poco más de cien metros de la meta, cuando ya había rebasado sin problemas a todos sus rivales, pegó un inoportuno bandazo que le hizo perder cuerpos y permitió que Solemia, con el gran Olivier Pelier, le cazase en los últimos trancos. Jugando con el título de la película de Indiana Jones, la prensa británica le llamó the Raider of the Arc Lost. En la edición de este año, Orfevre ha vuelto a intentarlo, demostrando su mejor forma en la carrera preparatoria de mediados de septiembre. La armada japonesa contaba además con otra buena baza, Kiruna, ganador del Derby en su país y montado por el jinete campeón Yutaka Take. Claro que este año el elenco de participantes era de especial calidad, compuesto por ganadores de las mejores pruebas no sólo de Francia sino también de Irlanda, Gran Bretaña, Argentina, etc…

And the winner is…. Pues ha sido una yegua de tres años, Treve, que permanece invicta en sus cinco salidas a la pista. Dotada de una aceleración asombrosa, a pesar de haberle tocado uno de los peores cajones de salida ya antes de entrar en la recta final iba en cabeza y luego se fue y se fue hasta ganar sin aparente esfuerzo por cinco cuerpos. Orfevre tuvo que contentarse de nuevo con el segundo puesto y Kiruna fue cuarto. Cuando tenía un año, Treve fue comprada por sólo 22.000 euros en una subasta francesa en la que hizo papel de Cenicienta. ¡Cuidado con las Cenicientas, siempre se vengan! El clarividente que recogió su zapatito de cristal fue Alec Head, patriarca de una de las familias hípicas más destacadas de nuestro país vecino. Alec Head, ya cerca de los noventa años, fue en su día entrenador de ganadores del Arco, como antes lo había sido su padre. Crió con mimo a Treve, que después ha entrenado su hija Cricquette, también ganadora ya del Arco en 1979 y cuyo yerno es precisamente el sevillano Carlos Laffon, entrenador a su vez de la vencedora el año pasado, Solemia. Es cierto que Treve ha corrido con los colores de un príncipe de Qatar, pero este propietario sólo ha puesto ahora su dinero en la yegua: lo demás ha sido mérito de los Head, porque criar grandes caballos de carreras es todavía asunto de artesanía y no de millones. Asunto artesano, de familia…

La gran jornada tenía el valor añadido de ver correr a un potro español

La gran jornada de Longchamp tenía para los aficionados españoles el valor añadido de ver correr a un potro nacional, Noozhoh Canarias, en el Criterium de los dos años, una de las carreras más importantes del calendario europeo para esa edad. Llegó segundo, a medio cuerpo del favorito ganador y padeciendo una monta manifiestamente mejorable, lo que le convierte en puntero de su generación. Una prueba más de que en España, a pesar de la crisis, el desinterés de los medios y demás dificultades, se siguen criando buenos caballos y se mantiene activa una afición que tiene que ver con nuestra tradición y que sólo cuenta en firme con el entusiasmo de unos cuantos…como tantas cosas más, ay, en nuestro país. ¿Y cómo se quedaron los japoneses después del Arco, su añorado Grial? Pues nada, frustrados hoy pero dispuestos mañana a encontrar por fin su Parsifal. El día que lo consigan, se lo habrán merecido con creces.

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