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Mucho Atlético para el viejo Barça

Los rojiblancos vuelven a las semifinales 40 años después al imponer su inmenso vigor y apetito frente a un rival inerme y desgastado que, con Messi quieto, solo tuvo a Neymar En el sorteo del viernes esperan Real Madrid, Chelsea y Bayern

José Sámano
Koke anota ante Pinto el 1-0.
Koke anota ante Pinto el 1-0. JAVIER SORIANO (AFP)

El Calderón, convertido en una misa pagana por eso que llaman el cholismo, fue el escenario de un cruce de caminos: el equipo de hoy frente al de ayer. El fútbol vitalista del Atlético, un conjunto en vigor dispuesto a armar el taco, frente a un Barça de reputados futbolistas con aire marchito. Este juego es un estado de ánimo y a este machote y subversivo Atlético se le ve infinito ante el desgastado Barça. Tiene más de un espíritu, el simeonista partido a partido, el aragonistaganar y ganar. Uno y otro credo lo han metabolizado hasta el hueso. Lo mismo le dio que no estuviera Costa. El Atlético es una marea. El Barça ya solo remite al pasado, que no es eterno. Se hace un rondo a sí mismo, le falta apetito, y alguien que meta caña en el entrenamiento y progrese en la pizarra. Su rumbo es tan misterioso como el de este Messi paralizado, al trote hacia no se sabe dónde. A Messi siempre hubo que instruirle, pero Martino no ha dado con el libreto.

La victoria colchonera fue tan merecida como heroica. Ni una tacha para un grupo que ha hecho de la defensa un arte propio de los antidisturbios, un pelotón de futbolistas, se llamen como se llamen, que juegan con el corazón en la boca. Es un equipo trabajadísimo, lo contrario que el Barça, que va con el piloto automático de otros tiempos. Aflojado en todas sus líneas, el conjunto culé se fundió ante un adversario con el que no ha podido en todo el curso. No conviene un maratón con este Atlético en trance. Sin conceptos y sentido de equipo, los azulgrana solo contaron con Neymar, que puso el alma que no se le vio a Messi en su desamparado paseíllo por el Manzanares.

ATLÉTICO, 1-BARCELONA, 0

Atlético: Courtois; Juanfran, Miranda, Godín, Filipe Luis; Raúl García, Gabi, Tiago, Koke; Adrián (Diego, m. 61) y Villa (C. Rodríguez, m. 79). No utilizados: Aranzubía; Insúa, Alderweireld, Mario Suárez y Sosa.

Barcelona: Pinto; Dani Alves, Bartra, Mascherano, Jordi Alba; Xavi, Busquets, Iniesta (Pedro, m. 72); Messi, Fàbregas (Alexis, m. 60) y Neymar. No utilizados: Oier; Montoya, Adriano, Sergi Roberto y Song.

Goles: 1-0. M. 6. Koke.

Árbitro: Howard Webb (ING). Amonestó a Busquets, Koke, Mascherano y Alves.

54.800 espectadores en el Vicente Calderón.

Con aire póstumo y traje de luto, el Barça estuvo desvalido desde el calentamiento. Nada de preámbulos, el Atlético fue torrencial desde el inicio. Despertó su bestia y en veinte minutos ya tenía un gol y tres remates a los postes. El Barça jugaba con una defensa caricaturizada por cada embestida colchonera. Un pelotazo cualquiera y en el área de Pinto se montaba la marimorena. No había balón al cielo o despeje que no fuera para los muchachos del Cholo. Donde el Barça metía la uña, su oponente ponía la puntera y la vida entera. Con esa retórica, imposible desbravar al Aleti.

El Atlético abusaba de un adversario encapotado, por intensidad, colmillo, ardor. Hombres contra párvulos. Se vio en la jugada del gol, originada por un saque de Courtois. La ganó Raúl García, luego Adrián —que la envió al poste—; al rechace llegó Villa, que la puso de maravilla para que de nuevo la cazara Adrián y apareciera Koke para poner al Calderón en un pedestal. Los azulgrana, en las musarañas. En unos cuartos de final de la Copa de Europa el Barça inducía a pensar que estaba en el agosteño Gamper. Era previsible el aluvión del Atlético, y no se vio antídoto alguno del Tata y los suyos. Imposible saber cuál era el plan, acorde con lo confuso de su tránsito en esta temporada. Que si cuatro volantes, que si Alexis, que si Pedro, que si Iniesta se va antes de tiempo del Manzanares, que si tal o cual.

Sometido el Barça, Villa se estrelló con otro poste y poco después el infortunio estuvo en el larguero. El Barça, como toda la noche, no tuvo más recursos que el caracoleo de Neymar y los plomizos y persistentes churros al área de Alves. Uno lo cazó Messi de cabeza y casi emboca. Luego, una fantástica pirueta de Neymar, con pisada y caño a Tiago, derivó en otro remate fuera de Leo. No era Messi, ni ante el gol ni en la arquitectura del juego. Ahora le gustan las zonas templadas y ahí, por enésima vez, se lo tragó la impagable columna de centrocampistas que alista Simeone. Tiago, Gabi, Koke, tipos con casta, irreducibles y, cuidado, con talento. Ninguno tendrá balones de oro, pero no bajan del notable y suman y suman.

No había forma de que el Barça atajara en la alambrada de espinas del Atlético, en la que batallaban como colosos Villa y Adrián, conmovedores. Moroso con la pelota, el grupo de Martino era víctima de las ya célebres emboscadas rojiblancas. Solo al comienzo del segundo tramo se vio un Barça con otra marcha, más dispuesto a la faena. Se retrasó el Atlético más de la cuenta y Neymar tuvo una cita a solas con Courtois. El belga es mucho belga, ha crecido tanto como su equipo.

El do de pecho azulgrana se desvaneció pronto. Sin pistas de Messi, ni de casi nadie. El Atlético se refrescó, cogió voltaje y a la contra pudo cerrar la gala. Lo pudo hacer Gabi en una contra, pero no dio la puntilla y Neymar casi se lo hace pagar con un cabezazo que se le fue por una falange. Tan irreconocible es el Barça que, ahora, en vez de ir de pie va de cabeza.

El tramo final fue épico, noventa minutos después no había rojiblanco que regulara el depósito. El Barça, reflejo de estos tiempos, ni murió en la sala de espera de Courtois. El Atlético es el presente, el máximo exponente de que el fútbol no tiene precio, no es un coto cerrado del dinero. Por algo el Calderón es un himno a la felicidad. No en vano, cuarenta años después, ya está en otra semifinal de la Copa de Europa. El Barça, por su parte, necesita un diván. Se le ve viejo y desgastado, repanchingado en la inercia de su majestuoso ciclo. Por más que aún vislumbre la Copa y la Liga, ante el jovial y exultante Atlético pareció caducar. Lo que queda es su fabuloso legado.

Simeone pide el apoyo de la grada.
Simeone pide el apoyo de la grada.PIERRE-PHILIPPE MARCOU (AFP)

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José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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