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La marca del ‘equilibrista’

Carlo Ancelotti refuerza su apuesta por Luka Modric y el croata ejemplifica la evolución del Real Madrid

Diego Torres
Modric, en un acto del Real Madrid el mes pasado en el Hipódromo de la Zarzuela.
Modric, en un acto del Real Madrid el mes pasado en el Hipódromo de la Zarzuela.Juan Carlos Hidalgo (efe)

La zona noble del Bernabéu se agitó hace unas semanas cuando un dirigente del Madrid descubrió un apodo para Carlo Ancelotti: El Equilibrista. Desde entonces le llaman así, alegando dos causas: que el técnico no deja de hablar de “equilibrio” táctico y que no deja de hacer equilibrio entre lo que le piden que ejecute desde el club y lo que él quiere hacer por convicción. Pronto la noticia del mote alcanzó al vestuario, donde los jugadores creen que Ancelotti practica el funambulismo psicológico para tener a toda la plantilla contenta, tanto a los futbolistas que le gustan pero no son favoritos del presidente como a los que no valora demasiado pero gozan del favoritismo oficial. En este sentido, Modric supone un contrapeso en el plan del entrenador. En Copenhague la iniciativa más personal de Ancelotti fue poner a Modric.

La estrategia dictada desde el club indica que en el ataque conviene contar con Bale, Benzema y Cristiano; que existe un compromiso para darle importancia a Isco y que su mejor acomodo es detrás del punta; y que, junto a Xabi Alonso, debería tener minutos Illarramendi, puesto que el club pagó 40 millones de euros por el vasco y tanto la españolización de la plantilla como su necesidad de maduración recomiendan que juegue. Con estas líneas maestras, a Ancelotti le queda poco margen de maniobra para elegir a los componentes del medio campo hacia adelante. Si descartando a Illarra en Dinamarca no obró con la debida puntualidad institucional, apostando por Modric puso su elemento compensador. Su sello táctico. El hombre que, en sus propias palabras, dio “equilibrio” al equipo junto con Xabi.

El medio se reafirmó en Copenhague como un futbolista regular, con oficio y eficaz

Luka Modric, de 28 años, se reivindicó en el Parken de Copenhague. Reafirmó su posición en el Madrid como jugador regular, con oficio, eficaz incluso para ejecutar una acción de cirujano y abrir el marcador ante una defensa cerrada. Su gol fue el más importante del partido porque rompió el plan del rival. Como el zapador que abre una senda en la selva para que pase la infantería pesada con los cañones. A partir del 0-1 este Madrid circula por asfalto.

Ancelotti, que por primera vez en semanas reconoce públicamente sentirse “optimista” respecto a la evolución del juego, suele decir de puertas adentro que el Madrid puede ser invencible con un gol a favor. Pero claro, añade, alguien tiene que meter ese gol. Y ese alguien, cuando las defensas se cierran escalonadamente y no dejan por dónde correr, necesita ser hábil en el regate corto, ágil en espacios reducidos, maestro en el arte de moverse entre líneas tirando paredes. Ni Cristiano, ni Benzema ni Bale responden exactamente a este perfil. Isco sí, pero el entrenador italiano señala un déficit de velocidad del malagueño para actuar como punta y desconfía de su rendimiento como media punta frente a rivales expertos. ¿Quién queda? El único especialista de estas características, según Ancelotti, podría ser Modric. En Copenhague, el croata no necesitó penetrar la defensa contraria para cuadrar las cuentas de su técnico: le bastó con un amague, un recorte seco para distraer a su marcador, y, desde fuera del área, un tiro de precisión a la escuadra.

El jugador hace gala de esa certidumbre balcánica, dispuesto a ser una pieza clave

Modric aseguró en el verano, estando de vacaciones, que estaba determinado a convertirse en un futbolista importante. Lo dijo con esa certidumbre que alienta a los balcánicos cada vez que compiten. Ancelotti lo considera un media punta pero desde la pretemporada contempló utilizarlo para conformar un 4-4-2, pues le veía oficio para moverse por dentro y por fuera. El italiano le aprecia pero lamenta que, en ocasiones, le traicione su desparpajo, su falta de “agresividad mental”, por emplear una expresión del acervo mourinhista, y pierda la concentración que debe caracterizar a todo medio centro. Como el día de la Real. Acabó el partido y Ancelotti criticó la falta de fiereza de Modric al tiempo que evocó con nostalgia la figura de Özil. ¡Ah, si estuviera el alemán! Si estuviera Özil, razonó, el equipo no se partiría en un 6-4, como sucede con Isco, y Modric no tendría que correr tanto.

A sus 28 años, Modric es imprescindible porque al Madrid le sobra de todo menos centrocampistas con oficio. Ancelotti, que fue uno de esos mediocentros astutos que no se pierden detalle, exige a sus jugadores que sean un poco como fue él: hombres que aporten equilibrio.

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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