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Ni Julia ni Kim, fue Adelina

La rusa Sotnikova impone su técnica a otras fascinaciones y da a Rusia la última medalla del patinaje artístico

Sotnikova salta durante su presentación.
Sotnikova salta durante su presentación.BARBARA WALTON (EFE)

Ni fue la rusa Julia Lipnitskaia, descartada el día anterior en el programa corto, ni tampoco la surcoreana Kim Yu Na, pese a que iba líder en su regreso tras competir poco y haberse lesionado. Fue otra rusa, Adelina Sotnikova, a la sombra de la niña encantadora hasta ayer, quien impuso su mayor fuerza a todas las fascinaciones. Pese a un error al final de una combinación de saltos, fue la más técnica, la que saltó más alto y estuvo más precisa. Sin el gancho de sus rivales, demostró que no siempre la seducción supera a la realidad.

El Pabellón Iceberg ya estaba congelado desde el fallo el día anterior de la gran esperanza. Lipnitskaia había seguido al batacazo del equipo de hockey. Doble ración trágica en una sola jornada. La caída en el último triple de la niña de 15 años, que había vuelto a encantar en el concurso por equipos, como en su reciente oro europeo, terminó de helar muchos corazones. Pero en lugar de Julia apareció Adelina. Rusia levantó la cabeza nuevamente al final como había empezado con el oro del conjunto. Allí Lipnitskaia maravilló y Sotkina fue suplente, siempre en segundo plano. Después, aunque el abandono de Plushenko en la competición individual posterior fue otra decepción, la pareja Volosojar-Trankov salvó de sobra el regreso del país a la cumbre. Sotnikova ha puesto la guinda. A Rusia, al menos, le queda huella sobrada para recordar en uno de los dos grandes deportes.

Sotnikova puso el listón muy alto al superar por ocho puntos a la italiana Carolina Kostner, una eterna buscadora del podio y bronce al fin esta vez. El poderío de la rusa en la parte técnica le dio ya una ventaja enorme, una sorpresa. Pero quedaba Yu Na en el trío igualado tras el programa corto. Tal vez volvería su magia. Cerraba el programa libre después de haber patinado el anterior en el segundo grupo del montón por los escasos puntos acumulados tras sus ausencias. No importó. Convenció en su regreso, pero sin asombrar. Su ventaja sobre Sotnikova y Kostner fue mínima, sin más. Y aunque de la deslumbrante surcoreana ganadora hace cuatro años aún podía esperarse más, no llegó. Estuvo segura, como siempre. Pero excesivamente conservadora y los jueces la castigaron. Con seis puntos menos en la parte técnica acabó a cinco de Sotnikova.

Fue la gran alegría rusa, tras la tristeza por Lipnitskaia. Rusia la esperaba a ella. Si no hubiera fallado el último triple del programa corto quizá la situación habría sido distinta. Pero tampoco pudo ser ayer. Volvió a fallar y aunque el podio estaba muy lejos, siguió quinta. Fue demasiada presión para su edad, que le permitió participar sólo por haber cumplido 26 días más del límite reglamentario. Cayó de nuevo en su ejercicio, pero lo malo no fue solo la deducción de un punto por ello, sino haber perdido la fluidez. Cuando terminó con la música de su “Lista de Schindler” el ensueño del concurso por equipos o de su título europeo se había perdido hacía mucho. Su mirada infinita al cielo duró unas centésimas antes de crisparse con un gesto de rabia. Muy diferente a cuando se tapó la cara de alegría en las dos ocasiones anteriores. Se fue hasta cinco puntos menos de su mejor marca, como en el programa corto. Incluso la superó la estadounidense Gracie Gold.

La japonesa Mao Asada, plata en 2010 y una de las patinadoras de élite, transmitió también su emoción particular en la derrota. En el programa corto estuvo muy mal, mucho peor que Lipnitskaia, algo impropio en ella, pese a que no aspiraba tanto al podio después de una temporada menor. Pero no se esperaba un desastre. Cayó y tras obviar combinaciones mucho más que Javier Fernández, se fue al puesto 16, como una segundona. Ayer se resarció como una campeona y tras un ejercicio ya digno de ella, subió al sexto, tras Lipnitskaia. Las dos grandes perdedoras. Rompió a llorar en la misma pista. Por lo que acaba de hacer y por lo que había perdido.

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