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A cámara lenta

Los cambios en la presidencia y en el banquillo del Barça contrastan con el inmovilismo del equipo titular, prácticamente el mismo que fue desbordado por el Bayern Múnich

Ramon Besa
Martino, en el banquillo, en el partido contra la Real.
Martino, en el banquillo, en el partido contra la Real. vicens gimenez

No pasa el tiempo para el fútbol del Barça, petrificado desde la goleada de abril del año pasado ante el Bayern en la Champions. El miércoles formó contra la Real Sociedad, y el sábado frente al Valencia, con el mismo equipo prácticamente que salió goleado (4-0) de Múnich. Las únicas novedades fueron Pinto, que sustituye a Valdés en la Copa; Mascherano, entonces lesionado y anteayer titular por Bartra; y Cesc, ahora más protagonista que Iniesta. Analizada la alineación y el juego parece como si el Barcelona no hubiera procesado la eliminación contra el campeón de Europa para corregirse, tal y como se prometió desde la institución, sino que atribuyó su eliminación y posterior crisis al azar, a la casuística, a factores fuera de su control.

Ha cambiado el entrenador —de Vilanova, por enfermedad, a Roura y después a Martino— y de presidente —Bartomeu sustituye a Rosell— y, sin embargo, el equipo y el plantel permanecen quietos, no se dan por enterados, insensibles al temor de la afición de que no se afronte con garantías el cruce con el Manchester City.

Juega el Barcelona a cámara lenta, expuesto a quedar retratado, víctima de los defectos del final de la pasada temporada. El fútbol es discontinuo, impreciso, desordenado y no se aprecia ninguna evolución táctica; al entrenador solo se le mide por unos cambios que nunca agota; y tampoco se advierte una mejora física. Al pie o al espacio, no se mueven los azulgrana en bloque y de forma homogénea.

Martino no es un técnico protagonista en un equipo que debe renovarse

No se han corregido las disfunciones estructurales ya denunciadas. Las concesiones defensivas son reiterativas: con un solo central natural como Piqué, Busquets queda descuartizado por la falta de ayuda de los volantes y laterales, así como por la ausencia de una presión sincronizada de los delanteros; a Xavi se le protege como titular para después ser señalado como el culpable de la derrota; y no se sabe qué le pasa a Messi. Alejado del área, cada pelota que maneja es una bala: mata al rival con una asistencia o a su propio equipo por la transición que facilita con la pérdida. El equipo generó un ecosistema para sobrevivir en ausencia de Messi a la espera de marcar las diferencias al regreso del 10. La mezcla aún no funciona.

Incluso Cappa, ayudante de Menotti y de Valdano, ha visto “un poco apagado” a Messi. “Si miramos un partido suyo de hace tres o cuatro años, veíamos esa locura, esa pasión que tenía por jugar”, afirmó el técnico argentino a Esports en Xarxa. “Yo no sé si será por la lesión o lo que fuere, pero lo veo cumpliendo su tarea profesionalmente. Es irreprochable ahí, pero le falta el amor al juego que le hace encarar, gambetear a uno, a dos; eso veo que lo ha perdido. Es como si llevara 15 años de matrimonio con el fútbol y se haya aburrido”. Cappa hace extensiva la tristeza de Messi al Barça: “Ha perdido el entusiasmo desbordante que tenía. Tiene que hacer una recomposición”.

El fútbol de Messi siempre fue contagioso para el Barça, falto actualmente de chispa y también de competitividad propia porque no hay competencia en los entrenamientos y la alineación titular está cantada. Aunque Martino ha rotado a la plantilla para que los elegidos llegaran a la fase decisiva de la temporada en las mejores condiciones, hoy hay dudas sobre cual será su respuesta en partidos exigentes contra los mejores de Europa. Ha sido el propio técnico quien ha hablado de “involución” y “confusión”.

Entre la hinchada y los jugadores hay cierto cansancio por la inercia y la rutina

La directiva asegura que Martino tiene plenos poderes para intervenir porque desde su fichaje era consciente de la necesidad de agitar al equipo. El técnico, sin embargo, se ha entregado al plantel: descartó fichar a un central, no reforzó la medular y ha evitado la cesión de Dos Santos además de recuperar a Afellay. Los movimientos se reservan para el próximo curso con jugadores como Deulofeu o Rafinha. Y, a la espera de que se recupere, Neymar no es todavía la solución sino que ha sido un problema financiero que a fin de cuentas le ha costado la presidencia a Rosell.

No se sabe qué piensa hacer Martino, ni siquiera si está más interesado en evolucionar el estilo que en cambiar jugadores. El rosarino pregunta, atiende y ejerce de entrenador. El problema es que su proceder le acerca más a la figura de un gestor que de un técnico protagonista en un equipo cuya renovación provoca ya tanta controversia como la reforma del Camp Nou. Dos de las decisiones capitales de la junta han generado precisamente una fractura social de consecuencias imprevisibles: la acción de responsabilidad ya votada y la modernización del estadio.

Ningún síntoma refleja mejor la preocupación por el Barça que la baja asistencia en los últimos partidos del Camp Nou. A juzgar por algunas declaraciones, una parte de la hinchada y algunos jugadores se aborrecen por igual, están cansados, faltos de afecto, de coraje y de alma, presos de la inercia y la rutina. La duda está en saber si las malas sensaciones precisan de cirugía o son coyunturales, esclavo como es el barcelonismo de su modelo, conservador con sus futbolistas y devorador con los técnicos y directivos. Ante la falta de personalidad y liderazgo, los jugadores se van pasando la pelota, conscientes de que no hay un plan de ataque sino de defensa personal para disimular una parálisis que llevó precisamente a Thiago al Bayern.

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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