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Historias de un tío alto
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Antiguos favoritos en acción

En los playoffs tendremos otra oportunidad de ver a hombres a los que pensábamos que el Padre Tiempo ya habría abatido, como Duncan, Ginobili, Nowitzki, Garnett, Pierce y Allen

Tim Duncan en un partido de este mes contra los Thunder.
Tim Duncan en un partido de este mes contra los Thunder. Mark D. Smith (USA Today Sports)

Si es usted un lector asiduo de esta columna, debe de saber que no me entusiasmo fácilmente ante la perspectiva de presenciar un partido de baloncesto. Esto se debe a que he jugado a este deporte durante nueve años de mi vida por dinero; antes de eso, lo jugué durante cinco años con una beca; y antes de eso, lo jugué durante ocho años por diversión. Esperar que me entusiasme ver baloncesto es como esperar que a un cardiólogo jubilado le entusiasme ver una operación de corazón. Es posible que este rasgo mío le resulte irritante, que piense que debería interesarme un poco más el tema sobre el que escribo. Pero también es posible que contemple mi renuencia a entregarme a una vida de espectador de baloncesto desde la misma óptica positiva que yo. Como soy capaz de controlar mi entusiasmo, debe de saber que cuando me entusiasmo, es por alguna razón. Como hoy, cuando escribo que estoy entusiasmado con las eliminatorias de la NBA.

El año pasado, cuando escribí acerca de las eliminatorias, dije que su característica más notable era quién no jugaba. La temporada de la NBA había sido un acontecimiento repleto de lesiones, y los equipos que alcanzaron la cima fueron aquellos que se libraron de perder jugadores a manos de la catástrofe traumatológica. El año pasado fue una carrera sembrada de minas. Este año, a alguien se le ocurrió limpiar la pista con antelación. Y las eliminatorias serán las beneficiarias de esta previsión.

Debería moderar el entusiasmo que ha contaminado esta columna como un hongo a un queso feta mencionando que es posible que, a pesar de todo, las lesiones estropeen las eliminatorias. Por ejemplo, los Spurs —el equipo al que la gente le gustaría ver ganar un último campeonato antes de que el cuerpo de Tim Duncan le traicione— no utilizan ligamentos elásticos ni huesos que se recuperen con rapidez.

Pero aún no ha pasado. Por ahora hemos gozado de unas eliminatorias como no hemos visto en los últimos tiempos, y como es probable que no volvamos a ver. Por una vez, no hay un claro favorito. Los Heat todavía no han sido relevados como propietarios del título, pero el equipo tiene fallos; este año han sido derrotados en cuatro ocasiones por el antes humilde Brooklyn. Los Pacers, que hace poco se suponía que serían el azote de los Heat, están consumidos por conflictos internos que hacen que el equipo resulte tan operativo como el Congreso de Estados Unidos. Los Thunder podrían ser los favoritos, pero seguramente dependan demasiado de un par de jugadores. Los Clippers y los Rockets son imprevisibles. Los Bulls podrían quedar fuera en la primera ronda o podrían jugar la final de la conferencia. Y lo mismo pasa con los Golden State Warriors. Pero la razón principal por la que deberíamos estar atentos a estas eliminatorias es esta: tendremos otra oportunidad de ver a algunos de los antiguos favoritos en acción; hombres a los que pensábamos que el Padre Tiempo ya habría abatido, como Duncan, Ginobili, Nowitzki, Garnett, Pierce y Allen. Cielos, hasta es posible que se deje ver un tal Jermain O’Neal. Es un momento emocionante para ver la NBA. Incluso para mí.

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