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Nadal, victoria, semifinales y número uno

El español gana 7-6 y 7-6 a Wawrinka y se asegura acabar el año en el trono por primera vez desde 2010

Juan José Mateo
Nadal celebra su victoria
Nadal celebra su victoriaClive Brunskill (Getty Images)

No hay lágrimas tras la victoria de Rafael Nadal sobre Stanislav Wawrinka (7-6 y 7-6), no hay lloros después de su clasificación para semifinales de la Copa de Maestros, no se tira el mallorquín al suelo ni se abraza emocionado a los suyos, pese a que acaba de completar un viaje imposible, una temporada impensable, una metamorfosis irrepetible. Nadal, de 27 años, se asegura con su victoria terminar el año como el número uno del mundo. Nadal, que en febrero volvió a competir tras siete meses de baja por una rotura parcial de ligamento rotuliano y una hoffitis en la rodilla izquierda, celebra en Londres la culminación de un 2013 inimaginable, que le vio ganar dos grandes (Roland Garros y el Abierto de EEUU) y un total de diez títulos. Nadal, finalmente, sigue vivo para intentar cazar el único gran trofeo que le falta (la Copa de Maestros), aunque ya tiene un triunfo que vale su peso en oro: ha detenido la carga por el número uno de Novak Djokovic, magnífico tenista que con su lucha innegociable ha puesto aún más en valor que el español se corone como el rey del tenis.

“Siento muchas emociones, este es el escenario perfecto para conseguir el número uno", dijo el español sobre el cemento azul de Londres. "El partido ha sido muy duro. Stan fue muy agresivo y tuve algo de suerte al final del primer set".

Falto de chispa, al español le sobra talento para identificar los momentos decisivos, cabeza para gobernarlos y golpes para rematarlos.

A veces, el reino de Nadal no es de este mundo. Si el español se impone en el partido, si sale vencedor de un duelo en el que se va diluyendo, alejándose de su granítica puesta en escena según pasan los minutos, es porque en el tie-break de la primera manga gana un punto impensable que decide el encuentro. Es 5-5 en el desempate. Quien gane ese peloteo tiene bola de set. Wawrinka gobierna el intercambio con pericia, sentido táctico y ambición bien medida. Nadal está perdido. El punto tiene que ser sí o sí para el suizo, que le arrincona en una esquina y pone la directa. Enseguida se queda mudo. El español se apunta el tanto, e inmediatamente el set, con una recuperación que no existe, de espaldas a la red, sin mirar al rival, desbordado… y pese a todo eso dejando su tiro en la línea. Cuestión de magia. A veces el tenis tiene razones que la razón no entiende. Wawrinka, que encima luego se trastabilla en punto de set, acaba rompiendo la raqueta, pegándole a la red, y convocando demonios con la boca. Maldice su suerte. No entiende lo que ha ocurrido, porque lo que ha ocurrido no tiene sentido.

El suizo parece quejarse de que el banquillo del español hace demasiado ruido. A él no le activan los cencerros que en la grada empuñan los suizos, nada puede hacer para mover su corpachón frente a los saques en los que Nadal le busca el cuerpo. Lejos de los brillos, y perdiendo break de ventaja en los dos sets, el español tira de manual, intentando explotar las dudas de su contrario, derrotado en los 11 precedentes, sin un set a favor aún en la serie, con la cabeza llena de monstruos.

El mallorquín, que en el próximo encuentro se enfrentará a Tomas Berdych, compite en Londres explotando algunas de sus señales vitales innegociables. No le sobran piernas. No le sobra chispa. Su saque tiene claro margen de mejora. ¿Por qué es entonces el primer tenista que llega a las semifinales? Porque le sobra talento para identificar los momentos decisivos, cabeza para gobernarlos y golpes para rematarlos. Wawrinka, que tiene un revés a una mano que es una joya y un saque que es una bomba, pagaría todo lo que tiene en el banco por tener la mitad de instinto estratégico que el español. El número ocho, que desaprovechó cinco bolas de break y una bola de set, tiende a enredarse en los peloteos, a veces intenta ganar por fuerza o por puro talento, como si no comprendiera hacia dónde tiene que llevar los intercambios. Nadal, no. A Nadal le sobra comprensión de la pista y colmillo retorcido para explotarla. Nadal, que hizo carrera disparando pasantes de revés cruzado, porque todo el mundo huía de su drive y le atacaba por ese lado, celebra hoy un buen número de passings de revés paralelo. Su evolución es constante. Su ambición ilimitada. Su futuro, la leyenda.

Tras dejar una muestra de su longevidad competitiva convirtiéndose en el tenista que ha empleado más tiempo entre que acabó un curso en el trono (2010) y volviera a lograrlo (2013, tres años), el español busca la Copa de Maestros y tiene en perspectiva un 2014 apasionante: al campeón de 13 grandes le esperan la lucha por el récord de 17 torneos del Grand Slam de Roger Federer y el reto permanente de Novak Djokovic. Epopeya a la vista.

Todos los números uno a final de año

Pete Sampras (EE.UU) / 6 veces (1993 a 1998)
Jimmy Connors (EE.UU) / 5 veces (1974 a 1978)
Roger Federer (Sui) / 5 veces (2005 a 2007 y 2009)
John McEnroe (EE.UU) /4 veces(1981 a 1984)
Ivan Lendl (Che) /4 veces (1985 a 1987 y 1989)
Rafael Nadal /3 veces (2008, 2010 y 2013)
Bjorn Borg (Sue) / 2 (1979 y 1980)
Stefan Edberg (Sue) / 2 (1990 y 1991)
Lleyton Hewitt (Aus) / 2 (2001 y 2002)
Novak Djokovic (Srb) / 2 (2011 y 2012)
Ilie Nastase (Rum) / 1 (1973)
Mats Wilander (Sue) / 1 (1988)
Jim Courier (EE.UU) / 1 (1992)
Andre Agassi (EE.UU) / 1 (1999)
Gustavo Kuerten (Bra) / 1 (2000)
Andy Roddick (EE.UU) / 1 (2003)

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Sobre la firma

Juan José Mateo
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.

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