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Felipe levanta la décima

El capitán del Madrid tumba la resistencia del voluntarioso Obradoiro (82-59) y permite a los de Laso seguir invictos tras un partido que arrancaron espesos y terminaron de fiesta

Faustino Sáez
Mejri y Darden impiden el avance de Pumprla
Mejri y Darden impiden el avance de PumprlaVíctor Lerena (EFE)

Felipe Reyes no libra los domingos ni maneja en su diccionario conceptos como la fatiga o la dosificación. Se le nubló la mañana de fiesta al Madrid ante un Obradoiro correoso y aplicado que llegó al Palacio dispuesto a rememorar su victoria de la temporada pasada. Pero, puntual a su cita, el capitán emergió entre la espesura y lideró al conjunto de Laso para mantener su condición de invicto tras dos meses y medio de curso. Inagotable en su afán competitivo, excelso en recursos, baqueteado como pocos en el rebote y atinado ante el aro, Reyes levantó la décima victoria en Liga, la 21ª consecutiva en lo que va de temporada. 18 puntos, nueve rebotes, tres recuperaciones, siete faltas recibidas y 25 de valoración del pívot blanco en 19 minutos que, unidos a la hiperactividad y el acierto de Llull (21 puntos), desmontaron el dique de contención de su rival gallego, que pasó de soñar con la epopeya a salir escaldado como tantos otros.

La matinal transcurrió en 40 minutos entre el atolladero y la pista de patinaje. De las estrecheces al baile. La intensidad defensiva marcó un comienzo de partido seco de puntos. La intimidación que ejercía Mejri bajo el aro local y la aplicación en las ayudas del conjunto de Moncho Fernández en la zona contraria desenfocaron los ataques. Aprovechando la ausencia por lesión de Bourousis, la torre tunecina de Laso se ha hecho un hueco en el quinteto inicial y, con actitud de meritorio, luce en cuanto puede parte de las virtudes que le trajeron a Madrid. Un tapón, un rebote, una recuperación y varios balones rebañados por encima del aro fueron su aportación en los primeros siete minutos en los que, sin embargo, dos faltas personales le llevaron al banquillo.

REAL MADRID, 82 - OBRADOIRO, 59

Real Madrid (11+24+24+23): Rudy (9), Mirotic (10), Darden (10), Llull (21) y Mejri -equipo inicial-, Reyes (18), Rodríguez (2), Slaughter (4), Draper (2), Martín y Díez (6).

Obradoiro (9+19+13+18): Pumprla, Dewar (6), Xanthopoulos (3), Muscala (12) y Minnerath (2) -equipo inicial-, Delas (3), Scott (5), Sanz, Stobart, Junyent (10), Corbacho (11) y Freire (7).

Árbitros: Oscar Perea, Jorge Martínez y Anna Cardús. Mario Delas (min. 33) y Mejri (min. 38) fueron eliminados por cinco personales.

Palacio de Deportes de Madrid, 8.843 espectadores.

Para entonces, Llull acaparaba la escuálida producción ofensiva del Madrid. El menorquín anotó nueve de los 11 puntos de su equipo en los primeros 10 minutos (11-9), compensando a base de brío la ausencia de carreras y espacios. No enfocaba mejor el Obradoiro, que, con Corbacho algo mustio y Muscala timorato, masticaba en demasía la jugada intentando asegurar unos tiros sencillos que no acababan de llegar. El conjunto gallego fue, junto al CB Canarias, el único que logró llevarse una victoria del Palacio en la pasada temporada regular de la ACB y, con la misma dedicación que entonces (61-64), se dedicó a cortocircuitar con éxito el contraataque local para sujetar a la fiera y contener su embestida rebajando la frontera de puntos. No pudo sostener su plan.

La faena de Felipe Reyes primero, un par de asistencias de Sergio Rodríguez después y la enérgica aportación atrás de Darden y Slaughter más tarde fueron ensayando algún estirón de los blancos (32-22, m. 18). Pero, sin la amenaza de Mejri, Obradoiro afianzó su dominio en el rebote liderado por Muscala (siete capturas en los primeros 20 minutos) y comenzó a tomar medidas al aro rival gracias a las primeras dianas de Corbacho desde el perímetro y de Junyent en la pintura. Así las cosas, el parquet del Palacio perdió brillo a pesar de que creció algo la inercia anotadora (35-28, m. 20).

Tras el paso por los vestuarios, Laso retomó el plan inicial y reclutó de nuevo a Mejri, pero dos faltas más del tunecino en apenas dos minutos desataron la crispación en las gradas (que ya fiscalizaban la actuación arbitral con desencanto tras dos personales a Rudy), ofuscaron a los blancos y barnizaron de confianza al Obradoiro, que comenzaba a creer agarrado a Corbacho y Junyent. No fluía la rotación ni las ideas en los locales, incapaces de desenredar la madeja gallega y su alternancia de defensas al hombre y en zona. Sin la lubricante inventiva del Chacho ni los puntos de Mirotic (su primera canasta en juego llegó en el último minuto del tercer cuarto, aunque le dio tiempo a firmar 24 de valoración con 10 puntos y ocho rebotes), el Madrid perdió fuelle y quedó a expensas de episódicos arrebatos de voluntarismo. Pero en ese territorio creció como siempre la figura de Felipe Reyes, que rompió el partido, aclaró los nubarrones y abrillantó a tiempo el parquet para el enésimo paseo en el Palacio.

Tras dejar el triunfo encarrilado y el marcador en 59-41 en el minuto 29, con 11 puntos y tres rebotes en el tercer acto, Laso le improvisó un merecido homenaje al sustituirle bajo la clásica banda sonora del ‘¡Feliiiiiipe!, ¡Feliiiiiiipe!’. Obradoiro bajó los brazos y el técnico vitoriano concedió minutos a Dani Díez y Alberto Martín para que se sumaran al guateque, a otra victoria por encima de los 20 puntos (82-59). Pidió entre sus deseos navideños el presidente blanco, Florentino Pérez, la conquista de la 10ª Copa de Europa de fútbol y olvidó a los actuales subcampeones continentales de baloncesto al no añadir en su carta a los Reyes la 9ª de la sección. Ante el Obradoiro, el capitán Felipe se encargó, de momento, de levantar la décima victoria en la Liga. El líder invicto está a tan solo tres triunfos del mejor comienzo de su historia

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Sobre la firma

Faustino Sáez
Es redactor de deportes del diario EL PAÍS, especializado en baloncesto. Además del seguimiento de ACB y Euroliga, ha cubierto in situ Copas, Final Four, Europeos y Mundiales con las selecciones masculina y femenina. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y ha desarrollado toda su carrera en EL PAÍS.

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