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“Es difícil de asimilar”

Nadal reflexiona al día después sobre su “espasmo muscular” y cómo procesar lo sucedido

Juan José Mateo
Nadal, atendido por el masajista, el pasado domingo en Melbourne.
Nadal, atendido por el masajista, el pasado domingo en Melbourne.SAEED KHAN (AFP)

En el hotel Crown, la fortaleza de los tenistas a la orilla del río Yarra, Rafael Nadal se levanta tarde el día después de perder la final del Abierto de Australia. Durante la mañana, Rafael Maymò, su fisioterapeuta, empieza a trabajar sobre su espalda aprovechando que sobre la musculatura ya se sienten los efectos del ibuprofeno y los relajantes musculares consumidos desde la víspera. El número uno habla de un “espasmo muscular”. Cuenta que a su vuelta a España, que inició vía Catar la noche australiana del lunes, se someterá a pruebas para identificar el origen de un problema que ya amenazó con atacarle en Montecarlo y Montreal 2013. Sentado en una mesa con cuatro periodistas, el español resume el tamaño del golpe que supone que la victoria de Stan Wawrinka llegue en esas circunstancias: “Esto es difícil de asimilar mentalmente”.

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El Nadal de la final del Abierto no se mueve como acostumbra. Apenas vuela su saque, ni persigue su raqueta las pelotas laterales. Desaparecen los gestos y los tics que le caracterizan. Todos los rituales competitivos con los que se concentra para el saque quedan suspendidos (nada de colocarse el pelo, los calcetines o el pantalón), señal de que no ve posibilidad de victoria. La espalda le martiriza. Al día siguiente, vestido con una camiseta roja, el gesto ya es otro. Hay alguna sonrisa, disposición al diálogo en profundidad, voluntad de análisis. Sin embargo, la decepción por la oportunidad perdida es la misma.

Si acabo mi carrera sin llegar al 14º grande, también habrá sido fantástico” Rafael Nadal 

“No puedo mover mucho la espalda, pero para hacer vida normal estoy bien”, explica mientras vierte un refresco en una copa. “Me duele en gestos singulares, cuando me siento o me levanto. Ha sido un mal trago. Tengo un poco de resaca por una oportunidad que estaba allí y que se fue casi sin ni competirla, porque cuando uno compite y pierde es parte de la vida”, cuenta. “No me he preocupado mucho de saber lo que era (la lesión en la espalda). Sé seguro que no es nada grave, porque la sensación es similar a otras veces, pero bastante más agresiva: otras veces era dolor y esta vez me he quedado clavado. Es difícil de asimilar mentalmente. La vida sigue. No sé cómo lo voy a procesar aún”.

El Nadal de la final del Abierto no se mueve como acostumbra. Apenas vuela su saque, ni persigue su raqueta las pelotas laterales

La próxima parada del mallorquín debería ser en Buenos Aires, donde comienza la gira de tierra batida sudamericana el próximo día 10. Su entorno confía en su presencia. Él no la descarta para nada. De sus palabras, en cualquier caso, se deduce que lógicamente la prioridad en este momento es otra. “No me preocupa el llegar o no llegar, sino si hay algo de la espalda que me produzca que sea frecuente el que me pueda ocurrir esto”, explica sobre las pruebas a las que se someterá a su vuelta a España, y que incluirán una resonancia magnética. “Creo que es un espasmo muscular. Mi sensación es que es un mal gesto que se va a pasar en varios días trabajando con Rafa (su fisioterapeuta) y dejando pasar las horas. Me lo voy a mirar para intentar evitar que esto no ocurra (más)”.

La próxima parada del mallorquín debería ser en Buenos Aires, donde comienza la gira de tierra batida sudamericana el próximo día 10

Entonces, Nadal, el campeón que acaba de perder un título grande y la posibilidad de igualar los 14 de Sampras, revela una de las razones por las que durante su carrera ha superado mil y una lesiones, mil millones de dificultades. “Vamos a hablar claro. Lo más importante es ser feliz y si uno solo es feliz cuando gana un Grand Slam, no puede ser tenista. Hay que disfrutar del día a día y valorar lo que uno tiene”, subraya. “Estaba a un partido de hacer 14 y no los he hecho. Sería un poco más feliz hoy si tuviera 14, pero dentro de tres semanas tendré la preocupación del partido del siguiente día. Es la realidad del deporte y del día a día. No hay más que eso. Si termino mi carrera con 13, habré tenido una carrera fantástica. Vuelvo a casa tranquilo. He dado todo lo que tengo”.

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Sobre la firma

Juan José Mateo
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.

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