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La grada y el balón brindan por Luis

El Calderón recuerda al exseleccionador y los futbolistas hacen valer ‘su estilo’

Ladislao J. Moñino
Pancarta en homenaje a Aragonés en el Calderón.
Pancarta en homenaje a Aragonés en el Calderón.ALEJANDRO RUESGA

Eterno Luis, rezaba una enorme pancarta adornada con imágenes de Luis Aragonés, una de ellas de uno de los 11 partidos en los que defendió como jugador los colores de la selección. Al lado, una enorme camiseta de España con el dorsal 8, firmada por los aficionados que antes del partido transitaron por la Zona España situada en los aledaños del Vicente Calderón. Hacia la tribuna de la que colgaban los recuerdos de Aragonés se fue Sergio Ramos, uno de los cuatro titulares alineados por Del Bosque (junto a Casillas, Cesc e Iniesta) que formaron parte de la columna vertebral del fallecido exseleccionador.

Luego, ambas selecciones formaron y escucharon a la soprano granadina Mariola Cantarero cantar el Ave María de Pietro Mascagni. Todo tan solemne como posteriormente silencioso tras la emocionante interpretación de una de las estrellas del bel canto español. La Federación Española de Fútbol dispuso este homenaje y también una misa por la mañana en el cementerio de la Almudena, aunque el homenaje en el campo quedó deslucido por unas gradas muy vacías para tratarse de un partido entre las dos últimas campeonas mundiales.

Iniciado el partido, apenas se escuchó el tradicional cántico Luis Aragonés, Luis Aragonés. Quizá el homenaje verdadero estaba más en la hierba. En el estilo. Por encima del resultado, o de si España tenía más o menos profundidad, el legado de esos dos minutos iniciales de toques sin que Italia lograra tocar el balón, de querer dominar el partido, de no tener los complejos que tantas veces encogieron a la selección, fueron la mejor ofrenda. Fue precisamente con la selección italiana con la que La Roja, con Luis en el banquillo, rompió esa barrera fatídica de los cuartos de final en la Eurocopa de 2008. Aquel día, su figura, en chándal y zapatillas, contrastaba sobremanera con la del elegante Roberto Donadoni, por entonces seleccionador italiano. El partido se decidió en los penaltis y, a partir de ahí, emergió el germen ganador que desembocó con la conquista del Mundial 2010 y la Eurocopa de 2012.

Aragonés supo transformar el juego de la selección, afianzar una idea que le rondaba la cabeza desde el Mundial de Alemania 2006. Tenía en la cabeza un plan que pasaba por vertebrarlo alrededor de Xavi, Iniesta, Cesc y Silva. Los futbolistas bajitos se empeñaron en homenajear a Aragonés con el propio legado con el que le convirtió en la bandera del estilo: el toque y la clase, como en el gol de Pedro, el mejor recuerdo para El Sabio.

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Sobre la firma

Ladislao J. Moñino
Cubre la información del Atlético de Madrid y de la selección española. En EL PAÍS desde 2012, antes trabajó en Dinamic Multimedia (PcFútbol), As y Público y para Canal+ como comentarista de fútbol internacional. Colaborador de RAC1 y diversas revistas internacionales. Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Europea.

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