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“Oí el grito del mono, me lo hacen en muchos campos”

Diop se encara con los cerca de 9.000 aficionados del Atlético tras escuchar sonidos simiescos

Diop se encara con los aficionados del Atlético
Diop se encara con los aficionados del AtléticoAlberto Saiz (AP)

“Es un tema que me afecta mucho”, explicó el mediocentro senegalés Pape Diop tras el partido sobre los insultos racistas recibidos. “Cuando iba a sacar el córner, oí el grito del mono y empecé a bailar para quitarle hierro. No tengo nada en contra de la afición del Atlético, solo es una parte de esa afición. Me lo hacen en muchos campos. No sé si es racismo o falta de respeto, pero tiene que acabar esto”, añadió.

La fiesta se empañó al final del encuentro. La casualidad hizo que Diop fuera a sacar un córner a punto de cumplirse los 93 minutos al rincón ocupado por los 9.000 hinchas del Atlético desplazados al Ciutat de València para acompañar al líder. Allí recibió gritos simiescos antes de sacar de esquina, justo antes de acabarse el partido. Su reacción fue encararse hacia esos aficionados en gestos ostensibles de celebración. Godín lo sintió como una ofensa a sus seguidores y corrió a recriminárselo a Diop, que estaba colérico. Se armó una trifulca en la que los pacificadores fueron Diego Costa y Simeone. Exaltados los ánimos, con los jugadores del Levante festejando el triunfo en el centro del campo, una parte de la hinchada colchonera arremetió contra ellos al grito de “mercenarios, mercenarios”.

La tarde había sido plácida y deportiva entre las dos aficiones, resignada la rojiblanca frente al muro defensivo de los futbolistas de Caparrós. Al inicio, rugió el Ciutat de València como si fuese el Calderón cuando Alderweireld acudió a sacar un saque de banda en el extremo derecho del ataque madrileño. El fondo del Gol Alboraia, detrás de la portería en la que Keylor Navas desvió un disparo a bocajarro de Raúl García, era completamente rojiblanco, bañada la grada por un suave sol primaveral cada vez más gélido.

Cada córner de Coke desde esa esquina era saludado con el entusiasmo y el cántico de “Atleeeeti, Atleeeeti”, pero la alegría se quedaba congelada cuando cada centro al área era desactivado por la zaga granota, fortísima en el juego aéreo. Otro trallazo de Alderweireld muy cruzado volvió a encontrarse con la parada impecable de Keylor Navas, un portero en ebullición: cuanto más interviene, mejor se siente. “Keylor, Keylor”, vitoreó la grada granota, en una de las mejores entradas de la temporada en el Ciutat de València (22.156 espectadores), encantada la hinchada levantinista y también su equipo de ser jueces de la Liga.

Simeone dirigió unos comentarios a Rubén García, el mediapunta granota que, durante la semana, había dado la bienvenida a las primas “por ganar”

La misma medicina, la horma de su zapato y un puñado de metáforas más para expresar las semejanzas entre dos equipos impregnados del espíritu de combate de sus respectivos entrenadores: Rubén cortando una contra atlética con una faltita a Diego Costa, perdonada la tarjeta amarilla por parte del árbitro, González González, ante la indignación de los jugadores rojiblancos, que rodearon al colegiado en sus protestas.

“¡Cabeza, cabeza, tranquilidad!”, le decía Simeone a sus jugadores, consciente de que esta era una piedra muy puntiaguda en el camino del Atlético hacia el título de Liga. Desde su zona de entrenadores, el argentino le dirigió unos comentarios a Rubén García, el mediapunta granota que, durante la semana, había dado la bienvenida a las primas “por ganar” a pesar de la ilegalidad de las mismas. Sarcástico o no, Rubén le respondió a Simeone con el dedo pulgar hacia arriba. El técnico granota, Joaquín Caparrós, disculpó las declaraciones de Rubén por la candidez de los 20 años, un niño en uno de los equipos más veteranos de la Liga. El “culo pelado” del que hablaría Luis Aragonés representado por los cientos de kilómetros de Juanfran, David Navarro, Diop, Simao, Sissoko, Casadesús, Ivanschitz y Barral.

El himno atlético sonó con fuerza en el arranque de la segunda parte, impulsado por el hilo de Arda Turán, un infiltrado entre el medio del campo y la zaga granota. El turco generó una secuencia de ocasiones de gol resueltas por los cuerpos de los defensas levantinistas, siempre dispuestos a lanzarse al vacío para interceptar un tanto. Ya les pillaba lejos a los aficionados rojiblancos, en el otro fondo, el cúmulo de oportunidades desperdiciadas por sus jugadores en el segundo tiempo. O neutralizadas por el brillantísimo Keylor Navas, capaz de volar a su escuadra derecha para repeler un disparo de Alderweireld envenenado por la cabeza de un defensa. Presagio de que no era la tarde del Atlético, por mucho que hubiese mejorado su juego en la segunda parte con las incorporaciones de Arda Turan y Adrián, desechado por la fortuna (tiro de Adrián al palo) y por la voracidad defensiva de los hombres de Caparrós. El técnico andaluz tenía previsto cerrar el choque a la contra, tal y como sucedió. Para eso dio paso a Ivanschitz en el extremo izquierdo, para que el austriaco llenara de sutileza un pase al centro a Barral, que resolvió por las bravas en los mismos morros de la hinchada colchonera.

“Hasta la muerte, Atleti hasta la muerte”, entonó la marea rojiblanca cuando entendió que no era el día de su equipo por mucho que hubiese estado toda la tarde jugando y centrando sobre la indestructible zaga granota. El epílogo fue mucho peor: los gritos racistas de la grada visitante hacia Diop y los honorables gestos pacificadores del guerrillero Diego Costa.

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