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“Ahora, los jugadores son demasiado individualistas”

Neale Fraser (Melbourne, 1933) tiene manos graníticas. Con ellas alcanzó un éxito irrepetible: en el Abierto de EEUU de 1960 sumó todos los títulos posibles (individual, dobles y doble mixto)

J. J. MATEO
El tenista australiano Neale Fraser durante el torneo de Queens el 21 de junio de 1957
El tenista australiano Neale Fraser durante el torneo de Queens el 21 de junio de 1957Cordon press

Neale Fraser (Melbourne, 1933) tiene manos graníticas. Con ellas alcanzó el número uno amateur, tres títulos individuales del Grand Slam, once de dobles y un éxito irrepetible: en el Abierto de EEUU de 1960 sumó todos los títulos posibles (individual, dobles y doble mixto). Hoy se sienta para hablar del pasado y el presente en un sofá negro del palco de presidencia de la pista Rod Laver, bautizada en honor de su amigo, al que derrotó en dos finales grandes.

Pregunta. Manolo Santana, el pionero del tenis español, siempre cuenta que si ganó Wimbledon fue porque los australianos le enseñaron los secretos de la hierba. ¿Por qué ayudar al enemigo?

Respuesta. No era un enemigo. Como nosotros, era alguien que amaba el tenis. En la pista, luchábamos a muerte para ganarle, pero fuera de ella era alguien como de la familia, alguien de cuya compañía disfrutábamos, igual que lo hacíamos de sus vivencias. Cuando éramos jóvenes, cenábamos juntos cada noche, lo que nos apeteciera, porque nadie nos decía esto sí y esto no, y luego íbamos al cine o a jugar a las máquinas de pinball. Disfrutábamos de la vida. Nos sentíamos afortunados. A los aussies, como estamos tan lejos de casa, nos resulta fácil establecer lazos fuertes entre nosotros y con otros. Nos pasó lo mismo con los suecos. Solíamos tener grandes batallas contra ellos en la Copa Davis, pero nos hicimos muy amigos. Es un aspecto que ha desaparecido del juego. Una decepción.

P. ¿Con qué españoles compartían vivencias?

R. Con Santana, Arilla y Gisbert. Nos divertíamos mucho.

P. ¿Cómo eran?

R. Gisbert era muy rígido jugando, robótico. Santana tenía tacto, estilo y clase. Un top-spin (efecto curvado) enorme. Había nacido para ser tenista. Le era natural. Gisbert trabajó para ello.

P. ¿Cuáles eran los valores de aquellos tenistas australianos?

R. Nosotros viajábamos como un equipo, en grupo. Todos éramos hermanos: Laver, Rosewall, Newcombe, a cualquiera podías pedirle que se entrenara contigo… Ese elemento se ha perdido. Ahora, todos los tenistas tienen lo que se llama entorno. Los jugadores son ahora demasiado individualistas. Tenemos que estar orgullosos de nuestro país, de estar juntos y jugar juntos, en lugar de ser muchos individuos que siguen cada uno su propio camino. Nosotros éramos siete jugadores de los que cuidaba una sola persona, Hopman. Ahora, un jugador tiene a siete personas cuidando de él. Es al revés. Yo solía ir a cenar con Rosewell, Newcombe, Hoad, Emerson… esta noche o la otra. Ahora ellos cenan con el entrenador, el mánager o la novia.

P. ¿Es una cuestión de dinero? Ustedes no cobraban.

R. El dinero ha creado esta situación. Ahora pueden tener un entrenador a tiempo completo, un nutricionista, un fisio… porque hay mucho dinero. Es fantástico que reciban estos premios, pero eso de que Murray tenga seis o siete personas en su entorno me parece irreal.

P. ¿Cuál fue su secreto para ganarle a Laver una final en Wimbledon?

R. A Rod no le gustaba jugar con zurdos...

P. El césped de ahora es más lento que entonces, según Santana.

R. ¡Yo nunca me podría quejar de las pistas de Wimbledon!

P. ¿En su tiempo se quejaban por jugar con 42 grados?

R. No recuerdo haber jugado con 42 grados, pero sí con muchísimo calor. Nuestro ritmo entre punto y punto era más alto, porque no teníamos los 25 segundos de espera de ahora; no teníamos sillas en las que sentarnos entre juego y juego; podías considerarte afortunado si te daban una bebida cuando cambiabas de lado de pista; y no había tie-breaks. Sentarse cada dos juegos como ahora, es una ventaja infernal. En mis tiempos, el jugador más en forma era el que ganaba.

P. ¿Cómo afrontaba usted aquello?

R. Solo me preocupaba mantener mi saque. Me daba igual llegar a un 10-8 con ese saque que tenía. En eso, los zurdos tenemos ventaja.

P. Nadal lo es y el saque no es su punto fuerte.

R. Yo no cambiaría nada en Nadal. Es el jugador más rápido que nunca he visto. La forma en la que rodea la pelota para golpearla con el drive y no con el revés… ¡Qué pies! El grip que tiene [forma de agarrar la raqueta] impide que saque plano. Se lanza la bola a un lado, en lugar de echársela a un lado. Su velocidad es fantástica.

P. ¿Cómo lo definiría?

R. Odiaría jugar contra él. Es divertido de ver.

P. ¿Federer?

R. Lleno de armonía.

P. ¿Djokovic?

R. Alguien que no es un tenista natural, sino un tenista que se ha hecho. Ha trabajado por ello. Ha conquistado el juego.

P. ¿Hewitt?

R. No ha habido otro con su determinación y sus agallas.

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Sobre la firma

J. J. MATEO
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.

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