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EL CÓRNER INGLÉS
Columna
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¡A criticar que son tres días!

Alba se marcha de Navas en el City-Barça.
Alba se marcha de Navas en el City-Barça.ANDREW YATES (AFP)

“Nadie está libre de decir estupideces. Lo grave es decirlas con énfasis”. Montaigne.

Jordi Alba, el lateral izquierdo del Barcelona y de la selección española, dijo un par de grandes verdades esta semana. “Tras la victoria contra el City se hablaban maravillas del Tata Martino. Las críticas no son objetivas, porque las opiniones cambian en tres días”.

Fuera de las matemáticas y algunos terrenos de la ciencia, el concepto de la objetividad es absurdo en todos los casos pero más aún en el fútbol, fenómeno que existe precisamente para que nos podamos despachar a gusto, diciendo cualquier barbaridad que se nos venga a la cabeza con la tranquilidad de saber que tiene mínimo impacto sobre el bienestar de la especie. Sí, puede ser que le hagamos algún daño al amor propio de Tata Martino, el entrenador del Barça, o al de otras figuras de las altas esferas del fútbol, pero para eso en parte les pagan. Para que aguanten las críticas e idioteces generales que decimos de ellos aunque no los conozcamos o estemos poco enterados de los detalles de lo que hacen en su día a día.

En cuanto a eso de que las opiniones cambian cada tres días: ¡Por supuesto! El ámbito mental del fútbol es la regresión infantil. El capricho manda.

En el fútbol, el capricho manda. La realidad es que todo lo que decimos tiene fecha de caducidad

Hace diez días, tras la victoria 0-2 al Manchester City en la Champions, había vuelto el gran Barça. Era mentira aquello del fin de ciclo. El Tata era el sabio de Rosario, digno heredero de Pep Guardiola. Tres días después el Barça perdió contra la Real Sociedad en San Sebastián, como en su día lo había hecho el equipo de Guardiola, y ya el Tata no estaba a la altura, el Barça ya no era, definitivamente, lo que fue. Hasta que le dé otro baile al City en el Camp Nou y otra vez resucitará la esperanza y la luz.

O no. Porque, ¿quién sabe lo que le hará el City al Barça con su mejor jugador, el Kun Agüero, de vuelta en el equipo y once hombres en el campo?

Por otra parte, grandes festejos esta semana tras la victoria 1-6 del Real Madrid al Schalke 04. De repente el Madrid es candidato claro para conquistar su famosa décima Copa de Europa. Claro que sí, pero este nuevo optimismo parte de la premisa que todos compartíamos hace tres días —o, bueno, tres meses— de que el fútbol alemán era la gran potencia del fútbol mundial y la Bundesliga, una locomotora. No queremos aguar la fiesta madridista. Hay que vivir en el momento. Pero quizá no sea malo pararse a reflexionar que nos equivocamos con esto de la supremacía teutona. No hay mejor ejemplo de ello que la derrota 0-5 del Manchester United al Bayer Leverkusen a finales de noviembre. Un Manchester United que va séptimo en la Premier League y es el peor que se ha visto en un par de décadas; un Leverkusen que va segundo en la Bundesliga, dos puestos por encima del Schalke.

En cuanto al fútbol inglés y la atroz exhibición que sus equipos han dado en la última serie de la Champions (tres derrotas, un empate, 7 goles en contra y uno a favor), el nuevo consenso es que la Premier League es un desastre. Mucha marca, poco fútbol. Y nada que ver con la calidad de la Liga española.

Ya, pero la Real Sociedad que venció al Barcelona el fin de semana pasado es la misma Real Sociedad que quedó última, con un punto, en la liguilla de Champions que el atroz, inepto, Manchester United ganó con 14 hace apenas un par de meses. Y el Manchester City que perdió contra el Barcelona es el mismo que en diciembre ganó al gran favorito, Bayern Munich, 2-3 en Munich. Un Bayern mejorado tras la llegada de Guardiola, dicen, que venció al Barça en semifinales de la Champions hace 10 meses por un agregado de 7-0.

Aceptemos, entonces, que por más que cada vez que lanzamos una opinión sobre el fútbol lo hacemos creyendo que estamos hablando en términos universales, la realidad es que todo lo que decimos tiene fecha de caducidad. No suele tener validez, como bien observa Jordi Alba, por mucho más de tres días. Esta apreciación nos debería llevar inevitablemente a la reflexión, la humildad, la tolerancia y el perdón, pero nunca ocurrirá por el simple hecho de que estas virtudes no tienen ningún lugar en el fútbol. Nos arruinarían la juerga.

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