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El Barça se ceba con el Tenerife

El conjunto azulgrana subraya su mejoría de cara a las semifinales con una paliza récord (102-60) de 42 puntos

Robert Álvarez
Sada entra a canasta ante Biviá.
Sada entra a canasta ante Biviá.JORGE ZAPATA (EFE)

El Barcelona necesitaba un reconstituyente y el modesto Iberostar Tenerife lo sufrió en sus carnes. Caprichos de la competición y de una Copa del Rey en la que los grandes cada vez dejan menos rendijas a las sorpresas y marcan mayores diferencias. El Barcelona, quiera o no lo quiera, llega a la competición bajo la alargada sombra del imponente Madrid y con la mochila de su pésimo inicio de temporada. No dejó el menor margen a la duda y ganó por 42 puntos (102-60), la mayor diferencia en una fase final de la Copa durante la etapa de la ACB, superando el anterior registro, los 29 puntos de margen que le endosó también el Barcelona al CAI Zaragoza en 1987 (117-88) y el Joventut al TDK Manresa en 1993 (86-57).

El equipo de Xavi Pascual subrayó su mejoría con un aplicado trabajo, sin bajar el listón, sin importarle que la diferencia fuera de 15, de 20 o de 30 puntos. El Barcelona quería llegar a toda máquina a las semifinales y se salió con la suya. Hoy se enfrentará al Valencia (21.30, autonómicas), su último verdugo, el pasado domingo en la Liga, en el espléndido partido que disputaron en la Fonteta.

BARCELONA, 102; IB. TENERIFE, 60

Parciales: 22-16 | 29-18 | 21-14 | 27-12

Barcelona: Marcelinho (13), Navarro (11), Papanikolaou (11), Lorbek (11), Tomic (4) —equipo inicial—; Dorsey (9), Sada (5), Abrines (12), Todorovic (2), Oleson (10), Nachbar (5) y Pullen (9).

Iberostar Tenerife: Uriz (12), Blanco (5), Rost (2), Sikma (6), Fajardo (4) —equipo inicial—; Gutiérrez (9), Richotti (11), Niang (0), Bivia (3), Heras (0) y Chagoyen (5).

Árbitros: Hierrezuelo, Bultó y Peruga. Sin eliminados.

Pabellón Martín Carpena de Málaga. Unos 10.000 espectadores.

Tan contundente y tensado resultó el juego del Barcelona como evidente la inferioridad del Iberostar Tenerife que, además de las evidentes limitaciones de su plantel, no pudo evitar la sensación de orfandad tras haber perdido, poco antes de tomar el avión para Málaga, a su mejor jugador, el pívot montenegrino Sekulic, ya en las filas del Fenerbahçe.

El Barcelona ya no es el equipo de principios de temporada, titubeante algunas veces, desesperante otras. Xavi Pascual ha afilado los planteamientos y ha reducido la tropa, al tiempo que cicatrizaban los ligamentos y se reducían las fracturas óseas de Lorbek, Navarro y Oleson. El equipo ha remontado el vuelo. Sus capataces han recuperado la exuberancia física y el ritmo de competición. Y el Barcelona empieza a parecerse a lo que se presuponía. Ha sido capaz de ganar en Grecia y en Turquía. Pese a perder en Valencia, su juego también fue aquel día notablemente mejor que semanas atrás.

El Iberostar Tenerife, un equipo modesto para el que estar en la Copa ya suponía un enorme logro, no pudo mantener el tipo ante el aplicado despliegue de recursos de un rival muy superior. Marcelinho es la viva imagen del subidón de su equipo. Maneja con mucha más soltura y sentido, anota con mejores porcentajes y mueve y distribuye con más sincronía. Sus compañeros se entonan cuando marca los tiempos. Tomic, Dorsey y compañía dominaron el rebote. Navarro, Oleson, Pullen y casi todos los jugadores azulgrana acertaron en los triples.

El Tenerife se vio muy pronto fuera del partido, sin otra posibilidad que luchar por suavizar en lo posible el castigo. Pascual dio entrada a los reservas en el último cuarto y, aun así, el Barcelona batió el récord con la mayor paliza en la Copa en la era ACB, la que empezó hace 30 años en Zaragoza. Hoy le espera el Valencia en semifinales en otro gran duelo de altura por estar en la final.

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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