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Una España desteñida

La Roja se queda a un punto de garantizarse la clasificación para el Mundial tras un pobre partido ante la débil Bielorrusia Xavi y Negredo sellan los goles en un duelo sin sosiego

José Sámano
Xavi marca el primer gol de España
Xavi marca el primer gol de Españadavid ramos (getty)

Un mero punto frente a Georgia el próximo martes en Albacete garantizará al campeón su defensa del título mundial en tierras brasileñas. España enfiló su clasificación sin brillo alguno, con un fútbol desteñido ante la débil Bielorrusia. A la selección de Del Bosque le costó un mundo descorchar el partido y acabó con cierta congoja. El equipo no pasa por sus mejores tiempos y no da con las soluciones ante adversarios sin otro repertorio que refugiarse delante de su portero. Le ocurrió ante Finlandia y anoche frente al enigmático conjunto bielorruso, que no tiene futbolista alguno con cierta enjundia. Con mucha pesadumbre en la circulación de la pelota, la Roja ha perdido poderío, con y sin nueve. Michu, alistado a última hora por la baja de Villa, tampoco fue el remedio. Del Bosque tiene ocho meses para encerrarse en su laboratorio.

ESPAÑA, 2; BIELORRUSIA, 1

España: Valdés; Arbeloa, Piqué, Ramos, Monreal (Iniesta, m. 46); Busquets, Xavi, Cesc (Koke, m. 83); Silva, Michu (Negredo, m. 56) y Pedro. No utilizados: Casillas, Reina; Alberto Moreno, Juanfran, I. Martínez, Mata, Jesús Navas, Isco y Mario Suárez.

Bielorrusia: Gutor; Balanovich, Martynovich (Kislyak, m. 79), Filipenko, Verkhovtsov, Bordachev; Kalachev, Tigorev, Dragun, Putsila (Kornilenko, 76); y Radionov (Krivets, m. 54). No utilizados: Chernik, Veremko; Veretilo, Trubila, Kornilenko, Volodko, Bressan y Sitko.

Goles: 1-0. M. 60. Xavi. 2-0. M. 77. Negredo. 2-1. M. 88. Kornilenko.

Árbitro: I. Bebek (CRO). Amonestó a Martynovich, Piqué, Bordachev, Kalachev y Verkhovtsov.

Unos 20.000 espectadores en Son Moix.

Durante una hora, España, previsible, consumida por su retórica, no tuvo más dictado que sobar la pelota de costa a costa de forma anestesiada. Le pudo la mansedumbre hasta tal punto que a Gutor, portero de Bielorrusia, no se le vio hasta bien pasada la media hora, tras un remate de Silva desde fuera del área. Y no tuvo más planos en todo el primer tiempo. En la periferia de Valdés, que tomó la delantera a Casillas, tampoco hubo ruido, salvo por un doble desliz de Piqué que le pudo costar la expulsión y un penalti en contra y el gol remoto de Kornilenko. El árbitro no creyó sancionable una mano del central catalán dentro del área, cuando ya tenía tarjeta por otro manoseo al balón.

En esta España de hoy rotan los porteros y la montonera de arietes van en la noria. Hay debate en las dos áreas, pero con una diferencia sustancial: juegue quien juegue bajo el larguero, hay solvencia garantizada; en el punto final del equipo nadie lleva la delantera, no se vislumbra quien pueda amarrar el puesto. En Palma fue el turno de Michu, con el que Del Bosque compensó cierto retraso en su convocatoria tras su sobresaliente temporada en el Swansea con una instantánea titularidad en su debú. El asturiano nunca se enchufó al resto, extraviado en el embudo central de esta España que se apelotona por el centro y parece tener urticaria a los arietes, a los que muchas veces ignora demasiado. Tan solo al inicio, Pedro y Monreal, por la izquierda, cogieron vuelo por la orilla. Más le costó a Silva enganchar con Arbeloa, un lateral que se gana el sustento por su perfil defensivo. Nada benefició a Michu, al que le faltó coro. Negredo le cogió el testigo casi a la hora de partido.

Frente a la montonera bielorrusa, España fue puro fogueo. Poco le ayudó el estado del césped, bacheado como un paisaje lunar, un interruptor para el juego de precisión, control y un toque mejor que dos, que prodiga la selección de Del Bosque. Con la pelota brincando, la Roja en primera, sin marcha, un chollo para visitantes como Bielorrusia, de esos equipos que suspiran por que nadie les menee la trinchera, por que nadie les tire de la manta. Ese es su único consuelo y España se lo concedió más de la cuenta. Solo Pedro se atrevió al asalto personal en el uno contra uno; el resto, pura monotonía.

En esta selección de hoy rotan los porteros y los arietes van en la noria

Con el estropicio de Finlandia en la retina, Del Bosque cambió la partitura en el descanso. Iniesta, reserva tras arrastrar molestias físicas durante la semana, sustituyó a Monreal y el técnico ordenó una defensa de tres, con Arbeloa, Piqué y Ramos, con Pedro, que vale para un roto y un descosido, en alerta en el lateral derecho. Nada alteró el paisaje y el encuentro mantuvo la misma rutina hasta el gol de Xavi, que tras un rechace en el área irrumpió por el centro para pegar con saña a la pelota. Un alivio para el campeón, que padecía un engorro.

El tanto del capitán hizo que el seleccionador de nuevo moviera el cesto. Visto que no era el día de España, Del Bosque tiró de pragmatismo. Con 1-0, vuelta a la defensa de cuatro, con Ramos de lateral derecho, Arbeloa por la izquierda y Busquets como central improvisado junto a Piqué. Señal inequívoca del discurrir de la jornada. Negredo, tras un gran centro de Ramos, selló un segundo gol que, con su gesto al taparse un ojo y mirar al cielo, se lo dedicó a María de Villota. No hubo sosiego para los españoles, porque tan retorcida fue su noche que pasó apuros en los últimos segundos tras un emboque de Kornilenko. Un inesperado final para un equipo que ha perdido púrpura. A un dedo del Mundial 2014, ya tendrá tiempo para la resurrección. Del Bosque tendrá que disipar algunas dudas y realizar algunos ajustes. Talento no le falta.

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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