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El colista arrincona al Madrid

Un Rayo conmovedor lleva al límite al equipo blanco, con muchas grietas y colgado de sus estrellas

José Sámano
Cristiano y Bale celebran el tercer gol del Madrid.
Cristiano y Bale celebran el tercer gol del Madrid.uly martín

Los goles no siempre son hijos del juego. Si así fuera, el Madrid se hubiera ido atormentado de Vallecas, donde el colista tuvo una respuesta ejemplar, emotiva, con 0-0 y con 0-3. El Rayo perdió un partido en el que se ganó salir a hombros por su coraje, su fe ilimitada y su encomiable apuesta por un fútbol a pecho descubierto, sin las ataduras que se le presupone a un equipo de su condición. Para demostrar que el fútbol es un estado de ánimo, ahí está este Rayo. Con todos sus ingredientes puso al Madrid al borde del precipicio cuando todo apuntaba a un paseo jerárquico de los de Ancelotti. Otra vez, el Madrid hizo más concesiones de la cuenta. Se agarró a sus megaestrellas para escalar en el encuentro y se olvidó del juego, con lo que quedó anclado por Diego López y subido en una noria de la que bien pudo despeñarse. El equipo no acaba de ser redondo.

RAYO VALLECANO, 2; REAL MADRID, 3

Rayo Vallecano: Rubén; Tito, Gálvez, Arbilla (Larrivey, m. 51), Nacho; Saúl, Trashorras; Lass, Adrián González (Bueno, m. 42), Iago Falqué (Embarba, m. 69); y Jonathan Viera. No utilizados: Cobeño; Baena, Perea, y Mojica.

Real Madrid: Diego López; Carvajal (Arbeloa, m. 59), Pepe, Ramos, Coentrão (Marcelo, m. 44); Xabi Alonso (Illarra, m. 46), Modric; Di María; Bale, Cristiano; y Benzema. No utilizados: Casillas; Isco, Jesé y Morata.

Goles: 0-1. M. 3. Cristiano. 0-2. M. 31. Benzema. 0-3. M. 49 Cristiano. 1-3. M. 53. Jonathan Viera, de penalti. 2-3. M. 55. Jonathan Viera, de penalti.

Árbitro: Álvarez Izquierdo. Amonestó a Carvajal, Xabi Alonso, Nacho, Di María, Marcelo, Tito y Trashorras.

Unos 15.000 espectadores en Vallecas.

En Vallecas, donde muchos equipos se sienten en una habitación cerrada, el Real Madrid se impuso jugando al solitario, del que sacaron provecho gente como Cristiano y Benzema, ilustres que se bastan por sí mismos para ganar partidos. Eso pareció en la genuina barriada madrileña. Puro espejismo. Ante la precisión cirujana de futbolistas de tanto talento no se rindió este conmovedor Rayo, que con Paco Jémez abandera desde su infinita modestia el fútbol protesta. Un patadón, ya sea de su portero cuando está apurado, es un ultraje a su orgullo. Máxima fidelidad a la pelota. No importa que le falten trovadores, que arrancara ante un gigante como el Madrid en posición de colista. Con Jémez no es posible negociar otro fútbol, si el equipo se va a la lona que sea con honrilla y dignidad. Jamás capitula.

De entrada, con una defensa almibarada y un ataque de cartón piedra poco pudo oponer el Rayo al conjunto de Ancelotti, que en sus contrarreformas permanentes esta vez tiró de Di María y Modric como custodios de Xabi Alonso, de nuevo felizmente titular, aunque fuera solo por un tiempo. En el cascarón de Vallecas la trama no estaba en el medio campo, territorio vedado en este barrio. A la primera lo entendió el Madrid. Conocido el desabrigo vallecano, tres minutos tardó Cristiano en poner el turbo. Con Tito, su marcador, a la aventura y sin retorno, Modric le habilitó un pase al espacio a unas cuantas cuadras de la portería de Rubén. Ronaldo, como un velocista jamaicano, se plantó ante el meta del Rayo en un parpadeo, cañito incluido a Gálvez, y resolvió la jugada como el genio que es. Un coloso.

En sus contrarreformas permanentes, Ancelotti tiró de Di María y Modric como custodios de Alonso

El gol no inmutó al Rayo, que no claudica ni a tiros. Ni siquiera aquel jugador que se vea encapsulado tiene derecho a reventar el balón. La pelota al pie. Tal es su destape que su medio centro menos defensivo, Trashorras, es quien se enquista más cerca de los centrales, porque el tránsito empieza desde la propia portería. Saúl, que alterna como defensa, se ubicó por delante, como llegador. Con el Madrid sin vuelo, inicialmente la ruleta no sonrió al Rayo. Una buena parada de Diego López, un presumible penalti de Carvajal a Nacho y el colmo del infortunio, un gol bien invalidado por un rebote involuntario. Al enésimo centro desde la derecha de Lass llegó Falqué, pero su remate estampó en Viera, que estaba en fuera de juego. Sin tiempo para musitar la desdicha, anotó Benzema en la segunda aproximación del Madrid. La precisa asistencia de Bale desde el costado derecho la culminó el francés con buen cabezazo.

Solo a partir del 0-2 se sintió pulgarcito el Rayo. El Madrid cerró el primer acto con el bastón de mando de Alonso, que tiró de muleta para que los suyos ganaran el medio campo, para que templaran el partido. Por si a los de Jémez les faltaba la puntilla, de nuevo aparecieron Cristiano y Bale. Nada más concluir el intermedio, el británico hizo un nudo a Arbilla, que se confió con exceso al pensar que la pelota se iría por la banda. Bale, más espabilado, se coló por el área y sirvió el gol a Cristiano. Jémez, maravillosamente quijotesco como es, se descamisó aún más. A riesgo de llevarse una zurra, retiró a Arbilla, que llegó al banquillo entre sollozos, desconsolado, ordenó una defensa de tres y tocó la corneta con Larrivey, un ariete.

El Rayo tenía por delante un macizo extremo, pero con su técnico es un depósito de fe. Lo que podía parecer un desmesurado atrevimiento surtió un efecto demoledor para el Madrid, que se vio tirado de la hamaca y pasó el segundo acto angustiado. Cuando su adversario parecía pisar sobre cenizas, su empeño dejó tan contrariado al grupo de Ancelotti que en un suspiro se vio en un enredo descomunal.

En un suspiro, penalti de Pepe a Viera y de Marcelo a Falqué. Con 2-3 y Vallecas en una nube, a punto estuvo de ser expulsado Carvajal y un paradón de Diego López a disparo de Bueno que acabó estrellándose en el poste izquierdo del portero lucense… Como ante el Sevilla, el Madrid otra vez en un tobogán, incapaz de cerrar una cita que tenía en el bolsillo. Con múltiples grietas, perdió el hilo de sus estrellas en ataque, las que le habían empinado el partido, y quedó a merced del ánimo infinito de la muchachada vallecana, que se fue con motivos sobrados para brindar por sus corsarios.

El resumen del partido

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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