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El hockey femenino, un asunto norteamericano

Canadá y Estados Unidos volverán a jugar la final tras seguir arrasando algo menos que en 2010

Ward, de Canadá, lucha con la estadounidense Knight.
Ward, de Canadá, lucha con la estadounidense Knight.ANATOLY MALTSEV (EFE)

El hockey sobre hielo femenino sigue siendo un asunto exclusivamente norteamericano. De Estados Unidos y Canadá. Lo mismo sucedió en la danza del patinaje artístico, modalidad mixta. Pero en el deporte de equipo con un tono insultante, excesivo, casi parecido al ridículo de hace cuatro años cuando sus victorias fueron goleadas de escándalo. Ambos rivales jugarán nuevamente la final, como en los mejores tiempos del Barcelona y el Madrid. Ni siquiera hay un tercero en discordia, tipo Atlético. El resto han jugado otro torneo. Ha sido como la Liga española de fútbol.

En el torneo masculino, donde hoy se disputan ya los cuartos de final, el panorama está siendo algo parecido, pero en tono bastante menor. Aún queda tela por cortar. Ambos equipos se han clasificado directamente al sumar el mayor número de puntos, junto a Suecia y Finlandia, los dos rivales nórdicos que también parecen serios aspirantes a las medallas. Los finlandeses, por ejemplo, sólo cedieron ante Canadá, 2-1, en la prórroga. Suecia está invicta. A Rusia, aún se la espera tras la derrota ante los estadounidenses. Ayer goleó a Noruega, 4-0, en el partido de repesca que debió jugar como castigo, pero no lo encarriló hasta el tercer período. Y los noruegos eran los más flojos nórdicos. Precisamente los finlandeses serán la nueva gran prueba para Rusia hoy (los restantes cuartos: Suecia-Eslovenia, Canadá-Letonia y Estados Unidos-República Checa). Entonces ya será a cara o cruz, mientras se han sucedido aún las protestas de los aficionados por el gol anulado en su partido contra Estados Unidos. El guardameta movió la portería involuntariamente unos segundos antes y fue ajustado a reglamento, pero no digerido. Como no haya mejoría el empacho puede ser definitivo.

El torneo de hockey femenino sigue siendo un torneo nada universal. Ya escrito

En una de las semifinales femeninas faltaban 14,46 minutos del segundo periodo de los tres de 20 cuando Jessica Lutz marcó el gol suizo. Canadá ganaba ya por 3-0 desde el primer tiempo. Las suizas lo celebraron como si hubieran ganado el oro. Después de ir por debajo en las estadísticas con 38-12 en tiros a puerta y 19-6 en ocasiones de gol, no era de extrañar. Su portera Schelling atesoraba el récord de haber sufrido 258 disparos en cinco partidos. Raty, incluso de la eliminada Finlandia, la seguía con sólo 164. Era una lotería que el resultado fuera mucho peor que 3-1 en contra. Las suizas se siguieron defendiendo como jabatas y aguantaron el resultado. Realmente están en la gloria desde que eliminaron en cuartos de final a la anfitriona, Rusia, y vieron así el camino de la medalla bronce. Sólo ese, porque estaba cantada su derrota, como la de Suecia, con quien la disputarán. Las suecas fueron aún más goleadas por Estados Unidos, 6-1.

El torneo de hockey femenino sigue siendo un torneo nada universal. Ya escrito. En 2010 ganó Canadá y Estados Unidos parece más efectivo ahora, pero deberá doblegar la mayor potencia física de las canadienses. En la semifinal hasta se llevaron por delante a una de las colegiadas que debió ser atendida por los médicos.

De la heroína disléxica al Bolero de Ravel

En todo caso, el nivel de atracción al otro lado del Atlántico ha calentado motores con la buena marcha de los dos equipos masculinos y el aliciente de un nuevo duelo por el oro femenino. Además, llegó la estética fina de la danza del patinaje artístico tras la serie de medallas también norteamericanas en las nuevas modalidades de snowboard y esquí libre. Los últimos héroes estadounidenses son la asombrosa Meryl Davis, con dislexia de tercer grado, y Terry White, su gran apoyo, que lograron el primer título de la historia para Estados Unidos destronando a los canadienses Tessa Virtue y Scott Muir. Mientras la pareja española quedaba por la mitad de los participantes en un digno debut, las norteamericanas encantaban en la cumbre.

Davis y White, que se conocen desde la infancia, sus familias viven cerca y sus madres los acompañan siempre, batieron incluso su récord del mundo de puntuación en el programa libre. En el patinaje artístico ya hay plusmarcas, como en el atletismo o la natación, como si los jueces siempre fueran los mismos. Pero la seria reconversión del código de puntuaciones, obligada tras los escándalos de corrupción hace 10 años, ya empezó a resquebrajarse en Sochi. La pareja francesa Nathalie Pezarat-Fabian Bourzat, frustrada por su cuarto puesto que les dejó sin medalla olímpica en su retirada, se mostraron extrañados de la exagerada mejoría de la puntuación dada a la pareja rusa ganadora del bronce respecto a su actuación en la competición por equipos. Y remataron diciendo que las músicas de valses o más tradicionales parecen encantar más a los jueces. Elena Ilinykh y Nikita Katsalapov usaron El Lago de los cisnes de Tchaikovski.

Meryl Davis y Charlie White celebran su oro.
Meryl Davis y Charlie White celebran su oro.Ryan Pierse (Getty)

Los estadounidenses se tomaron la revancha de su derrota en 2010 ante los canadienses y hasta apareció la especulación de un arreglo para su victoria tras la de los rusos Volosojar y Trankov en parejas. Exagerado. Lo que se vio en la pista fue que parecieron ganar justamente. Tras Vancouver, Davis y White se aplicaron aún más y ganaron los dos Mundiales entre los Juegos, en 2011 y 2013. Nadie discutió su mejoría. Estaban un escalón más que Virtue y Moir antes de Sochi y lo confirmaron. Las dos parejas planificaron su temporada con músicas de rusos, y no casualmente, sin duda. Homenaje a la gran cita. Y el Scheherezade de Rimski-Korsakov venció al Pequeño Adagio, Vals en Concierto número 2 de Alexander Glazunov. Las combinaciones, giros y alzamientos fueron más perfectos, como ya había sucedido en el programa corto con la misma música obligatoria de Foxtrot y Quickstep. Más de dos puntos de ventaja en ambos casos hicieron la diferencia.

Davis y White son la cuarta pareja no rusa o soviética (dominadoras en siete de 11 ediciones) que gana la danza desde que entró en el programa olímpico en los Juegos de Innsbruck 76. Se añadió a las parejas y a los individuales clásicos para potenciar más los detalles estéticos, sin los saltos, que en su caso están prohibidos. Además de Virtue y Moir en 2010, vencieron en Salt Lake City 2002 los franceses Marina Anissina (curiosamente de origen ruso), y Gwendal Peizerat. Pero el oro más brillante quizá de la historia, un oasis de lujo en pleno dominio soviético, fue el de la pareja británica Jane Torvill y Christopher Dean, un genio de la coreografía. Su Bolero de Ravel de Sarajevo 84 alcanzó niveles sublimes de belleza y calidad y ha quedado siempre como uno de los momentos cumbre de la historia olímpica. Volvieron para Lillehammer 94, pero ya no era su tiempo y sólo fueron bronce. Habían destapado ya todo el tarro de las esencias.

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