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“La gente en Brasil está harta de todo”

Su nombre fue sinónimo de gol. Ahora ve el próximo Mundial, en su cuna de Brasil, como miembro del comité organizador

Juan José Mateo
Ronaldo, la semana pasada en Bahía, antes del sorteo del Mundial.
Ronaldo, la semana pasada en Bahía, antes del sorteo del Mundial. nelson almeida (afp)

Este no es solo Ronaldo (Río de Janeiro, Brasil; 1976), el delantero destructor, el máximo goleador de la historia de los Mundiales (15 tantos), el ganador de dos Balones de Oro y de dos Copas del Mundo con su selección (1994, aunque no jugó; y 2002). Este exfutbolista que se sienta pensando en cómo afrontará el EPT de Praga, un torneo de póquer que patrocina la compañía de la que es embajador (PokerStars), está centrado ahora en sus sueños de hombre maduro: miembro del Comité organizador local del Mundial de fútbol de Brasil 2014, Ronaldo quiere convertirse en lo que él mismo define como “un político del deporte”. “En la vida”, cuenta, “nací para producir y seguir produciendo”.

Pregunta. ¿Por qué esa ilusión por ser un ejecutivo en lugar de seguir el camino del banquillo o de la silla de comentarista?

Respuesta. La ilusión es debida a que amo el deporte, el fútbol. Veo que este sector todavía está un poco maltratado. Mi ilusión, ojalá, es cambiar poco a poco las cosas. Esto solo lo puedo hacer si soy un político del fútbol. Ahora mismo soy dirigente de la organización para el Mundial y me gusta muchísimo lo que estoy haciendo. Organizar un Mundial en Brasil para mí está siendo como marcar un gol en la final de la Copa del Mundo. Es muy complicado todo. Es una organización muy compleja. Me lo paso bien.

El pueblo tiene que ver que la inversión del Mundial es para ellos, es un legado

P. ¿Qué aplicación tienen los valores del deporte fuera?

R. El deporte puede cambiar un poco el mundo. Estoy seguro de eso. Seguro. La gente cree, confía y admira a los deportistas. La gente ayuda a los deportistas. Lo para todo para estar mirando a su ídolo. Somos los que pasamos buenos ejemplos a la población. El mundo del deporte tiene que entender que la fuerza que tiene es mucho más grande de lo que cree. Así podremos hacer algo más grande todavía.

P. ¿Cómo vio todas las protestas sociales en su país durante la Copa Confederaciones?

R. Lo vi todo muy bien. Fue muy distinto de cómo llegó todo a Europa. Las cosas muchas veces llegan de una manera distinta. En Brasil, vivimos un momento muy especial, donde la gente está harta de un montón de cosas. La gente está harta de la escasez, de la educación, de la salud, de la seguridad. Harta de todo. La gente se fue a la calle justo antes de la Copa Confederaciones, quejándose de todo, de absolutamente todo. Eso va directamente a los políticos. Se combina la coincidencia de tener una competición de relevancia internacional en nuestro país, y que la gente mezcló un poco la situación. Se ha hecho mucha inversión en el país por el Mundial. Inversiones que quedan para el pueblo, para la gente. La gente tiene que entender que mezclar el Mundial con las manifestaciones es un error. Toda la inversión hecha es para la gente. No es solo inversión de estadios, que obviamente había que tener. Se ha hecho mucho más fuera. Calles, hoteles, aeropuertos nuevos. Infraestructuras todas nuevas. Quizás no estarán hechas todas para el Mundial, pero ya son un logro increíble.

Estoy de acuerdo cuando se quejan de la educación, la salud, la seguridad...

P. Se habla de un Mundial de distancias kilométricas, marcado por los viajes y los cambios de temperatura.

R. Mi última visita a una sede del Mundial fue hace tres o cuatro meses, a Cuiabá. Ahí no recibían una inversión desde hace 40 años. Era la misma ciudad desde entonces. Fuimos y está cambiando, toda en obras. Quizás la gente ve en eso ahora un disturbio, un trastorno, caos, el atasco de coches… pero después del Mundial va a quedar una ciudad completamente nueva, con una infraestructura nueva. El legado del fútbol. El Mundial es una gran oportunidad de crecimiento para Brasil.

