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Un empate en la nada

El Elche y el Athletic se anulan en un partido sin goles, feo y falto de juego condicionado por el viento

Mikel Rico trata de controlar ante Rubén Pérez.
Mikel Rico trata de controlar ante Rubén Pérez.JOSE JORDAN (AFP)

Hay empates que suceden porque nadie merece más. Por falta de juego, de cadencia, de precisión, de detalles, de jugadas episódicas, de remates cercanos a la portería, de disparos lejanos a ella. Un empate a cero, un punto valió el esfuerzo del Elche y Athletic. No dio más de sí. Con el viento como entorpecedor del espectáculo, imprevisible la dirección y velocidad del esférico, resultar exacto en el pase y el golpeo resultó una quimera.

 Al Elche le iba más en el encuentro jugándose la permanencia, acomodado por el contrario como está el Athletic en la zona Champions. Nadie regaló nada, lo que redujo espacios y restó juego. No hubo goles pues y todo quedó en poco. Ni el apretón final del Elche ni las respuestas del Athletic. Pelegrín tuvo para el Elche en sus botas el gol en la última acción del encuentro. Tres remates del Elche entre los tres palos de Iraizoz y uno del Athletic sobre Manu Herrera, fue todo lo que ofreció un partido feo de verdad.

ELCHE, 0- ATHLETIC, 0

Elche: Manu Herrera; Damián, Botía, Pelegrín, Cisma; Rubén Pérez, Carlos Sánchez, Rodrigues (Fidel, m. 82); Carles Gil, Coro, Manu del Moral (Carles Gil, m. 57); y Boakye (Cristian Herrera, m. 64). No utilizados: Toño; Rivera, Charlie y Javi Márquez.

Athletic Iraizoz; Iraola (Susaeta, m. 70), San José, Laporte, Balenziaga; Iturraspe; De Marcos, Ander Herrera (Morán, m. 77), Mikel Rico, Muniain; y Aduriz (Toquero, m. 81). No utilizados: Iago Herrerín; Saborit, Ekiza y Beñat.

Árbitro: Prieto Iglesias. Mostró tarjeta amarilla a Ander Herrera y Toquero en el Athletic y a Cisma y Rubén Pérez en el conjunto ilicitano.

Unos 25.000 espectadores en el estadio Martínez Valero.

Al principio, el Elche que salvó con energía la presión del Athletic, menos adelantada de lo que acostumbra. Una situación ya vivida en las dos salidas precedentes del conjunto vasco, en Valencia y Vila-real, y que solventó con apuros y profesionalidad alcanzando sendos empates. El peligro ilicitano llegó por el costado derecho por mediación de Rodrigues, un futbolista de banda, caboverdiano, llegado en el mercado invernal desde el fútbol búlgaro. Dos incursiones de Rodrigues pusieron el miedo en el cuerpo en la defensa vasca en el primer acto. En la primera, su disparo salió desviado; en la segunda, el pase raso lo remató Boakye alto encontrándose frente a Iraizoz.

Poco inventó el Athletic, ya sin Gurpegui por el resto de temporada. Una falta centrada de Ander Herrera y un flojo remate de De Marcos fue todo el bagaje ofensivo lde los bilbaínos legado el descanso.

Cuando no puede ejercer su juego, el Athletic compite. Si le falta armonía no evita la disputa. Es el sello de Valverde, cuyo discurso tranquilo y claro cala en sus equipos. Lo hizo la temporada pasada en el Valencia y lo hace en su Athletic. A Valverde le inquietaba lo que sucedía, gesticulaba en demasía y arengaba a los suyos desde el banquillo.

No veía nada claro lo que acontecía a su grupo en el terreno de juego. El Elche no renunció al cuerpo a cuerpo. No hubo control por parte de nadie, ni tres pases consecutivos se realizaban, demasiadas faltas cometidas por ambos que no daban continuidad al juego. Un partido áspero, como la noche desapacible en Elche. Terminó en empate porque no sucedió nada.

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