_
_
_
_
_

“Mi gol fue clave”

Tras marcar por primera vez en Anoeta, Illarramendi dice entender “en parte” los abucheos de la grada

Diego Torres
Illarramendi recibe la felicitación de Sergio Ramos, que salta sobre él, y de Bale.
Illarramendi recibe la felicitación de Sergio Ramos, que salta sobre él, y de Bale.Juan Herrero (EFE)

Asier Illarramendi jugó un año en Primera con la Real Sociedad y nunca marcó un gol. Se fue al Madrid el año pasado y ayer, en su primera visita a Anoeta, adelantó la pierna derecha para enviar un rechace al fondo de la red. Fue el gol que abrió el marcador. El 0-1. En el minuto 44. “Llevaba con la Real dos años sin meter un gol y, casualidad, ha llegado hoy”, dijo el mediocampista en Canal Plus. Un momento sensible para el partido y para el autor del tanto que, aturdido, hizo ademán de liberar sus emociones con un gesto de rabia. Pero se contuvo inmediatamente. Bajó los brazos y clavó la mirada en la hierba en un elocuente gesto de contrición. Pareció pedir perdón a la que fue su afición mientras, desde las gradas, descendió un estruendo de pitidos. No hubo clemencia. Sus compañeros le abrazaron para felicitarle, pero el consuelo resultó insuficiente. Cuando la montonera se dispersó, Illarra quedó expuesto: el rostro desencajado, escuchando la silbatina, retrató a un muchacho doliente. El gol, su primer gol en Anoeta, fue una conquista y una penuria.

“Esperaba por una parte los pitos del público, que al fin y al cabo no está muy a gusto con lo que hice”, explicó Illarra, al acabar el partido. “Aquí di todo lo que tenía. Aproveché la oportunidad de ir al Madrid. Intento disfrutar y mejorar. San Sebastián siempre será mi casa; llevaba más de 10 años aquí y la Real me lo ha dado todo”.

“Llevaba más de 10 años en la Real, será mi casa.  Di todo lo que tenía”

Illarra fichó por el Madrid en una operación que desgarró la estrategia del club guipuzcoano, asentada hasta entonces sobre la construcción de un equipo nutrido de la cantera. El chico de Mutriku, de 24 años, estaba llamado a convertirse en el muro de carga de la Real del futuro, centrocampista de la tierra y encarnación del espíritu de Zubieta. Pero el Madrid ofreció 40 millones, rompió el mercado, y convenció al futbolista de mudarse al sur. La operación indignó a la hinchada vasca, que ayer manifestó su resentimiento al jugador emigrante. Le reservaron trato de tránsfuga. Hubo pitos cuando calentó, le siguieron pitando cada vez que tocó el balón, y el fondo sur le dedicó cánticos deseándole todo tipo de desgracias.

Al límite del descanso hubo dos jugadas enlazadas. Primero, un córner en el área del Madrid que remató Vela cuando Diego López se hallaba vencido, y rebotó en Illarra. Inmediatamente después, una maniobra de ataque del Madrid que encontró al equipo local rearmándose. Gareth Bale avanzó por los carriles centrales y abrió el juego hacia la izquierda, por donde se desmarcó Benzema. El francés tomó la espalda de Carlos Martínez y desató un disparo duro entre los tres palos. Bravo lo repelió y el balón fue a los pies de Illarra. El volante, que hasta entonces había acompañado a Alonso en el eje del medio campo, se descolgó en busca de aventuras. La jugada le puso a las puertas del gol. El primero en Anoeta. Doble motivo de frustración para los ocupantes de la grada local.

La alineación madridista contuvo hasta siete jugadores seleccionables por Vicente Del Bosque

El gol de Illarra tuvo un peso rompedor en el partido. “Ha sido un gol clave”, explicó el jugador, “porque en la primera parte hemos sufrido bastante. Ellos apretaban y no hemos jugado cómodos. Con el gol nos hemos relajado un poco más porque ellos han atacado más y nos han dado más espacios. Ahora no hay más remedio que darlo todo en nuestros partidos y esperar que el Barça y el Atlético fallen”.

Illarra se destacó en un día simbólico para la cuadrilla española del Madrid. La alineación contuvo siete jugadores seleccionables por Del Bosque, algo que no sucedía desde hacía años. Ahí estaban Diego López, Nacho, Ramos, Alonso, Carvajal, Isco e Illarra. El dibujo táctico donde se acomodaron se pareció a ese 4-2-3-1 que tanto entusiasma a Florentino Pérez y al que tanto tiempo se resistió el entrenador, Carlo Ancelotti. El experimento, cuestionado en ciertos sectores porque parecía rebajar el compromiso con la Liga, resultó exitoso. Sin Cristiano y sin Di María, con una alineación plagada de fichajes nuevos, con aroma de renovación, el Madrid dio un paso que puede ser decisivo en la lucha por el título. La salida a Anoeta era, sobre plano, la más complicada que le quedaba al Madrid hasta final de temporada. Se saldó con una victoria aplastante. Un triunfo allanado por el primer gol de Illarra en Anoeta.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_