_
_
_
_
_

Sin fútbol, sin figuras y sin vergüenza

Al Barcelona, tieso y cadavérico, le supera la desidia colectiva de sus futbolistas y la permanente intensidad de un Valladolid que se agarra a la Liga con el triunfo

Ramon Besa
Mitrovic impide el avance de Messi.
Mitrovic impide el avance de Messi.SERGIO PEREZ (REUTERS)

El Barça se va cayendo a cámara lenta de la Liga. Un día dejó de marcar goles, al otro perdió finura y después estilo, más tarde se olvidó de jugar al fútbol y este sábado dejó de ser definitivamente un equipo para desplomarse de manera estruendosa en Valladolid. Los azulgrana se han quedado tiesos después de una y mil rotaciones, que era la excusa para explicar que no se necesitaban fichajes, ni mucho menos cambios estructurales, después del saco de goles tomado el año pasado ante el Bayern. El aspecto del Barça ha empeorado tanto con el tiempo que ayer fue cadavérico en el Nuevo Zorrilla. Rígido, nunca tuvo respuestas en la tarde primaveral del estadio de La Pulmonía.La esperada salida al Bernabéu puede ser un viaje a ninguna parte para el Barça, retratado por el Valencia, la Real, el Valladolid, agotado el margen de error que tenía en la Liga.

VALLADOLID, 1- BARÇA, 0

Valladolid: Mariño; Rukavina, Rueda, Mitrovic, Peña; Rossi, Valiente (Sastre, m. 58), Álvaro Rubio, Bergdich (Rama, m. 71); Javi Guerra y Manucho (Óscar, m. 65). No utilizados: Jaime; Osorio, Baraja y Larsson.

Barcelona: Valdés; Alves, Piqué (Sergi Roberto, m. 71), Mascherano, Adriano; Xavi, Busquets, Cesc (Alexis, m. 60); Pedro, Messi y Neymar (Tello, m.73). No utilizados: Oier; Montoya, Bartra y Afellay.

Goles: 1-0. M. 17. Rossi aprovecha un rebote en el interior del área.

Árbitro: Hernández Hernández. Mostró la cartulina amarilla a Bergdich, Rossi, Piqué, Peña, Álvaro Rubio y Sastre.

Zorilla. 22.921 espectadores.

Al Barcelona le consume la desidia y si el Madrid gana hoy al Levante se quedará a cuatro puntos del liderato. No tiene de momento arreglo desde la autogestión ni tampoco con la intervención del técnico, peleado cada jornada con los ayudantes de los colegiados y al tiempo desconcertante con sus muchachos, confundidos por sus planteamientos y también con los cambios. Ni el virus FIFA, ni el rosario de problemas que rodean al plantel justifican su horroroso partido en Valladolid, un feudo cargado de historia desde el punto de vista azulgrana, unas veces por las paradas de Urruti, otras por los goles de Xavi e Iniesta, o por el debut de Puyol. El sábado evocó a los tiempos en que se estrenó Lucendo. Aquella tarde, sin embargo, el Barcelona era un equipo de ida mientras que ahora está de vuelta del campeonato, impotente, extraviado, convertido en un futbolín.

El Barça quiso ganar el partido desde la alineación, por intimidación si podía ser, pues ya se sabe que su juego es discontinuo y desconcertante, muy frágil en sus últimas siete salidas, también en Zorrilla. A veces, sobre todo en los momentos de inestabilidad, donde no llega el fútbol alcanza con la aparición de las figuras, y los barcelonistas cuentan con Messi y Neymar. Así que dejó escapar el encuentro desde la salida, convencido de que ya llegaría su momento, despreocupado futbolísticamente, entregado exclusivamente a las carreras y los tiros del 10. No llegó a tiempo. El encuentro estuvo siempre a merced del Valladolid, más concentrado e intenso, muy bien organizado a partir de un trivote presidido por el exazulgrana Marc Valiente, muy pocas veces exigido por el Barça. Los mejores fueron muchachos como Manucho y Guerra, sobre todo Bergdich, y no Neymar ni Messi.

Ni el rosario de fatalidades que rodean al plantel justifica su partido en Valladolid

Mejor orientado, el equipo pucelano tuvo un mayor control del partido y de la pelota, incluso en el área de Valdés. El gol de Rossi, que se estrenaba como tirador y artillero, expresó el dinamismo del Valladolid frente a la quietud del Barça. Tuvieron los pucelanos hasta tres opciones de remate antes de embocar a la red tras los errores en el rechazo de los azulgrana, desnortados, reiterativos en sus concesiones defensivas, sobre todo en los saques de esquina, sin más línea de pase que las carreras y los remates de Messi, neutralizado por la buena colocación de Mariño. El contragolpe fue durante un rato el único recurso de un equipo barcelonista destensado, sin capacidad de elaborar el fútbol, anudado por el Valladolid.

Neymar se lamenta durante el encuentro.
Neymar se lamenta durante el encuentro.SERGIO PEREZ (REUTERS)

Ausente Iniesta y sorprendentemente decaído Busquets, al Barcelona tampoco le sirvió de nada tirar de recursos convencionales como el juego directo para entrar en el partido y continuar en la Liga. A las bravas fueron los azulgrana sin éxito ante la templanza del Valladolid. No funcionó porque solo contaron una jugada que solventó Mariño. Tampoco la rueda de cambios ayudó a cambiar la palidez del Barça. Apenas contó un tiro con cuatro delanteros en el campo. La entrada de Alexis no arregló nada, como tampoco la salida de Neymar, ni las llegadas de Alves, irreconocible como está el equipo de Martino.

Amenaza una tormenta tremenda en el Camp Nou como no supere ahora la visita del City

Las mejores ocasiones fueron siempre del Valladolid, que se agarra a la Liga después de plantear el partido a vida o muerte después de contar una sola victoria en los 10 últimos encuentros. La dimisión azulgrana fue escandalosa, a nivel colectivo e individual, porque no contó oportunidades de gol ni elaboró el juego, superado en el repliegue y el despliegue, en el juego aseado y en los balones divididos, sin fútbol y sin nervio, falto de capacidad de sorpresa, previsible para un excelente Valladolid.

Ha perdido el Barcelona la idea que tenía del juego y se entrega a cada partido a un calvario, especialmente en cancha ajena, descontando puntos cada partido: ha sumado 14 de los últimos 27. No funciona la mezcla Neymar-Messi y la productividad futbolística del equipo se ha secado de forma escandalosa. Ni goles ni juego, ni movilidad ni profundidad, alejado de su carta de naturaleza, aquella que aseguraba la posición, la posesión y la presión. El mínimo error le saca de punto de forma irremediable ante cualquier adversario: el sábado fue un gol en la veraniega Pucela. Va perdiendo atributos el Barça y ya nadie se plantea si emociona más o menos, sino que incluso pierde partidos imperdonables como el de Valladolid.

Amenaza una tormenta tremenda en el Camp Nou como el miércoles no supere la visita del Manchester City. Ya no solo por perder más puntos sino que a partir de ahora no tendrá ni el perdón de Dios.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_