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Djokovic ‘condena’ a Serbia

Serbia cede 2-3 la final de la Copa Davis con la República Checa tras negarse su estrella a jugar el dobles

Juan José Mateo
Los checos levantan La Ensaladera ante los serbios.
Los checos levantan La Ensaladera ante los serbios.DIMITAR DILKOFF (AFP)

Fue una victoria marcada a fuego por una pregunta que no obtuvo respuesta. La República Checa celebró su segunda Copa Davis consecutiva, a domicilio y frente a la Serbia de Novak Djokovic (2-3). Entre gritos desaforados, gestos reclamando el apoyo del público y raquetas tiradas contra el suelo, el campeón de seis grandes se impuso 6-4, 7-6 y 6-2 a Tomas Berdych para luego ver cómo su compatriota Dusan Lajovic, el número 117 mundial, se inclinaba 6-3, 6-1 y 6-1 en el duelo decisivo contra Radek Stepanek. La derrota de Serbia nació en las bajas de los escuderos de Nole —Janko Tipsarevic estaba lesionado y Viktor Troicki sancionado por dopaje— y dejó una pregunta en el aire: ¿Por qué no compitió Djokovic el dobles el sábado, cosa que sí hicieron Berdych y Stepanek para los checos?

Ni el seleccionador ni el jugador quisieron despejar la incógnita. Contra el argumento del peligro de disputar tres partidos en tres días quedó el ejemplo de los checos, que sí lo hicieron. Contra la explicación de que necesitaba un respiro tras su rush de fin de curso —24 victorias seguidas, el mejor fin de año desde 2006—, estuvo su partido contra Berdych, rebosante de frescura. Contra la lógica de que debía enfrentarse en plenitud de facultades al número uno checo el domingo, la obviedad de que su victoria sería inservible, porque solo un cataclismo podría llevar a que Stepanek, perro viejo, cayera contra Lajovic, un tenista muy tierno. Djokovic no quiso jugar viernes, sábado y domingo. Su ausencia en el segundo día de la final decidió el cruce. Como dijo antes de estallar en lágrimas Nenad Zimonjic, exnúmero uno en dobles: “Todo hubiera sido diferente con Novak, porque él resta mucho mejor [que Bozoljac, el hombre que completó la pareja serbia]”.

Djokovic gesticula pidiendo el apoyo del público.
Djokovic gesticula pidiendo el apoyo del público.KOCA SULEJMANOVIC (EFE)

Así, Djokovic, que alimentó su espléndido 2011 con la remontada en la final de la Davis de 2010, condenó a Serbia. Es imprevisible saber cómo le afectará una derrota global en la que firmó dos victorias individuales sin perder ni un set, y cuántos de sus gestos de rabia, de sus gritos y de sus constantes aspavientos, extraños incluso en un tenista tan extravertido como él, tuvieron que ver con un intento de demostrarle su compromiso a los 18.000 espectadores que abarrotaron la pista. Ganado su encuentro contra Berdych, Nole se marchó a animar a Lajovic desde el banquillo, deferencia que no había tenido con los doblistas el sábado. El mejor tenista del tramo final de curso sabía que su compañero necesitaba su apoyo. Que era un cordero enfrentándose a un león por el punto decisivo.

“Sí, es una camiseta especial”, dijo Stepanek, que juega con un felino dorado rugiéndole a la altura del pecho. “Es el león checo de nuestro símbolo y significa mucho para mí”, explicó el tenista, que con 35 años fue capaz de jugar tres partidos en tres días, justo a lo que no se enfrentó Nole, de 26 y con 50 duelos más que el checo en 2013. “La voy a llevar hasta el final de mi carrera en la Davis porque me da suerte. Me da el poder interno, porque siempre peleo como un león”, cerró Steps, que ya selló el punto decisivo en la final de 2012, contra Almagro. Un tenista que vale por tres.

Así fue la final. Viernes. (1-1) N. Djokovic-R. Stepanek, 7-5, 6-1 y 6-4. T. Berdych-D. Lajovic, 6-3, 6-4 y 6-3. Sábado (1-2). R. Stepanek y T. Berdych-N. Zimonjic y I. Bozoljac, 6-2, 6-4 y 7-6. Domingo (2-3). N. Djokovic-T. Berdych, 6-4, 7-6 y 6-2. R. Stepanek-D. Lajovic, 6-3, 6-1 y 6-1.

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Sobre la firma

Juan José Mateo
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.

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