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El Baskonia acribilla a triples al Unicaja

Hasta siete jugadores anotaron desde la línea de tres, en una segunda parte llena de francotiradores

Hodge lanza a canasta ante Sabonis y Granger
Hodge lanza a canasta ante Sabonis y Granger Daniel Pérez (EFE)

Algo sucedió en el descanso. Algo desconocido, inesperado, indescriptible, pero que al Baskonia le cambió la vida. Fue cuestión de muñeca, de confianza, lo que le hizo cambiar el rumbo y el estilo del partido ante un Unicaja que hasta entonces había mandado con ventajas cortas pero suficientes como para afianzar su jerarquía. La trompeta la tocó San Emeterio con dos triples seguidos que pusieron por delante al Baskonia, y jamás ya volvió a estar por detrás en el marcador. Los triples del alero cántabro produjeron un contagio en el equipo que afectó a la mitad de la plantilla. No suele ser normal que hasta siete jugadores anoten (algunos, como Nocioni hasta en cuatro ocasiones, todas las que intentó) desde la línea que aleja la canasta del juego hasta lograr la primera victoria en el Top 16 y la primera derrota al Unicaja de Joan Plaza.

UNICAJA, 79 - LABORAL KUTXA, 93

Unicaja: Calloway (17), Kuzminskas (13), Dragic (22), Caner-Medley (3) y Stimac (10) --cinco inicial-- Vidal (-), Suárez (3), Hettsheimeir (-), Sabonis (1), Granger (4), Vázquez (-) y Toolson (6).

Laboral Kutxa: Heurtel (9), Causeur (8), San Emeterio (13), Nocioni (20) y Pleiss (6) --cinco inicial--; Jelinek (2), Mainoldi (6), Hanga (6), Hamilton (13) y Hodge (10).

Parciales: 24-13, 11-20, 21-30 y 23-30.

Árbitros: Aahin (ITA), Boltauzer (SLV) y Zashchuk (UCR). Sin eliminados.

Martín Carpena,  4.500 espectadores.

El martillo fue total. San Emeterio, Nocioni, Mainoldi, Hamilton, Hodge, Heurtel y Causseur anotaron desde esa línea fatídica para Unicaja, que pudo responder con el pulso firme del esloveno Dragic y el caracoleo de su base Calloway. Fueron dos partidos que poco o nada tuvieron que ver. El primero duró dos cuartos y evidenció la habilidad de Calloway y, curiosamente, un desacierto colectivo del Baskonia, con lagunas de concentración, especialmente en el inicio del partido, en el que el Unicaja le endosó un 24-13 demoledor. En el segundo, el Baskonia ajustó la defensa y el partido se volvió físico, trabado, con peleas a veces marrulleras entre Pleiss y Stimac pero que le permitió a los de Scariolo igualar el marcador hasta un 35-33 que dejaba el partido en el aire.

Hasta entonces, el Baskonia solo había conseguido empatar en dos ocasiones (a 31 y a 33 en los dos últimos) minutos, sin ponerse jamás por delante. El Unicaja vivía del acierto y la inteligencia de Calloway y el buen trabajo de Kuzminskas, que tardó en entrar en el partido pero cuando lo hizo cambió su cara de niño por la de malvado para el Baskonia.

Y entonces llegó el descanso. Y ocurrió lo desconocido. De lo físico se pasó a lo sutil. Bien es verdad que el Unicaja trató de agobiar a los jugadores de Scariolo con defensas pegajosas y llenas de ayudas, lo que dejaba siempre a un francotirador dispuesto a disparar contra la canasta. Y ahí comenzó el recital de triples en un tercer cuarto en el que el balón más que botar, voló. Todo el desacierto baskonista del principio se convirtió en acierto en el tiro exterior. Así se explica que el Laboral Kutxa le endosara 30 puntos al Unicaja en cada cuarto. 60 marcó el Baskonia en los dos últimos cuartos frente a los 33 que había conseguido en los dos primeros.

Aún así, Unicaja resistió el bombardeo al amparo de un renacido Dragic y de la pugna impagable de Stimac bajó el tablero. Mientras recibía las bombas del Baskonia, su insistencia le llevó a acercarse hasta los seis puntos cuando aún había partido por disputar. Los triples de Dragic le devolvieron la confianza en la batalla, tan desigual por momentos, pero estaba claro que el Baskonia donde ponía el ojo, ponía el balón cuando miraba de lejos. Y Nocioni respondía a cada intento con otro ejercicio de precisión: cuatro triples lanzó en el partido y los cuatro los anotó. San Emeterio lanzó cinco y consiguió que tres acariciasen por dentro la red. Hanga y Jelinek se sumaron al ejercicio, aunque sin suerte. Estaba claro que era un ejército de francotiradores a los que se les hacían los dedos huéspedes cuando la pelota caía en sus manos.

Una leve reacción del Unicaja le dio vidilla a un encuentro que parecía vocacionado para caer en el saco del Baskonia, un equipo que frece su mejor versión en la Eurolioga y deja su aspecto huraño, y a veces hueco, para la Liga.

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