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“En el Barça no disfrutaba”

Oriol Riera, goleador de Osasuna, abandonó La Masia y es el mayor cabeceador de la Liga

Alejandro Ciriza
Riera, tras el Osasuna-Atlético.
Riera, tras el Osasuna-Atlético.MIGUEL C. ISTÚRIZ

Caprichos del fútbol, Oriol Riera debutó en un amistoso con el Barcelona el mismo día que Leo Messi. Fue un 16 de noviembre de 2003, en el estadio do Dragão de Oporto y con José Mourinho en el banquillo portugués. Desde entonces, la senda de ambos ha sido muy dispar y el hoy delantero de Osasuna tuvo que zambullirse en el barro para hacerse un hueco en la élite. "Cuando salí del Barça tuve que empezar de cero, desde abajo. Me considero un trabajador, pero me mueve la ambición y al final he adquirido la personalidad necesaria para sobrevivir en este mundo", explica ahora a los 27 años. Lo hace a ras de césped, en la intimidad de un Sadar ya vacío tras el triunfo pasado contra el Atlético (3-0). Después de recorrer otro porrón de kilómetros. "Aquí, el reconocimiento de la gente hacia los jugadores es extraordinario. Cuando me llamaron, me quedé impresionado. No es normal que te fichen como nueve y lo que te pidan no sean goles, sino que ayudes al equipo", describe el artillero.

Efectivamente, Riera corre como pocos delanteros. Pero nunca ha perdido el olfato. Con nueve dianas en 26 partidos, el catalán acapara el 37,5% de los goles de su equipo. Solo Javi Guerra y El Arabi (con 41% en el Valladolid y en el Granada) concentran más poder realizador que él. Mantiene, por tanto, a flote a Osasuna y acecha a los mejores cañoneros del club navarro en un curso. Igualados los registros de Echeverría, Sola o Aloisi, tiene a tiro a Ziganda (11 en 1989-90) e Iriguíbel (11 en 1983-84) y, también a su alcance, las cifras de Urban (13 en 1990-91), Rosado (14 en 2000-01) o Sabino (15 en 1957-58). "Elegí este club por su filosofía: trabajo y sacrificio. Eso es lo que me ha llevado hasta aquí", apunta Riera, un estilete que, por su fisionomía (mide 1,84) y movimientos, ha encontrado un magnífico acomodo en Pamplona, donde nació su hija Daniella. A golpe de cabeza, pues es el jugador de la Liga que más remata por alto (21; tres goles).

En el Barça renuncié a un contrato de seis años, pero hice lo correcto"

Antes de ese éxito y de visitar hoy el Camp Nou (17.00, C+Liga y GolT), Riera suma un recorrido variopinto. Tiene 27 años, pero ya ha militado en siete equipos. Oriundo de Vic, ingresó en la cantera del Espanyol y después dio el salto a La Masia. Allí coincidió con Messi, Cesc y Piqué (el defensa es baja hoy, como Puyol). "Leo era mi compañero de habitación. Eran un espectáculo", explica. De la mano de Frank Rijkaard, se estrenó de azulgrana y jugó dos encuentros oficiales. Aprendió de Eto'o y de Larsson, pero optó por explorar otro camino. "No todo el mundo puede jugar allí. Yo renuncié a un contrato de seis años, pero creo que hice lo correcto. Debes estar donde te quieran, donde tengas un futuro. El fútbol es un juego y hay que pasárselo bien, vivirlo día a día. Yo tuve oportunidades, pero en ese momento el club estaba empezando a apostar por otro tipo de punta más llegador, más rápido. Diferente. No disfrutaba del club ni de los partidos. Tenía 17 años, soy culé y podré contárselo a mis hijos, pero yo quería disfrutar del fútbol", explica. "Es trabajador e inteligente, quizá en su momento nos precipitamos demasiado y debería haber subido de manera más lenta y progresiva", dice Rodolf Borrell, técnico de Riera en La Masia y ahora Director Técnico Internacional del Manchester City.

Abandonó Cataluña con la idea, en un principio, de ir a Varsovia. "Firmé un precontrato con el Legia y estuve entrenándome una semana, pero vi cosas raras. El presidente no llegaba y no había un contrario serio de por medio, así que me fui. Como era el final del mercado de fichajes, se me cerraron muchas puertas", reconstruye. Pero se abrieron las de la Cultural. "En León aprendí a estar solo, lejos de casa", dice. Después hizo una parada en Vigo. "En el Celta empecé en el filial, pero Eusebio me subió al primer equipo y conocí un entorno más profesional". Y de ahí a Córdoba. "El club estaba en Ley Concursal y estuvimos sin cobrar desde enero. Aún nos deben dinero", detalla el delantero, que antes de aterrizar en Osasuna se curtió en el modesto Alcorcón. "Estar con Anquela fue inmejorable, y eso que me dejaba en el banquillo muchas veces. Es como un padre", subraya.

Aquí te fichan como '9' y no te piden goles, sino que ayudes al equipo"

Un saco de 18 goles le abrió un abanico de opciones. Él escogió Pamplona. "Una ciudad maravillosa y un equipo que, por historia, no se siente incómodo en las situaciones límite. Tenemos un presupuesto corto, pero si nos mantenemos serían ya 15 años consecutivos en Primera. Eso es la leche", enfatiza. Admirador de Shevchenko, retomará Empresariales cuando cuelgue las botas y también su afición: "Montar a caballo, hacer rutas. Durante el año lo tenemos prohibido porque es peligroso y puede afectar a la espalda o los músculos". Seguido de cerca por el Everton, colabora con la Fundación Adana, centrada en niños con TDAH (Trastorno por Déficit de Atención con o sin Hiperactividad). Por eso dibuja dos uves con las manos y saca la lengua cada vez que encuentra la red.

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.

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