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Los ‘hijos’ de Seve se hacen mayores

Seis golfistas españoles están entre los 90 mejores en la clasificación mundial, marca solo superada por Estados Unidos

Juan Morenilla
Sergio García, en un acto con la Fundación Síndrome de West.
Sergio García, en un acto con la Fundación Síndrome de West.EMILIO NARANJO (EFE)

Junto a Miguel Ángel Jiménez, incombustible a los 50 años, una generación de golfistas españoles se abre paso a codazos. La lidera Sergio García (34 años), un diamante de talento, y a su estela han emergido unos jugadores entre los 29 y los 33 que asoman con fuerza en la clasificación mundial. Seis españoles están entre los 90 mejores del planeta —García es el número nueve; Jiménez, 39; Gonzalo Fernández-Castaño, 42; Pablo Larrazábal, 62; Rafael Cabrera-Bello, 88; y Alejandro Cañizares, ganador el domingo en Marruecos, 89—, una marca que por países solo supera Estados Unidos, con 41 representantes, entre la élite, y que igualan Inglaterra (Rose, Poulter, Donald, Westwood, Lynn y Fisher) y Sudáfrica (Schwartzel, Els, Oosthuizen, Sterne, Grace y Coetzee). Cinco golfistas sitúa Australia. Italia, por ejemplo, se queda en dos; y solo uno Francia.

A todos los españoles, excepto al abuelo Jiménez, les une que nacieron entre 1980 y 1984, años en los que Seve Ballesteros logró tres de sus cinco grandes (el primero fue en 1979 y el último en 1988). Gonzalo tiene 33 años, 31 Cañizares, 30 Larrazábal y 29 Cabrera-Bello. “Hay mucha calidad entre nosotros”, explica este último; “ya no somos solo Sergio y Jiménez, sino que hay una nueva generación que se consolida. Sin ser niños tenemos ese toque de juventud y hemos acumulado la experiencia de una década en el circuito”.

Sergio García comanda una gran generación que triunfa entre los 29 y los 34 años

“Son muchos años arriba. Somos un país pequeño y con no tantos jugadores, y a veces no se le da el mérito que tiene estar entre los mejores”, reivindica Sergio García, la proa de esta generación, en su caso ya un veterano con 16 temporadas en activo. “Ser 40 del mundo es algo buenísimo y la gente no se fija en eso. ¡Que el mundo es muy grande! En el tenis es lo mismo. Están Nadal y Ferrer, pero por detrás Almagro puede ser el 12 del mundo [ahora es el 19] y no se le da importancia. La gente no sabe lo difícil que eso es”.

Curiosamente, mientras en España descienden los torneos y las licencias, aumentan los éxitos profesionales. La crisis ha dejado mustio el panorama de torneos celebrados en el país (dos, y gracias, en 2014) y el número de federados ha descendido por debajo de la barrera de los 300.000, un 6% menos que el año anterior (y son ya cuatro años seguidos en bajada). Por el contrario, los golfistas españoles pican alto: seis torneos ganados en los últimos cinco meses, el último de Cañizares, una perla que estaba apagada.

La guinda al buen pastel sería la consecución de un grande, un bingo que se resiste desde el Masters de Olazábal en 1999. Precisamente hacia Augusta miran ahora los golfistas, y sobre todo Sergio García, sonriente ayer después de jugar un torneo benéfico organizado en Madrid por la Fundación Síndrome de West. El Niño ha cambiado el discurso y habla de “disfrutar” en el campo, nada de sufrir. “Eso es lo más importante, disfrutar, pasártelo bien, y así los resultados llegan. Yo he encontrado un buen equilibrio”. ¿Y el Masters, ese jardín que se le atraganta? “Es llegar allí y que te notes bien esa semana”, explica el castellonense; “depende de las sensaciones. Hay semanas que juegas de maravilla y otras en que estás agarrotado. El Masters es llegar y sentir. Y disfrutar”.

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Sobre la firma

Juan Morenilla
Es redactor en la sección de Deportes. Estudió Comunicación Audiovisual. Trabajó en la delegación de EL PAÍS en Valencia entre 2000 y 2007. Desde entonces, en Madrid. Además de Deportes, también ha trabajado en la edición de América de EL PAÍS.

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