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El Atlético de Madrid galopa a por la Liga

El conjunto rojiblanco destroza al Valencia a lomos de la poderosa zancada de Diego Costa, que marca dos tantos y falla un penalti ● Los de Simeone igualan al Barça en puntos y diferencia de goles

Ladislao J. Moñino
Diego Costa marca el primer tanto del Atlético.
Diego Costa marca el primer tanto del Atlético. uly martín

A lomos del poderoso tranco de Diego Costa el Atlético sigue al galope, subido a la chepa del Barcelona, del que solo le separa un gol para establecerse como líder en solitario. Se impuso el equipo de Simeone en un segundo tiempo eléctrico, cargado de ambición, pleno en la búsqueda de un partido complicado y exigente por lo que le planteó el Valencia en el primer tiempo. Fue una de esas pruebas que acaban por describir a un equipo maduro, convencido de que debe irse a buscar el ataque porque el empate no le vale y no lo quiere. Fueron esos desmarques de su goleador, 17 ya en Liga, los mismos que Cristiano, los que reventaron al Valencia. Está imparable el rojiblanco, demoledor en cuanto puede poner en práctica esa zancada que no para de desguazar defensas. Son galopadas de matador, con la cabeza baja, el corazón en la boca, la hinchada enfervorizada y un final seguro; gol. Una solución infinita para este Atlético que supo salir de la maraña y la dormidera de partido que le plantearon.

ATLÉTICO, 3-VALENCIA, 0

Atlético: Courtois; Juanfran, Miranda, Godín, Filipe Luis; Koke, Gabi, Tiago, Arda Turan (Adrián, m. 84); Diego Costa y Villa (Raúl García, m. 61). No utilizados: Aranzubia; Alderweireld, Insua, Cebolla y Óliver.

Valencia: Diego Alves; Barragán, Víctor Ruiz, Mathieu, Guardado (Piatti, m. 75); Parejo, Romeu; Feghouli (Pabón, m. 66), Canales, Bernat; y Jonas (Alcácer, m. 60). No utilizados: Guaita; Pereira, J. Fuego y Banega.

Goles: 1-0. M. 59. Diego Costa. 2-0. M. 63. Raúl García. 3-0. M. 81. Diego Costa, de penalti.

Árbitro: Fernández Borbalán. Amonestó a Romeu, Feghouli, Juanfran, Diego Costa, Parejo y Víctor Ruiz.

Unos 50.000 espectadores en el estadio Vicente Calderón.

Desde la pelota, trasladada con pausa a través de Parejo, Canales y Oriol Romeu, y un equipo corto, el Valencia le bajó las revoluciones al Atlético, que se maneja mejor en los partidos de alto ritmo y fracturas tácticas. Le obligó el planteamiento de Djukic a pensar el partido, a un ejercicio de esos en los que hay que conjugar la paciencia con la busca de soluciones. Fue una de esas citas que miden las hechuras de un aspirante. Le rebajó tanto el voltaje ese ritmo cansino que se fue el equipo de Simeone sin un disparo a puerta en la primera mitad. Algo inédito este curso, y más en el Calderón, donde el equipo tiende a desatarse ante una hinchada que contempló a un conjunto al que no le daban rédito sus distintas búsquedas. Ni por dentro ni por fuera. Ni con Arda por la derecha y Koke por la izquierda de inicio, ni cuando intercambiaron posiciones. Tampoco encontró el gol en los primeros 45 minutos en la estrategia. Dominaba, pero no hacía daño. Tampoco pudo desplegar su arma favorita, el contragolpe porque el Valencia no se destapaba. Ni arriesgaba en el pase, ni descuidaba la parte de atrás, casi siempre protegida con al menos cinco futbolistas. Fue muy académico el partido del Valencia. Aseado en las circulaciones, muy volcadas hacia el lado de Guardado y Bernat para buscar la espalda de Arda. Tampoco hizo mucho daño porque su rival también es especialista en parapetarse para que no le destapen agujeros en ataques estáticos. Un par de centros, bien anticipados por Courtois fueron lo más que pudo hacer. De esa primera parte, donde uno y otro buscaron cómo hacerse daño con ojos en la nuca, salió ganador el Valencia porque estableció el ritmo del juego. Lento, con cada pase al pie transmitiendo esa querencia por un partido sin electricidad. Desde el orden y saber a qué quería jugar quizá esa primera mitad haya sido una de las más serias del Valencia en los últimos partidos. Luego, cuando encajó los goles, le aparecieron todos los males. Se descompuso y no tuvo capacidad de respuesta.

Fue una de esas citas que mide las hechuras de un aspirante

Salió el Atlético en el segundo tiempo con la electricidad que no le había recorrido y en apenas tres minutos generó tres ocasiones de gol. Un pase interior de Koke a Diego Costa que cruzó por bajo y le detuvo Diego Alves. Después Arda mandó alto desde fuera del área otra buena transición. Lo siguiente fue una jugada muy significativa tras un córner cedido por una indecisión de Mathieu, que sintió la presión de un equipo que en un par de ramalazos había anunciado de nuevo su candidatura. El córner, primero peinado por Tiago, le cayó en la derecha a Godín, que no se sacó la pelota de encima y tras un recorte sacó un centro que recogió Miranda en el otro flanco del área. Tampoco Miranda la rifó, profundizó y sacó un centro raso que casi lo embocó Tiago de tacón. En esos momentos la hinchada ya jugaba su papel, consciente de que el equipo necesitaba calor para resolver el duelo. Fue a la primera que no hizo bien el balance defensivo cuando Diego Costa castigó al Valencia. Había estado picajoso en el primer tiempo con Parejo y poco profundo. Pero no perdonó en la hora de la verdad. Recuperó Godín una pelota y divisó el paisaje que más le gusta a este equipo. Costa iniciando un desmarque con mucho verde por delante. La inoperancia de Víctor Ruiz que le permitió un mal control y luego le concedió espacio para que pisara área y armara la pierna derecha fueron demasiadas concesiones. El disparo, duro y cruzado tampoco lo tapó bien Diego Alves, al que se le doblaron las manos. Así que al primer descuido, gol del Atlético, que tuvo ese tic tan alemán en términos de eficacia. El mismo que parece embargar a Raúl García, que en la primera pelota que le cayó, tras un centro de Juanfran sacó un disparo cruzado inapelable. Por la relación que está teniendo con el gol ya es difícil diferencia si es un llegador o un jornalero del área con el mejor instinto de los cazagoles de toda la vida.

Ya fue demasiado ese segundo gol para el Valencia, que padeció el poderoso tranco de Diego Costa, muy bien lanzado por Arda. Esas cabalgadas produjeron dos penaltis y también hicieron aflorar el sentimiento de la grada y las interelaciones en el grupo. Falló el primero, detenido por Alves. Cuando provocó el segundo, Arda le entregó la pelota y esta vez lo ejecutó fuerte y por alto para dejar al Atlético colgado a sus espaldas, a un solo gol del liderato en solitario.

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Sobre la firma

Ladislao J. Moñino
Cubre la información del Atlético de Madrid y de la selección española. En EL PAÍS desde 2012, antes trabajó en Dinamic Multimedia (PcFútbol), As y Público y para Canal+ como comentarista de fútbol internacional. Colaborador de RAC1 y diversas revistas internacionales. Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Europea.

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