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Nadal pide paso

El español gana 7-5 y 6-4 a Gulbis, se cita en semifinales con el desconocido Gojowczyk y sueña con ganar su primer título de 2014 en el primer intento, antes del Abierto de Australia

Juan José Mateo
Nadal devuelve una bola ante Gulbis.
Nadal devuelve una bola ante Gulbis.MOHAMMED DABBOUS (REUTERS)

Peter Gojowczyk, que es el número 162 del mundo, separa a Rafael Nadal de jugar su primera final de 2014 en su primer torneo de la temporada: el español ganó 7-5 y 6-4 en cuartos de Doha a Ernest Gulbis y se citó en semifinales con el desconocido alemán (este viernes, horario sin confirmar, Eurosport). Para llegar a ese partido, al campeón de 13 grandes no le bastó con una versión rebajada. El letón, un tenista de rompe y rasga, exigió un Nadal de cuerpo entero, y eso fue lo que se encontró: a un tenista con margen de mejora, sobre todo en movilidad, pero ya reconocible en su capacidad para leer bien los vaivenes del partido (break de ventaja perdido en la primera manga; break entregado en la segunda), en su control de los errores no forzados (solo 14) y en su determinación para atacar los instantes decisivos. En Doha, Nadal sueña con abrir el curso levantando los brazos sobre cemento.

“Gulbis es un jugador muy peligroso, que puede disparar ganadores desde cualquier lado de la pista”, resumió el español. “Espero que estos partidos me ayuden a ser competitivo”, cerró, mirando al Abierto de Australia, que comienza el 13 de enero.

En Doha, Nadal ha cumplido el objetivo; entre el cuadro de dobles y el de individuales habrá disputado un mínimo de seis partidos

Gulbis le pega muy duro a la pelota, y eso incomoda al número uno del mundo. Al español, además, se le atraganta el talento del letón para atacar pronto la pelota y robarle el tiempo para armar la jugada. El inicio de la segunda manga resumió todas esas virtudes: en un visto y no visto, el número 24 logró el break y se disparó hasta un 3-0 y 40-40 que prometía una dura pelea por las semifinales. Fue un bonito ejercicio de agresividad controlada. Sin exagerar en los riesgos, Gulbis logró sacar de posición a Nadal buscando los laterales de la pista. Solo su falta de pericia al resto impidió que lograra una segunda rotura y diera por finiquitado el segundo parcial con un 4-0 y saque.

Nadal se lo hizo pagar muy caro. Durante casi nueve minutos, el número uno del mundo persiguió el break en el siguiente juego. Frente a los pelotazos del letón, el español ofreció cuando pudo su receta más habitual contra tenistas con un revés a dos manos sobresaliente: obligar al contrario a golpear en movimiento el drive, sin apoyos estables, extremando el riesgo. Así, tras apretar los dientes en ese juego del 3-1 que le vio agotar 8m48s, un mundo sobre cemento, el campeón de 13 grandes recuperó la rotura perdida e hizo algo más que igualar el marcador. Cogió las riendas del encuentro, porque Gulbis, perdida la ventaja, ya lo vio todo muy cuesta arriba. Pese a que se procuró inmediatamente otra bola de break, el letón ya compitió a tirones, elevando el margen de riesgo, buscando las genialidades y perdiendo ese fino margen de agresividad controlada que le había llevado a dominar el marcador. Así, encajó un 0-4 (7-5 y 4-3) que terminó con el debate.

En consecuencia, el torneo de Doha ya ha cumplido con las expectativas de Nadal. Entre el cuadro de dobles y el de individuales habrá disputado un mínimo de seis partidos. Se habrá cruzado, además, con pegadores del nivel de Gulbis y Rosol, dos sacadores de prestigio que le han permitido afinar el resto. Con el primer título de la temporada en el catalejo, una cosa ya es segura: a falta de la prueba de los tenistas del top-10, la primera cita del año le ha proporcionado al mallorquín el primer salto de calidad de los que necesita para optar al título en el Abierto de Australia.

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Sobre la firma

Juan José Mateo
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.

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