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Un broche en casa para la generación de oro

La quinta que mantiene a España en la élite mundial desde hace 15 años afronta la Copa del Mundo como la culminación de su obra La Federación ha concebido el torneo más ambicioso de su historia: 24 selecciones disputarán 82 partidos durante 16 días

R. Á.
Pau Gasol, Lebron James y Rudy Fernández, durante la final olímpica de Londres.
Pau Gasol, Lebron James y Rudy Fernández, durante la final olímpica de Londres. SERGIO PÉREZ (reuters)

“¿Ahora? Que nos bajen a unos marcianos”. Lo decía Raúl López, a sus 19 años, un 26 de julio de 1999, un día después de que la selección española ganara a Estados Unidos en la final del Mundial júnior en Lisboa. Tres lustros después, cuatro jugadores de la camarilla que rompió moldes en el baloncesto español y que permanecen en la absoluta, junto a todos los que se han incorporado y se han impregnado de su espíritu ganador, se sitúan ante una ocasión excepcional: una Copa del Mundo en casa.

El reto competitivo, esta vez, es equiparable al organizativo. La Federación Española ha concebido el torneo más ambicioso de la historia con la participación de 24 selecciones que se dispu­tarán el título en 82 partidos durante 16 días: del 30 de agosto al 14 de septiembre. La fase de grupos se disputará en Granada (donde competirá la selección), Bilbao, Las Palmas y Sevilla. Las fases de cruces, octavos, cuartos y semifinales se repartirán entre Madrid y Barcelona. La final y el partido por la medalla de bronce serán en la capital.

Lo mejor de aquel equipo gestado durante el cambio del milenio es su talento, su competitividad y su ambición máxima. No ha habido plata que saciara su codicia, desde la primera que consiguieron en el Europeo de 2003 en Suecia, cuando Pau Gasol acabó más triste que satisfecho. Aquella selección se superó y ganó el oro en el Mundial de 2006 en Japón y en los Europeos de Polonia 2009 y Lituania 2011.

Tampoco hubo retos que les parecieran inalcanzables, desde los dos Anillos de la NBA obtenidos por el propio Pau hasta los 11 jugadores que compitieron o compiten a un buen nivel en la mejor liga del mundo (de Raúl López a Ricky Rubio). Y el equipo español, cuando se enfrentó a la selección de Estados Unidos con más estrellas desde la del dream team de 1992, con Kobe, Lebron, Wade, Howard y Durant, jugó sin complejos y rozó la proeza tanto en la final olímpica de Pekín (107-118) como en la de Londres (100-107).

El equipo español ha mantenido un espíritu y una cohesión que han caracterizado a cuantos han formado parte de él, desde los veteranos con los que enlazaron, Alfonso Reyes, Nacho Rodríguez, Carlos Jiménez o Garbajosa, hasta aquellos que se fueron incorporando: Rudy, Marc Gasol, Ricky, Ibaka o Claver.

En 2004, el seleccionador, Javier Imbroda, aventuraba: “Esta selección tiene todos los ingredientes apropiados para ser un gran equipo: experiencia, juventud, talento, físico y una calidad humana excepcional. Está llamada a ser un referente en el mundo del deporte, e incluso a nivel social, para la juventud”. Acertó. La selección se ha mantenido en la excelencia a pesar del carrusel de seleccionadores hasta el actual, Juan Antonio Orenga. Si no surge ningún imprevisto, Pau Gasol y Navarro regresarán tras su ausencia por lesión en el pasado Europeo. Calderón continuará en el equipo. Y no se descarta que Felipe Reyes regrese también. El reto del equipo español será doble: superar a una selección repleta de estrellas como Estados Unidos y ganar un oro por primera vez en casa.

Tenemos una cita con la historia

Juanma Iturriaga

Para el baloncesto, 2014 no es un año más. Más bien lo contrario. Veintiocho años después, España vuelve a organizar un Mundial y las ilusiones puestas en nuestra selección como legítimo aspirante a volver a conquistar el campeonato que ya logró hace ocho años en Japón lo convierten en cita con la historia. La expectación es máxima, y esta vez no habrá renuncias. Todos nuestros mejores jugadores estarán presentes, lo que significará la vuelta de Pau Gasol, Navarro y Felipe Reyes, que junto a Calderón, Rudy, Ricky Rubio y Marc Gasol protagonizarán un evento que podría ser la despedida grupal de la generación del ochenta, un colectivo inigualable.

El reto es enorme, pues nada que no sea subirse a lo más alto del cajón satisfará por completo. Las posibilidades de España para lograr el oro gravitan sobre dos cuestiones, una propia y otra ajena: el estado físico de algunos de sus jugadores fundamentales, treintañeros y muy castigados después de más de una década ininterrumpida de esfuerzos, y el equipo que formará Estados Unidos, que cuenta de partida con casi todas sus figuras, a excepción de Kobe Bryant. Pero la fiabilidad mostrada por nuestro equipo y la seguridad de que, venga quien venga del otro lado del Atlántico, los estadounidenses formarán una escuadra temible hacen pensar que asistiremos a una deseada reedición de las finales de Pekín y Londres.

Otra sospecha fundada es que estamos en el año del Real Madrid. Su liderazgo en España es hasta ahora incuestionable, pero falta concretarse en títulos. A la espera de la llegada de los momentos decisivos, todo parece indicar que el equipo, después de tres años bajo la tutela de Pablo Laso, ha alcanzado un grado ideal de competitividad, madurez, espectacularidad y pujanza física, que además de llevarle a batir récords históricos, le convierte en máximo favorito e incluso capaz de lograr la triple corona. Su rival más cualificado sigue siendo el Barcelona. Ante los elogios unánimes que recoge el Real Madrid, los azulgranas esperan agazapados su oportunidad y las posibilidades que le otorga contar con una plantilla tan amplia como talentosa, aunque, como ocurrió a la inversa durante años recientes, parece caminar un peldaño por detrás de los madridistas.

El panorama europeo no ofrece grandes diferencias con el español, con Madrid y Barça comandando los pronósticos. Competición cruel, pues, tras 24 jornadas y un playoff de cuartos, te lo juegas todo en un cara o cruz en la final a cuatro. Más allá de los Pirineos no se vislumbra nadie más capacitado. ¿Final española? Nada, nada descartable.

Finalmente, y en el universo NBA, a los actuales campeones, los Miami Heat, les han salido unos jóvenes respondones en Indiana. Ya estuvieron a punto la temporada pasada de aguarles la fiesta, y en esta van un metro por delante. En el salvaje Oeste, San Antonio sigue revelándose contra lo que dicen los DNI de sus estrellas. Mi bola de cristal no apuesta por un tercer título para King James.

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Sobre la firma

R. Á.
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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