_
_
_
_
_

Nadal no se asusta con nada

En un partido retrasado por una amenaza de bomba, el número uno gana por doble 6-2 a Fognini y llega a cuartos (Raonic) cediendo solo tres puntos al saque

Juan José Mateo
Nadal celebra su victoria frente a Fabio Fognini.
Nadal celebra su victoria frente a Fabio Fognini.Mike Ehrmann (AFP)

La noche empieza con una amenaza de bomba y acaba con una auténtica explosión, esta tenística. Antes de que Rafael Nadal gane 6-2 y 6-2 a Fabio Fognini (al español le espera Raonic en cuartos), los dos tenistas reciben la orden de esperar en el vestuario porque la policía antiexplosivos investiga una mochila que ha aparecido misteriosamente abandonada en las instalaciones. Cuando todo queda en un susto, Nadal revienta el partido a pelotazos. Por tercer partido seguido, el campeón de 13 grandes rompe de entrada el saque de su rival. Entonces, a Fognini le estalla el partido en las manos. El número uno gana en blanco todos sus juegos al saque de la primera manga, se apunta 18 de los primeros 23 puntos y jamás siente la presión del número 14, que compite con la pierna derecha aparatosamente vendada, con aparentes problemas en la espalda y acogotado por la ventolera que asalta el cemento. Nadal, además, persigue cada punto como si de ello dependiera la supervivencia del mundo.

El viento mide el carácter de los tenistas. Cuando sopla el aire no hay sitio para florituras ni poses. Cuando el aire ruge toca cabeza dura y piernas fuertes, porque hay que digerir que la pelota se agite como un potro salvaje y que haya que rodearla para compensar con la posición del cuerpo su inestable vuelo. En esas circunstancias, Nadal es el mejor tenista del mundo. La suya es la mente más fuerte. Su carácter es el más dúctil en la aceptación de las imperfecciones como paso previo a la disputa del siguiente punto. Piernas tiene como si calzara las botas de las siete leguas. Fognini es lo contrario. Un talento al que se le llena la cabeza de malas ideas cuando se levanta la brisa; un jugador que compite moviéndose poco, porque tiene una capacidad innata para estar en el sitio adecuado; que golpea tieso como un palo; y que tiende al lamento cuando la moneda sale cruz y no cara. Por eso, valoró José Perlas, su técnico, Fognini necesitaba un arranque que le reafirmara en sus opciones. Se encontró justo lo contrario. El 0-4, el dolor y el viento apagaron el fuego de su convencimiento.

“Fabio es muy capaz de encontrar pequeños espacios donde incomodar a Rafa, es muy hábil”, valoró Perlas antes del duelo, recordando que su pupilo había dominado set, 4-1 y bola de break al español en los cuartos de Pekín 2013 (perdió). “Aunque no siempre consigue mantener la constancia necesaria para superar a este nivel de jugadores, en los últimos meses ha sido derrotado en cuatro ocasiones con cada uno de estos jugadores, Nole Djokovic, David Ferrer y en tres por Rafael Nadal, [pero] a todos en alguno de esos partidos los ha llevado al límite del tercer set. En cambio, ha sido capaz de ganar a tops como Berdych, Wawrinka, Gasquet, Almagro, Haas, etc... Nadal llega muy advertido y me consta que lo respeta, por lo que seguro que va a tratar de imponer su juego desde el inicio”, prosiguió, con el pulso bien estudiado. “Si Fabio logra frenar esa primera andanada será interesante ver cómo se alternan golpes intensos y espectaculares”.

Pero a Fognini le reciben los cañones de Navarone disparando sin misericordia. Para cuando el tenis del número 14 empieza a fluir (unos breves chispazos), Nadal ya está demasiado lejos. Al italiano le duele el cuerpo. Le mide el número uno mundial. Sopla el viento. La gente le abuchea, porque solo gana tres puntos sobre el saque del campeón de 13 grandes (y uno es una doble falta del mallorquín). Demasiadas cosas ante un Nadal convencido, desatado y explosivo.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Juan José Mateo
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_