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Nadal, victoria con susto

El español, dolido en un tobillo, domina 6-1, 6-2 y 6-3 un duelo espectacular con Monfils y llega a octavos, donde le espera Nishikori

Juan José Mateo
Nadal celebra su victoria sobre Monfils
Nadal celebra su victoria sobre MonfilsEugene Hoshiko (AP)

En la Rod Laver suenan tambores de guerra. De cañonazo en cañonazo, Rafael Nadal y Gael Monfils dirimen quién de los dos llegará a octavos. Los dos primeros juegos, que dejan 2-0 al español, duran 16 minutos y se viven a través de tres bolas de break para su contrario. De zambombazo en zambombazo, el francés intenta labrarse su camino de vuelta al encuentro, dejando boquiabierta a la grada, que celebra sus “Allez!” como la promesa de una noche histórica. Le Monf pronto se choca con un muro. El número uno, espectacular de golpes y potencia, acaba llevándose 6-1, 6-2 y 6-3 el duelo pese a que en el segundo set se dobla un tobillo, enfila el camino al banquillo cojeando y allí se sienta lamentando su suerte: "Un poquito más y estaba fuera del torneo, pero pude volver a jugar normal", dirá luego, ya clasificado para jugar los cuartos contra el japonés Kei Nishikori, el número 17 del mundo, al que domina 5-0 en el cara a cara. Como él, también disputarán los octavos David Ferrer, Tommy Robredo, Roberto Bautista y Garbiñe Muguruza.

"Estoy muy contento de haber tenido la oportunidad de haber jugado tan bien aquí en Australia, en la sesión nocturna, tras haberme perdido el torneo el año pasado [por lesión]", dice el campeón de 13 grandes sobre la pista. "Muchas gracias a todos los que han hecho posible este momento", añade. "He jugado a un nivel muy alto. Que las temperaturas hayan bajado hace que la bola sea un poco más lenta y por eso el tenis es un poco mejor. Me he movido muy bien. Voy a luchar duro"

Y antes, Nadal lucha un partido a la altura del escenario. El número uno lo aborda tirando cañonazos por las dos orillas. A su conocida capacidad de reventar la pelota con el drive le añade unos tiros impresionantes con el revés cruzado, que utiliza para abrirse la pista y rematar los puntos. Cada pelota que toca el español suena como un trueno. Retumban sus tiros contra las paredes de la Rod Laver sin que eso acabe de impresionar a su contrario. El francés, todo un atleta, intenta responder kilo a kilo a la fuerza del español. Como en su raqueta hay dinamita y en su cuerpo sangre caliente, el debate es acalorado. Ruge el público. Tiembla la central. Melbourne asiste a un partido desencadenado, hecho de latigazos, en el que al final no triunfa el más fuerte, sino el más inteligente: Nadal gana 6-1 la primera manga, y después el partido, porque cada una de sus decisiones tienen sentido. Donde Monfils juega para los fotógrafos, todo pose y espectáculo, él juega para los libros de historia. Pensando en el título. Por todo el esfuerzo del aspirante, por todo lo igualado que a veces es el pulso, el francés solo puede presumir de seis juegos en su casillero cuando acaba el encuentro.

Muchas gracias a todos los que han hecho posible este momento"

La explicación tiene que ver con el orden y el talento. Nadal iguala e incluso supera la capacidad atlética de Monfils. Puesto frente a alguien que neutraliza su arma más intimidante, pronto se ve por qué el francés es el número 32 del mundo. Su juego se descontrola fácilmente. De su buen plan inicial, atacar el drive de Nadal con su revés cruzado, à la Djokovic, pasa a un guruigay de tiros espectaculares que son toda una lotería. Entran como salen, los celebra como los lamenta. Sin orden ni esquema de juego, irreconocible cualquier propuesta razonada, Nadal, que llega a sacar a más de 200 kilómetros por hora, domina al francés desde la línea de fondo, acogotándole sobre el revés para luego ponerle a correr sobre la derecha. El servicio, además, no acude en al rescate de Monfils, porque se enmaraña en las dobles faltas y en un bajo porcentaje de primeros. Inevitablemente, pierde.

Es toda una presentación de la candidatura al título del español, que gana puntos a toda mecha, sin diálogos intermedios; que juega con valentía las bolas de break en contra que se procura Monfils en un tercer set de lo más parejo; y que firma un ejercicio notable en todos los apartados del juego. Nadal está listo.

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Sobre la firma

Juan José Mateo
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.

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