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Pullen despierta al Barcelona

El equipo azulgrana reacciona y se anota el primer triunfo ante un Galatasaray desfigurado por la lesión de Arroyo (88-61)

Robert Álvarez
Arroyo se retira de la cancha tras sufrir una lesión.
Arroyo se retira de la cancha tras sufrir una lesión.Alejandro García (EFE)

El Galatasaray se reveló en el Palau Blaugrana como un hueso mucho más difícil de roer de lo que marcaban las hojas de ruta de la Euroliga y de lo que reflejó la paliza final. Cayó con estrépito, pero dejó la sensación de ser un equipo capaz de complicarle la vida al Barcelona, sobre todo a poco que el equipo de Xavi Pascual continúe sumiéndose en fases de juego tan espeso como el que exhibió durante la primera parte. De la mano del talentoso base puertorriqueño, Carlos Arroyo, el equipo de Estambul dominó durante el primer tiempo y, en diferentes fases del mismo, obtuvo ventajas sustanciales, de hasta nueve puntos.

Pero las grandes citas discurren a veces por sendas caprichosas, imprevistas, redireccionadas por detalles tan circunstanciales como una torcedura de tobillo o la inspiración de un jugador sobre el papel secundario. Así sucedió en el primer episodio de la eliminatoria de los cuartos de final; y además, en un mínimo espacio de tiempo que cambió por completo la decoración del duelo.

El tobillo izquierdo de Carlos Arroyo se quebró al caer, tras un lanzamiento fallido, sobre el pie de Dorsey. El puertorriqueño con amplísima experiencia en la NBA quedó tirado sobre el parquet, la viva imagen del drama. Solo un par de minutos antes había irrumpido en la cancha Pullen. El base estadounidense era la bala que tenía guardada Pascual en la recámara. Ni Marcelinho ni Sada habían conseguido reducir los daños causados por los volantazos de Arroyo ni tampoco habían espoleado el ataque azulgrana. Los zarpazos de Pullen, con una asistencia a Dorsey y con su primer triple, la lesión de Arroyo... Todo coincidió a un paso del descanso. Arslan, el otro base del Galatasaray, respondió con otro triple y el equipo turco alcanzó la pausa todavía con ventaja (33-35). Pullen reinició el juego como si no se hubiera interrumpido, letal en el tiro, con otros dos triples, bien acompañado por Dorsey, en esta ocasión mucho más certero y contundente bajo los aros que Tomic.

BARCELONA, 88; GALATASARAY, 61

Barcelona: Marcelinho (0), Navarro (12), Papanikolaou (4), Lorbek (6), Tomic (10) —equipo inicial—; Pullen (11), Dorsey (8), Sada (2), Abrines (5), Oleson (11) y Nachbar (19).

Galatasaray: Arroyo (14), Hairston (6), Markoishvili (3), Erceg (4), Aldemir (9) —equipo inicial—; Aykol (1), Mensah-Bonsu (5), Macvan (4), Guler (0), Arslan (9), Dudley (6) y Domercant (0).

Parciales: 14-21, 19-14, 26-14 y 29-12.

Árbitros: Christodoulou (Grecia), Zamojski (Polonia) y Koromilas (Grecia).

Palau Blaugrana. 5.227 espectadores. Primer partido de la eliminatoria de cuartos de final de la Euroliga. El segundo partido se disputa el jueves en el Palau Blaugrana (21.00, Canal + Deportes y Esport 3).

Arroyo ya no volvió a jugar. Sufre un esguince y habrá que ver si se encuentra en condiciones de reaparecer mañana en el segundo partido, de nuevo en el Palau, o incluso en el tercero, el domingo en Estambul. Su equipo acusó el golpe y el Barcelona, una vez que arrancó, se embaló. Lorbek, Navarro, Oleson... Cambió por completo el partido. El Galatasaray des plomó con estrépito. El coraje de Arslan y algún detalle de Hairston y de Aldemir fueron muy poca cosa y quedaron absolutamente dispersos y aislados. Sin Arroyo, el Galatasaray se desplomó. Apenas hizo daño en ataque y en defensa se vio superado con una facilidad pasmosa. El Barcelona estuvo muy certero en los triples, con 12 aciertos en 21 lanzamientos. Las 24 asistencias que sumó el equipo azulgrana revelan su espléndido funcionamiento colectivo durante la segunda parte.

El Barcelona se anotó el primer punto de la eliminatoria y durante la segunda parte reencontró el ritmo de juego y el acierto con los que se erige en un equipo muy capaz de abrumar al rival más pintado. Más allá de la trascendental baja de Arroyo, el Barcelona exhibió sus dos caras, antagónicas por completo. Es un equipo que se atasca en ataque, capaz de quedar como una estatua de sal en una comparecencia tan relevante. Solo así se entiende que encajara un 0-9 de entrada, que fallara sus cinco primeros lanzamientos y que permitiera, con una defensa frágil, blanda, confundida en su atención sobre Arroyo, permisiva en el rebote. Y poco después, una vez que Pullen desatascó su juego y que Arroyo desapareció del escenario, el Barcelona funcionó como una apisonadora.

Dorsey, Lorbek, Papanikolaou y Tomic se adueñaron del rebote, Nachbar, Pullen, Oleson y el propio Dorsey actuaron con mucha más agresividad en ataque y afinaron en el tiro y el Barcelona tomó carrerilla ante un rival definitivamente noqueado por el golpe anímico que supuso la lesión de Arroyo. Dio la sensación de que hubo un antes y un después de su esguince de tobillo, de que el Galatasaray depende por completo de él y de que el Barcelona no tuvo otro rival que el base de 34 años. Su lesión se antoja vital para el transcurso, sino para el desenlace de la serie.

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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