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Una sanción a la carta

El velocista Tyson Gay podrá competir dentro de mes y medio al ser suspendido un año por un positivo con un anabolizante

Carlos Arribas
Tyson Gay, tras la final de los 100m de los Juegos de Londres.
Tyson Gay, tras la final de los 100m de los Juegos de Londres.getty

Si, como decía el clásico, en ciclismo lo único claro es la altura de las montañas que deben ascender los corredores (y el resto es literatura, añadía), en atletismo lo único nítido son las marcas, medidas e inalterables hasta la milésima. El resto, y más en casos como el reciente de Tyson Gay, es misterio, incluido el nombre de la sustancia por la que dio positivo en tres controles antidopaje en junio de 2013.

Al velocista norteamericano, triple campeón mundial en 2007 y, con una mejor marca de 9,69s, único sprinter capaz de acercarse a la sombra de Usain Bolt, la agencia antidopaje de Estados Unidos (USADA) le ha sancionado con un año de suspensión por un positivo con un anabolizante desconocido, cuando la medida estándar, según el código mundial antidopaje, para este tipo de sustancias, consideradas dopaje duro, es de dos años. “Pero Tyson Gay decidió dar un paso adelante, admitir su error, autosuspenderse voluntariamente y denunciar que había sido traicionado por alguien y cooperar con nosotros con absoluta sinceridad”, explicó a Reuters el director de la USADA, Travis Tygart, el hombre que se hizo famoso por destrozar a perpetuidad la carrera y el mito de Lance Armstrong. “Además, como nos dijo que tomaba esa sustancia desde julio de 2012, aunque no fue descubierto en los controles hasta junio de 2013, ha aceptado la anulación de todos sus resultados desde entonces y ha devuelto al Comité Olímpico de su país la medalla de plata que ganó en Londres con el relevo. Ya es castigo suficiente”.

Contra la sanción de un año podrían recurrir ante el Tribunal Arbitral del Deporte (TAS), tanto la federación internacional (IAAF) como la Agencia Mundial Antidopaje (AMA), pero vista la reacción del Comité Olímpico Internacional (COI), que ha aplaudido la decisión de la USADA, tales recursos no parecen probables.

La USADA ha reducido su sanción por la “colaboración sincera” del velocista

Gay podrá volver a competir el 23 de junio próximo: podría participar en algunos mítines de la Diamond League, aunque llegará tarde para participar en los campeonatos de Estados Unidos. Esta circunstancia sería terrible en cualquier otro año, pero 2014 es el año tonto del cuatrienio, el único en el que no hay ni Mundiales ni Juegos Olímpicos, y en el que, por lo tanto, los campeonatos nacionales no tienen el valor de trial calificatorio, un año casi sabático para muchas de las estrellas. Gay se perderá, así, solo una gran competición, los Mundiales de Moscú 2013, para los que se había preparado tan bien que, hasta que no cayó en los controles, había conseguido las mejores marcas del mundo, 9,75s y 9,79s, y hasta había sembrado la duda en el intocable Bolt. Una sanción de dos años, aparte de hacerle perderse también los Mundiales de 2015, en Pekín, habría hecho peligrar la participación de Gay, de 31 años, en los Juegos de Río 16, pues el COI mantiene su intención de modificar la Carta Olímpica para impedir la participación en los Juegos de todos aquellos sancionados por dos años, aun después de cumplir su suspensión.

En este sentido, su caso es similar al de los sprinters jamaicanos Asafa Powell (explusmarquista mundial) y Sherone Simpson, compañeros de entrenamiento en el grupo rival de Bolt y sancionados ambos por 18 meses, y no dos años, por el estimulante oxilofrina. El año y medio lo cumplirán Powell y Simpson en diciembre, por lo que estarán preparados para llegar a tiempo a Pekín y Río, objetivos complicados si la sanción hubiera sido de dos años. Si los 100 metros de Moscú consistieron finalmente, y también por la lesión de Yohan Blake, en un Usain contra Bolt, en Pekín, gracias a estas sanciones que podrían considerarse a la carta, podrán estar los mejores de nuevo contra el coloso. También es misterioso el carácter y el valor de la colaboración de Gay con las autoridades antidopaje, aunque según la USADA fue lo suficientemente importante como para asegurar la próxima suspensión de otros atletas y entrenadores implicados. Según publicó la prensa estadounidense en su momento, el “error” de Gay consistió en confiar en los servicios del doctor Clayton Gibson III, dueño de una clínica antienvejecimiento en Atlanta, quien le preparaba, con el desconocimiento de Gay, una pomada con testosterona y hormona de crecimiento, entre otras sustancias prohibidas. Este nombre, Gibson III, sería el hilo del que la USADA sigue tirando ahora. En secreto, por supuesto, pues así son los misterios.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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