P. Estos días han llegado a Europa los problemas de seguridad en los campos brasileños. ¿Vivió esa escasez y problemas usted en su infancia?

R. Sí, por supuesto. Estoy completamente de acuerdo con la gente cuando se quejan de la educación, de la salud, de la seguridad. Eso los gobiernos tienen que hacerlo, tienen que cambiarlo todo. Queremos crecer como país, en educación. El Mundial viene para agregar, para sumar.

P. ¿Y en quién se fija como modelo en los despachos?

R. En gente con éxito. En muchos empresarios brasileños que están haciendo cosas increíbles.

¿Diego Costa? Yo no hubiera cambiado, sino intentar hasta el final ir con Brasil

P. ¿Florentino Pérez?

R. He aprendido mucho con él. Sigo hablando y teniendo contacto. Cada vez que hablo con él me enseña algo. Gran gestor.

P. Su Madrid gira alrededor de Cristiano, junto a Ribéry el rival de Messi para el Balón de Oro.

R. Son dos fenómenos. Dos personas especiales, cada uno a su manera. Tienen casi todo muy parecido, son muy completos. A Messi le sale mejor una técnica que para mí es la más difícil: conduce el balón tan cerca de los pies y a tan alta velocidad… muy pocos lo consiguen. Yo lo conseguí algunas veces, pero no siempre. Él lo hace siempre. Siempre tiene el balón entre los pies.

P. Pues en las crónicas se describía su asalto al área como el de una manada.

R. Es divertido: ¡Cómo evoluciona el fútbol! Estos dos [CR y Messi] son ejemplo de que en el fútbol no hay límites.

P. “La unanimidad es tonta”, de Nelson Rodrigues, es una de sus frases favoritas. ¿Se habría atrevido usted a cambiar de selección, como Diego Costa?

R. Yo siempre tuve muy claro que quería jugar con la selección de mi país. Estoy seguro de que él ha crecido con eso también, pero sin haberse ganado ninguna oportunidad [de jugar] igual ha cambiado de idea. Esto es el fútbol. Un deporte que incluso te da la oportunidad de elegir otra nacionalidad para jugar. El deporte es tan emocionante porque te puede pasar incluso esto: que te ponga en dos lados. Yo hasta tuve que jugar algunas veces contra el equipo de mi corazón, el Flamengo. Hay que hacerlo. Yo no lo hubiera hecho [cambiar de país]. Yo habría intentado hasta el final jugar con Brasil.

A Messi le sale mejor lo más difícil, llevar el balón en los pies a tanta velocidad

P. ¿Es su favorita para el Mundial?

R. Brasil y España son dos de mis favoritos. Dos equipos increíbles. Todo depende de cómo llegarán a final de temporada los futbolistas. No les veo muchos defectos. Brasil, por jugar en casa, con la afición, tiene una pequeña ventaja. Los españoles van a tener tiempo de llegar bien. Se verá un nivel muy alto de fútbol.

P. ¿Lo echa usted en falta?

R. En la mesa de póquer encuentro la adrenalina, la emoción que sentía jugando al fútbol. Con eso lo sustituyo un poco. Echo de menos los partidos. ¡Los entrenamientos no, claro!

P. En este torneo coincide con Rafa Nadal, que, como usted, ha superado problemas de rodilla...

R. Somos especiales, y aparte de eso estamos muy dedicados a lo que queremos mucho. Yo amaba el fútbol, era mi vida, seguramente él piensa así del tenis. Toda nuestra dedicación fue para eso. Ha ocurrido una cosa más grande de la que nosotros podíamos pensar. La gente necesita de ejemplos así, de superación. Somos esos ejemplos que la gente espera. Yo lo hice porque lo que más quería era jugar al fútbol. No quería dejar el fútbol por una lesión. Peleé con mi cuerpo. Acabé ganando… por un momento. Al final perdí. Es la ley de la vida.

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Sobre la firma

Juan José Mateo
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.

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