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Garbiñe pierde la apuesta

La española, con una arriesgada propuesta, cae 1-6 y 3-6 en octavos tras desaprovechar seis bolas de break contra Radwanska, la número cinco

J. J. M.
Radwanska celebra la victoria ante Muguruza
Radwanska celebra la victoria ante MuguruzaAaron Favila (AP)

Por encima de la derrota en octavos del Abierto de Australia (1-6 y 3-6 ante Radwanska, la número cinco), lo que esconde el resultado: Garbiñe Muguruza, de 20 años, tiene argumentos para decir muchas cosas en el tenis del siglo XXI. Con 1,82m, la hispanovenezolana tiene unas palancas privilegiadas para ejecutar un plan destructivo de tenis de ataque. En una noche fría, y acompañada por los mordiscos del viento, la número cinco mundial lo sufrió en un arranque de partido tremendo. La polaca tardó seis minutos en apuntarse su primer saque (0-1). Casi 15 en sumar el segundo (1-2). En medio, tuvo que defenderse de cuatro bolas de break en contra que la española se procuró a cañonazos. La derrota, como esas oportunidades desaprovechadas, enfrentó a la número 38 con los defectos que tendrá que limar para incorporarse definitivamente a la elite.

“Ella sabe utilizar sus armas, sabe que tiene que correr mucho, te las pone todas en el sitio más incómodo, en la media pista, y si no estás con la confianza necesaria para subir a la red, te empiezas a atrapar un poco porque no sabes cómo acabar el punto”, dijo al borde de las lágrimas, “emocionada”, tras ceder un partido que dominó por encima del marcador. “Me he acelerado un poco porque no veía cómo ganar el punto. He aprendido mucho”.

En la media pista, Muguruza se enreda. Ahí, en el arranque del encuentro, perdió lo mucho que ganó con sus magníficos trallazos desde el fondo, desconocidos en una tenista española. Durante más de media hora (hasta que llegó el break), Radwanska se vio reducida a un agónico esfuerzo defensivo, pleno de carreras y contraataques llenos de tacto y mala baba. La polaca pronto identificó que su contraria desconocía los secretos de la red, y empezó a citarla a medio camino, obligándole a tomar decisiones para las que no estaba lista. En cuanto perdió su primer servicio (1-3, casi 40 minutos de encuentro, una barbaridad), Muguruza se desconectó del duelo, hasta el punto de desaprovechar dos bolas de break en la segunda manga que le devolvían al partido (3-4). Ese, el de la continuidad y la intensidad mental, es el segundo escalón que deberá subir para acercarse a la lucha por los grandes títulos.

"No estoy muy contenta con el partido que he hecho", reconoció la derrotada, que extendió 37 minutos la pelea por los primeros cuatro juegos, y 40 el pulso por los 12 restantes. "Llos puntos importantes han caído de su lado, y yo cada vez estaba más negativa".

La derrota cerró una racha impensable de la hispanovenezolana. Muguruza, de saque notable, abrió el curso tras seis meses apartada de las pistas por una operación en el tobillo. El principio de temporada le trajo su primer título (Hobart), sus primeros octavos grandes (Abierto de Australia) y su tercera victoria contra una top-10 (Wozniacki). La derrota llegó con las piernas cargadas de encuentros y el debate mucho más reñido de lo que dice el resultado. Aquí hay una tenista de las que merecen la pena.

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Sobre la firma

J. J. M.
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.

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